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Ley y libertad

JULIAN2204Ensayo30 de Julio de 2014

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Ley y libertad

PROBLEMA

La historia de la filosofía es una historia de oscilaciones pendulares de un extremo del pensamiento al otro. El péndulo consume dos veces más tiempo cerca del centro del que consume en uno cualquiera de los dos extremos, y la amplitud de su oscilación varía, pero es el caso que, sin extremos, no pueden ocurrir oscilaciones. El gran énfasis de estos siglos pasados en el racionalismo y el legalismo está siendo compensado por una importancia que algunos consideran exagerada, otorgada actualmente al voluntarismo y al anarquismo. Nuestros tres capítulos sobre la razón, el deber y la ley han presentado estos temas desde un punto de vista relativamente moderado, pero hay quien los considera como carentes de importancia en el tratamiento de la moral. Lo que se necesita es una declaración de independencia contra los tres, y esto se hace de la mejor manera mediante una proclamación de libertad.

La libertad apenas constituye una idea nueva en la historia del hombre. Todo cazador primitivo atrapado en una trampa puesta para los animales, o todo guerrero de tribu capturado por sus enemigos anhelaba liberarse de sus ataduras. A medida que la vida se fue haciendo más complicada, así lo hicieron también las formas de la libertad. Los filósofos más antiguos, aunque reconociendo el valor de la libertad, no tienen mucho que decir a su respecto. Parecen considerarla como a un estado necesario para la persecución de otros bienes, pero no le otorgan mucha importancia como bien en sí mismo. La razón será a caso que, aunque la libertad parece ser tan positiva, su único significado concreto es negativo. En efecto, la libertad permite a una persona hacer lo que quiere, pero no le dice lo que debe querer. La libertad no es una virtud. No hace bueno al hombre. Pero es un estado necesario para el ejercicio de la virtud, y los actos buenos permanecen al estado de meras buenas intenciones, a menos que tengamos libertad para realizarnos.

La importancia moderna atribuida a los derechos humanos y la dignidad de la persona humana ha tenido probablemente mucho que ver con la concepción de la libertad como uno de nuestros valores principales. A partir de la esfera política, la idea pasó a la esfera moral. Se conceptúa como mejor aquel estado que mejor garantiza la libertad de sus ciudadanos. Así, pues, la libertad se llega a considerar como un valor en sí mismo, y aun tal, que el estado debería protegerlo y que los ciudadanos deberían conservar inclusive luchando, siendo, pues, un valor moral relacionado con el deber ser. En este sentido, la libertad, lejos de oponerse a la ley, concuerda perfectamente con ella. Empezaremos con alguno de los antiguos puntos de vista y consideraremos a continuación la ética moderna de la libertad. Tenemos las siguientes preguntas:

1. ¿Cuál es la relación entre ley y libertad?

2. ¿Cuál es el punto de vista del existencialismo acerca de la libertad?

3. ¿Cuáles son los argumentos a favor y en contra de una ética existencialista?

4. Cual es el lugar apropiado de la libertad en la ética?

LEY Y LIBERTAD

La libertad en su sentido más amplio significa ausencia de ataduras o restricciones. Se dice que la ley ata a los que están sujetos, y quien quiera que esté atado percibe su libertad como recortada hasta cierto punto. Pero no toda libertad es necesariamente buena y en su sentido más amplio la palabra abarca tanto una licencia viciosa como la libertad verdadera. El propósito de la ley está en eliminar la primera y fomentar la segunda. ¿Cómo produce este efecto? Podemos estar atados por diversas clases de ataduras, y las que nos están impuestas por la ley revisten un carácter especial. Hay tres clases de libertad correspondientes a las tres clases de ataduras:

1. Cuando hablamos de ataduras, nos vienen inmediatamente a la mente cosas por el estilo de cadenas, cuerdas, barras y muros de cárcel. El sujeto atado está sometido a la fuerza, violencia y coacción aplicadas desde fuera. Semejantes ataduras imponen necesidad física externa, que impele o refrena únicamente las acciones corporales, y no puede tocar el acto interno de la voluntad. La libertad con respecto a semejante compulsión externa se designa como libertad de espontaneidad. En este sentido, el individuo al que se saca de la cárcel es puesto en libertad, y un animal desenjaulado se mueve libremente.

2. Imponen unas ataduras menos obvias pero más rigurosas las determinaciones de la propia naturaleza del individuo. El individuo falto de libre voluntad está absolutamente sujeto a sus tendencias e instintos naturales propios, y a de actuar en la forma que la naturaleza le prescribe. La naturaleza del ser impone a éstenecesidad física interna: éste es el dominio de las leyes físicas, que no son las clases de leyes de las que nos ocupamos en la ética. La libertad con respecto a dicha determinación interior de la naturaleza del individuo es lo que designamos como libertad de elección o voluntad libre, que es la prerrogativa del ser racional. Es en este sentido que del acto humano se dice que es realizado voluntaria y libremente.

3. En contraste con las dos clases de ataduras físicas, externas e internas, que se acaban de mencionar, hay también ataduras morales, que son formas de restringir la libre voluntad de los seres racionales mediante la autoridad de una voluntad ordenante. Las ataduras morales son las leyes en el sentido más estricto, esto es, leyes morales en cuanto opuestas a las leyes físicas, y la necesidad que imponen es una necesidad moral, que es la misma que el deber ser, la obligación o el deber. La libertad con respecto a la ley, con respecto al dictado por una voluntad imperante, se designa como libertad deindependencia, en este sentido, mediante la guerra de independencia, los americanos quedaron libres con respecto a las leyes de Inglaterra, y el hombre cuya mujer ha muerto es libre de volver a casarse, y el individuo que ha pagado una factura en totalidad está libre de dicha deuda.

Debido a que las ataduras son distintas, podrá ocurrir que una fase de libertad exista sin la otra. Así, pues, un individuo podrá mantener su voluntad libre y estar ligado, sin embargo, por una ley. Podrá ser físicamente libre para realizar un acto, porque está en condiciones de hacerlo, pero podrá acaso no estar moralmente libre, porque no debería hacerlo.

Aquí tenemos la diferencia entre el último tipo de libertad, libertad de independencia y los otros dos tipos. Constituye una perfección estar libre de compulsión de fuerza externa y del determinismo de un principio de acción rígidamente necesario en nuestra propia naturaleza, pero no constituye una perfección en una criatura ser libre con respecto a toda ley. La libertad de independencia sólo tiene significado en relación con la leyes humanas, que no están aprobadas universalmente para toda la humanidad, sino para determinadas divisiones o clases políticas de personas. El individuo es libre con respecto a las leyes de otras jurisdicciones a las que no pertenece, pero en cuanto ciudadano de un determinado país no puede tener libertad completa de independencia de toda ley humana. Y no puede tener independencia en absoluto con respecto a la ley moral, concebida como enraizada en la naturaleza humana.

La libertad que hemos estado considerando es libertad con respecto a, pero es más importante la libertad para. La única razón por la que lo bueno para una persona es estar libre de restricciones e impedimentos diversos es que podrá ser acaso libre para la clase de vida que se le supone haber de vivir, o para la consecución de su fin. La libertad con respecto a es simplemente negativa, y la libertad para es su complemente positivo. La ley restringe la libertad con respecto a, porque impone obligaciones de las que el individuo estaría en otro caso libre, pero refuerza la libertad para, porque pone al individuo en condiciones de vivir la clase de vida que le acomoda.

Así, pues, el objeto de la ley no está en imponer cargas indebidas o restricciones innecesarias, sino en proteger y promover la verdadera libertad. La ley tiende a hacer a los individuos buenos, dirigiéndolos hacia su fin último y señalándoles los medios necesarios para dicho fin. Inclusive en la esfera menor del bienestar temporal del hombre, la ley humana cumple la misma función, esto es, la de señalar medios para un fin y el carácter obligatorio de ambos. La ley hace libre al individuo para seguir su fin, señalándose el curso apropiado y manteniéndole en él, y dejándole al propio tiempo físicamente libre para tomar o rechazar dicha dirección, puesto que no destruye su libertad libre. De este modo, la ley libera al hombre de la esclavitud de la ignorancia y el error, pero sin reducir su responsabilidad ni su autocontrol.

Un individuo perdido en un bosque no es libre de alcanzar su destino, porque no sabe en qué dirección debe ir o cuáles medios deba usar. El poste indicador de caminos y el camino no destruyen su libertad, sino que más bien le liberan de la necesidad de permanecer en el bosque. Sigue libre, en efecto, de seguir la indicación o el camino, pero, si se niega, el castigo consiste en haber de seguir extraviado. En forma análoga, las leyes señalan como debemos actuar para conseguir nuestro fin, pero conservamos nuestra libertad de obedecerlas o desobedecerlas, con la condición de que, si desobedecemos, no podemos alcanzar nuestro fin. Por consiguiente, la verdadera libertad no es la licencia de hacer cualquier cosa que se nos antoje, por mala que sea, esto es, la libertad del forajido, sino la libertad de dirigirnos nosotros mismos, con ayuda de las leyes, hacia el bien. En este

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