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LA EDUCACION PARA EL DESARROLLO HUMANO.


Enviado por   •  12 de Abril de 2015  •  1.816 Palabras (8 Páginas)  •  182 Visitas

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“Ser cultos para ser libres”. Esta máxima de Martí genera toda una reflexión sobre el papel de la educación en las actuales circunstancias de crisis local, nacional y mundial. Se vive una paradoja donde el desarrollo de la ciencia no es compatible con el equilibrio de desarrollo ambiental y humano. Mientras una pequeñísima minoría goza de todas las prebendas del sistema, la gran mayoría apenas si sobrevive y/o colapsa de manera cruel frente a los ojos de la indiferencia. Por lo tanto los círculos académicos tienen una responsabilidad ética del hecho educativo, que debe revertir igualmente en una sociedad más equilibrada, más justa para todos. La ciencia y la academia al servicio de la justicia.

Los maestros pueden y deben incidir en los cambios de base, ya que cuentan con toda una infraestructura académica para fortalecer una escuela de pensamiento. Y mucho más allá: de praxis permanente. ¿Qué es el hombre, si no es el ser que por su misma condición humana tiene la misión altruista de construir un ambiente, una sociedad más digna para todos? La educación tiene, entonces, un papel protagónico y revolucionario en las actuales circunstancias de barbarie, de crisis generada por el sistema unipolar de economía neoliberal globalizadora. Ese papel, esa misión y visión no es otra: la escala humana.

Delors enuncia que, “Al estar basada fundamentalmente en la lógica económica y en la expansión del mercado, la globalización rompe los compromisos locales y las formas habituales de solidaridad y de cohesión con nuestros semejantes”. A los dueños del poder económico, no los guía la ética de un desarrollo humano, sino el deseo de la plusvalía, de la acumulación exagerada de bienes, mucho más allá de la “gula”, por lo cual la ética de la libertad del “ser” se reduce a la barbarie, queriendo pasar, y de hecho lo están haciendo, por encima de otras formas económicas, como lo dice el autor, tan valiosas desde el punto de vista humano, y por que no, ambiental y social, ya que dan fe de un desarrollo integral sustentable. Los grupos de poder entraron en una fase de deterioro mental, ético, ecológico y social, en una “contaminación integral”, que si no se enfrenta con una academia revolucionaria, empezando por las estructuras mentales de los educadores y de los científicos especialmente, estará condenado irremediablemente a la destrucción. El planeta ya no aguanta más y con ella la vida de todas las criaturas. “Esas formas habituales de solidaridad y de cohesión con nuestros semejantes”, deben mirarse, discutirse y fomentarse en los espacios académicos. Se necesitan maestros con visiones humanistas que revolucionen las estructuras de privación cultural, de ignorancia axiológica, a estadios éticos y académicos más avanzados del pensamiento. “Se hace necesario una reprogramación total del ser humano, un cambio absoluto de los valores y las técnicas. Y ese único futuro posible podremos encontrarlo rescatando las formas de equilibrio psicológico, social y ecológico, que yacen vivas en las minas de nuestras viejas culturas”. Al decir eso, René Rebetez, nos da un mensaje de esperanza para que la sociedad, empezando por la comunidad académica proponga acciones de descontaminación, primero del ser humano, en su pensamiento y, segundo, del mundo físico, empleando técnicas que produzcan el menor impacto posible a lo que nos mantiene con vida: la naturaleza.

“… el papel de la educación y del conocimiento en la formación del ciudadano implica incorporar en los procesos educativos una mayor orientación hacia la personalización del proceso de aprendizaje, hacia la construcción de la capacidad de construir aprendizajes, de construir valores, de construir la propia identidad” En estas palabras de Delors, la identidad se construye, obviamente alimentada por la diversidad de pensamiento, que en un proceso dialéctico va construyendo una síntesis, basada en criterios humano-científicos”. Por consiguiente dicha identidad no es la cultura acrítica y pasiva de “así hemos vivido y así viviremos”, sino que el ser humano en su proceso evolutivo debe evaluar para mejorar los procesos de su pensamiento y de su acción, en una palabra, su cultura. Una educación que cumple simplemente el papel funcional – institucional, no crea ni recrea el pensamiento y, por lo tanto, no superará las formas tradicionales de la pedagogía.

Max Neef dice que “Además es preciso tener en cuenta que los paradigmas pueden ser peligrosos, especialmente cuando se ponen de moda”, por lo cual los reformismos son “paños de agua tibia”, que no transforman las sociedades, sino lo que hacen en el fondo es retardar los cambios que las sociedades requieren. Un proceso revolucionario tal vez sería como lo propone este economista descalzo en busca del SER: “Un retorno a la escala humana, una participación pública activa y creativa, la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, restricciones ecológicas, autodependencia local, son algunas de las metas esenciales”. Estas consideraciones básicas, que de suyo son transformadoras, son la antípoda de la polaridad del neoliberalismo globalizador. Un economista como Manfred Max Neef, paladín de la tecnocracia en otros tiempos, consejero de grandes empresas, grupos de interés y gobiernos, necesariamente requirió de la ética, de la conciencia para llegar a estos postulados, a estos pensamientos de desarrollo humano. ¿El hombre al servicio de la economía o la economía al servicio del hombre?, seria el interrogante que contrasta las dos visiones de desarrollo.

Mario Mejía Gutiérrez dice que “La pobreza en el mundo no se da, como es sabido, por falta de recursos de capital; se da por la concentración del capital en pocas manos, como corresponde a la cultura de la insolidaridad de sálvese quien pueda, y dentro del despilfarro irresponsable de

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