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La familia , significación común


Enviado por   •  29 de Abril de 2020  •  Monografías  •  2.462 Palabras (10 Páginas)  •  113 Visitas

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Lucas Insaurralde

Cuestionario de evaluación 1

  1. Una definición más o menos abarcativa sería: La familia es una sociedad que participa de un colectivo de significaciones comunes y que está conformada por un conjunto de personas unidas por vínculos biológicos, afectivos, consensuados o jurídicos con el propósito de satisfacer las necesidades comunes.

Este primer acercamiento a una definición de familia no puede dejarnos soslayar el concepto casi intrínseco que la contiene: la familia pertenece tanto al orden biológico como cultural. Desde el primer aspecto decimos que pertenece al orden biológico ya que el nacimiento del individuo está de algún modo vinculado a cierta precariedad y dependencia de una otredad que acompañe y asista para al supervivencia del nacido. Desde la perspectiva biológica, el individuo recién nacido no se basta por sí solo para sobrevivir sino que requiere de una familia que pueda responder a sus necesidades. Esta contención familiar es indispensable ya que sin ella, el nuevo individuo no podría sobrevivir.

No obstante, no podríamos reducir el concepto de familia solo al orden biológico sin tener en cuenta el aspecto cultural que la da constitución y sentido. La familia se estructurará y amalgamará de acuerdo a una cantidad de variables culturales que le darán en definitiva razón de ser. No han sido iguales las familias a lo largo de la historia ni tampoco en los diferentes lugares del mundo. Esto de algún modo implica que “La cultura familiar que acoja al recién nacido estructurará su forma de ser en la vida y le dará una identidad que lo identificará y a la vez lo diferenciará.” Por ende no será lo mismo una familia oriental que una familia occidental, tampoco una familia ensamblada que una familia constituida desde la perspectiva clásica padre, madre e hijos, ni tampoco una familia de la Edad Media que una familia postmoderna.

  1. Si consideramos que la primordial función de la familia es la humanización del ser humano, podríamos decir que hoy día es justamente esta función la que se encuentra más amenazada. La falta de la regulación sexual y el desprecio por la vida en gestación sumada a la innegable falta de sociabilización entre los miembros familiares con su consecuente ausencia de tiempo compartido, caricia sanadora, comprensión y apoyo, hace -en un tiempo posmoderno en el que el individualismo es la huella más característica- que la humanización del ser humano, el enseñar al individuo a ser un humano, esté siendo seriamente amenazado. Esta función primigenia de la familia, al ser trasladada a otros ámbitos que indefectiblemente no pueden saldarla, hace que el sentido principal de la familia se pierda y por ende la humanidad entera se extravíe.
  1. El niño de Aveyron es el representa en la praxis el caso del individuo que no recibe la contención, apoyo, enseñanza, socialización de una familia, ni que tampoco pueda responder a sus necesidades básicas como ser humano. Si lo pensamos desde la perspectiva únicamente animal o netamente biológica, podríamos decir que el niño obtuvo sus necesidades básicas para la supervivencia. Pero en este caso vemos claramente como incide el factor cultura-social. Si nos abocamos al axioma de que la familia es el único espacio donde se alcanza la plena humanización de la familia, el caso del niño de Aveyron, es paradigmático, ya que es imposible que dicho niño llegue a la realización como persona, como ser humano, si nunca pudo ser contenido, acompañado y socializado desde un seno familiar humano. Nadie puede llegar a adulto sin que intervengan otros seres humanos. Basicamente, el caso mencionado, nunca tuvo contacto con un ser humano hasta cuando ya fue demasiado tarde y su reinserción a una sociedad se tornó imposible.
  1. Si debemos hablar en términos generales quizás la respuesta esté más cerca de que el mayor riesgo está en la función de la familia como socializadora (decimos esto en vista de la cantidad de embarazos prematuros, separaciones y divorcios), no obstante, si atendemos a la coyuntura, a lo que está en agenda en el hoy, el cambio que probablemente esté amenazando a la familia tenga que ver con la función del psiquismo. Decimos esto por el bombardeo acerca del llamado matrimonio igualitario, las uniones libres, monoparentales, que desde un bombardeo cultural hasta una realidad empírica en el ámbito familiar, corroen subjetividades y establecen nuevos valores que indefectiblemente contradicen el sentido fundamental de la institución familiar.
  1. Si bien el criterio bíblico es el más importante, quisiera reseñar los tres restantes ya que la pregunta 6 aborda este último. El primero nos retrotrae a replantear en estos tiempos la función la pregunta ¿para qué familia? Y eso debería llevar a la seria reflexión de que si bien la constitución de las familias puede ir variando (nos guste mas o menos) lo que no puede cambiar es la función que cumple la familia en la constitución del individuo como persona, de la persona en todos sus estadios o etapas, sin olvidarnos de la revalorización de la tercera edad. Del mismo modo desde una perspectiva axiológica que también nos lleva hacia el sentido de familia, el valor de la interrelación y la dependencia y apoyo mutuo, como modelo paradigmático de la trinidad en Dios como primera familia expresando la necesidad y mutuo apoyo de todos los miembros. Y algo que aun creo que desde la pastoral está en saldo en la mayoría de las comunidades cristianas, es la incapacidad de poder ser inclusivos a las diversidades y diferentes formas tan disímiles a la concepción clásica que muchas veces ha sido instaurada en las iglesias. Esta realidad suele ser más repulsiva para las iglesias que inclusivas.
  1. Creemos que el matrimonio es monogámico, heterosexual y permanente. Este principio que de algún modo esta íntimamente relacionado a algunos otros que también en la actualidad se encuentran seriamente debilitados, es tal vez el principal que como iglesia deberíamos fortalecer. Principalmente porque de este se desprenden otros como el de respeto a la vida desde su concepción o la sexualidad dentro del matrimonio. Pero dentro de la coyuntura actual y desde la concepciones tanto culturales, sociales, filosóficas y psicológicas, es casi un arcaísmo y hasta un acto de martirio expresar públicamente e inclusive desde la privacidad de una charla amistosa, que el matrimonio debiera ser (desde la perspectiva y el diseño divino, para un desarrollo próspero y saludable de la humanidad y no por un capricho de Dios) monogámico, heterosexual y permanente. Quien ha tenido la oportunidad de expresar dicho pensamiento, ha notado inmediatamente que esta idea está casi en su totalidad excluida de los criterios de vida de la mayoría de las personas, y por ende, la fragilidad a la que está expuesta la constitución matrimonial, repercute en todas las demás áreas de la sociedad cuyas consecuencias estamos viviendo hoy no solo en el mundo exterior sino también dentro de nuestras iglesias.
  1. La poligamia. El padre tiene autoridad sobre los hijos, incluso los casados, si viven con él, y sobre sus mujeres. Goelato.
  1. Deberíamos responder que es posible alcanzar la neutralidad. Pero sin duda en tanto seres sociales, estamos atravesados por una cultura y esa cultura ha sido a lo largo de los siglos fundamentalmente machista o patriarcal. Sin bien en las ultimas décadas ha habido un avance en cuanto a los derechos de las mujeres y ciertas reivindicaciones, es cierto también que lo que nos cuesta más como seres humanos es el equilibrio. El movimiento pendular, tan típico en el comportamiento humano es la amenaza mas grande que podemos tener en este momento. Si bien celebramos la reivindicación y conquistas de derechos postergados de las mujeres, es poco auspicioso observar a veces en respuesta al machismo un desprecio absoluto al hombre. Es decir, en pro de la conquista de un derecho se avasalla el derecho del otro. Es casi como si el oprimido, en su lucha, ocupara el lugar del opresor. Lo aceptable es entonces volver a una hermenéutica correcta, entender el concepto de igualdad entre el hombre y mujer. Padilla reseña el diseño original de Dios en el Edén, donde hombre y mujer tenían la potestad de señorear la creación. Ambos. Luego de la caída, esa relación ideal ha sido rota por el pecado y la cultura ha establecido casi desde el origen una concepción machista inclusive a lo sagrado (Dios es una visión masculina). Lo aceptable, es entender que la igualdad en responsabilidad moral e espiritual entre el hombre y la mujer es indiscutible. Eso no debe borrar las diferencias entre ellos y la distribución de los roles.
  1. Justamente los peligros de eliminar las diferencias que existen entre el hombre y la mujer tienen al mismo tiempo a borrar sus diferenciaciones tanto naturales (en el orden biológico) como las culturales, sujetas muchas veces a los diferentes tiempos. Si la igualdad implica no diferenciación, estaríamos ignorando que Dios creó hombre y mujer, y no seres asexuados o andróginos. Es este punto el que nos hace caer en el riesgo de que en nombre de la igualdad perdamos de vista roles constitutivos que permiten el desarrollo prospero y saludable de la familia.
  1. La frase es paradigmática porque justamente en la complementariedad es donde radica la igualdad y al mismo tiempo las diferencias. Una estructura edilicia se complementa necesariamente para que el edificio se mantenga en pie. Cada una de sus partes se inserta con armonía para darle sentido, orden y firmeza. Cada parte cumple un rol especifico, no obstante ninguno puede decir que es más importante que otro, o que ejerce necesariamente un papel de supremacía que subyuga al otro. Pensar bajo este paradigma a la familia, nos hace entender que los roles diferenciales de hombre y mujer lejos de someterlos a uno sobre el otro, necesariamente se complementan en una armonía tal que no solo respeta sus espacios sino que recobra vitalidad e importancia mutua en el sostén firme del edificio que es una familia. Cualquier intento de supremacía, hace que indefectiblemente la estructura se debilite, que una funcione sobre la otra, la fagocite, la desgaste o la torne obsoleta. Las consecuencias hacen que el sentido primigenio de familia no se cumpla y por ende que se duplique un sistema (como ha sucedido a lo largo de la historia) que someta a unos sobre otros. El hogar, la comunidad y la iglesia han sido reproductoras históricamente de este sistema patriarcal. Si bien como dijimos anteriormente, los últimos años esto ha ido decreciendo, la iglesia (desde su concepción conservadora, quizás por algún sesgo de que “lo perfecto no innova”) sigue tristemente hoy manteniendo este modelo patriarcal en la mayoría de los casos, siendo la mujer un miembro de segunda categoría dentro de las comunidades cristianas.
  1.  Verdadero
  1.   En la familia decimonónica persisten los valores patrimoniales, siendo el padre el eje sobre el que pivota el sistema patrilineal de la transmisión de bienes. La herencia se considera como un derecho consuetudinario y tradicional, sancionado por la ley y los códigos civiles. Como marido, el padre es también el administrador único de los bienes familiares.

La familia es, para la sociedad burguesa, la célula básica sobre la que se sustenta no sólo el sistema social sino también el económico y el político. En cuanto que lugar primario de inserción del individuo, es también mecanismo de socialización. En ella los hijos aprenden la tradición, se empapan de la educación paterna y adquieren los valores que les serán útiles en el futuro.

En tanto que institución que se pretende intemporal, la familia burguesa tiene en la acumulación del patrimonio uno de sus objetivos principales. La tradición y la herencia son recibidos por el individuo al nacer y es su obligación no sólo mantenerlos sino, en los casos materiales, incrementarlo.

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