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INTELIGENCIA ESPIRITUAL


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2014  •  23.774 Palabras (96 Páginas)  •  489 Visitas

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INTELIGENCIA ESPIRITUAL

Dan Millman

CONTENIDOS:

Prefacio e Introducción

La Ley del Equilibrio

La Ley de las Elecciones

La Ley del Proceso

La Ley de la Presencia

La Ley de la Compasión

La Ley de la Fe

La Ley de las Expectativas

La Ley de la Integridad

La Ley de las Acciones

La Ley de los Ciclos

La Ley de la Rendición

La Ley de la Unidad

Epílogo: Despedida de la Santa

PREFACIO

No podemos enseñar nada a nadie; Tan sólo podemos ayudarles a que descubran por sí mismos

Galileo Galilei

¿Cuáles son los principios de la vida más importantes que has aprendido? Algunos años atrás me hice esta pregunta. Desde entonces, el tiempo y la experiencia me han ido dando respuestas e intuiciones que han desembocado en Inteligencia Espiritual. La Inteligencia Espiritual pertenece a cada uno de nosotros. Se encuentra en nuestros corazones y está en el corazón de cada religión, cultura, y sistema moral. El método que uso para tener acceso a estas Leyes Universales es preguntarme, "Si me encontrase a solas con mi Yo Superior en las montañas, en la forma de un ser de sabiduría, ¿qué me enseñaría tal ser?" La respuesta es el manantial interior de sabiduría que todos tenemos.

Todos los viajes son reales, pero no todos son factuales. En Inteligencia Espiritual, presento las Leyes Espirituales de la vida a través de una serie de conversaciones y experiencias con una santa ficticia – una mujer de una comprensión y gracia Divina extraordinaria que me enseña a través de vivas manifestaciones del mundo natural.

Al contrario que en mis previas aventuras, este libro se parece más a una parábola que a una novela. El estereotipo de una santa en las montañas nos ofrece estas Verdades simples pero poderosas, con sus realidades visuales y emocionales. Al mismo tiempo que la santa me guía por los caminos de la montaña, invito al lector a viajar conmigo y explorar las Leyes más iluminadoras que están destinadas a dominar los revueltos caminos de la vida. Tales Leyes han expandido mis perspectivas y me han proveído de un trampolín para cambiar el curso de mi vida. Confío y espero que podrán hacer lo mismo por ti.

INTRODUCCIÓN:

ENCUENTRO CON UNA SANTA

Nos sentamos juntos, la montaña y yo, hasta que sólo está la montaña

Li Po

Durante años, por razones de salud y placer, con frecuencia he ido de escalada a las montañas cercanas a mi casa – a través de los estrechos caminos repletos de cervatillos y hacia las vertientes forestales pobladas de robles, pinos y frutales – merodeando por donde el impulso me llevase entre de las montañas, dirección a la costa.

En una de aquellas ocasiones, hace algunos años, cuando mi familia había salido durante un largo fin de semana, me levanté antes del amanecer y partí sin plan alguno exceptuando escalar a mis anchas y explorar nuevos territorios. Las montañas, con no más de dos mil pies de altura, tenían suficientes subidas y bajadas para perder de vista la civilización, dando una sensación de misterio y soledad cuando me imaginaba a mí mismo a cien millas de cualquier parte.

Las sinuosas colinas eran un reflejo de los picos y los valles de mi propia vida interior. Por aquel entonces, me sentía perdido en un valle repleto de sombras de duda. Mi vida se había convertido en una mera rutina ordinaria. Por esta razón, aquella mañana me había llevado a las montañas un indescriptible deseo de emoción, de perspicacia, de cambio. Pronto iba a descubrir por mí mismo la verdad del dicho: "Ten cuidado con lo que deseas; te podría ser concedido."

Aquella mañana las nubes bajas de la costa se habían desplazado hacía las montañas, y después de haber escalado cierta distancia me encontré en un pliegue entre laderas, rodeado por una niebla tan espesa que no podía ver más allá de unos pocos metros. El aire se volvió frío y quieto, y de repente perdí todo tipo de orientación. Al escuchar un riachuelo atrás, por debajo de mí, lo procuré ir manteniendo detrás, confiando así poder escapar del territorio de aquel valle.

Pronto llegué a una llanura acompañada de viejos robles justo por encima de un vertiginoso barranco. Me había, por accidente, aproximado a aquella llanura desde el único ángulo posible – un camino estrecho entre unas paredes rocosas. Mientras escalaba una de aquellas rocas enormes, la niebla desapareció para mostrarme una pequeña cabaña justo delante de mí. Me aproximé y llamé suavemente a la puerta.

Para mi sorpresa, una voz potente y de inesperada calidez contestó, como si fuera un invitado largamente esperado: "Adelante viajero, pasa!" Así que zafándome del castigado camino de la vida, abrí la puerta y encontré a la santa, sentada tranquilamente, sonriéndome. Sin motivo alguno los pelos de los brazos se me erizaron.

Ella estaba sentada con una gracia felina, erecta pero relajada, balanceada sobre un cojín de hojas sobre el suelo. Estaba revestida con una túnica verde. Quizás se cree que está en Sherwood Forest, pensé.

Sus ojos cautivaron mi atención – ojos almendrados, de color avellana, que iluminados por los rayos del sol brillaban a través de una pequeña grieta en la pared – ojos puestos como joyas en una cara de brillante piel color oliva, coronada por un corto cabello marrón que no dejaba ningún claro signo de su edad, raza o cultura. Ella parecía estar envuelta por un brillante campo de energía, el cual yo supuse ser un mero reflejo de luz.

Comencé a sentirme extrañamente perdido, desorientado. De alguna forma perdí mi noción espacio-tiempo: ¿Estaba en una selva primitiva, una vertiente en la Inglaterra de Shakespeare, las tierras altas Escocesas, o una montaña por

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