Resumen de “Antropología filosófica” de E. Cassirer
jaimote4 de Junio de 2012
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Resumen de “Antropología filosófica” de E. Cassirer.
Primera parte: ¿Qué es el hombre?
I. La crisis en el conocimiento del hombre
Se reconoce en general que el problema del autoconocimiento es importante en filosofía (método introspectivo). Aunque de todos modos, es preciso reconocer que sin una percepción inmediata (introspección) no se podría definir en su totalidad el campo de la psicología humana. Pero, siguiendo solo este camino, no se puede abarcar un conocimiento del hombre en su totalidad (de todos los fenómenos humanos).
Es necesario destacar, en esta búsqueda del conocimiento del hombre, que el conocimiento de este último es una cuestión que está completamente entrelazada con la cuestión del origen del mundo. Este último y origen del hombre, siempre están entrelazados. De este modo, el conocimiento de sí mismo no puede ser considerado como una pura cuestión teórica (a propósito de lo que pensaba Platón y Aristóteles).
La pregunta acerca del hombre se comenzó a plantear a partir de las especulaciones filosóficas de Sócrates (cuestión que divide al mundo griego entre la pregunta mezclada del hombre con vistas en el mundo como totalidad [fisiólogos o presocráticos], y la pregunta por el hombre de una forma sostenida como verdad objetiva, absoluta y universal que solo engloba el universo del hombre). Aunque, Sócrates no da ninguna respuesta al problema planteado en cuestión: ¿Qué es el hombre? De todos modos, el método socrático no puede ser olvidado o ignorado.
En el estoicismos también se presenta la exigencia de la autointerrogación del hombre como una cuestión de privilegio y deber fundamental (deber que tiene un trasfondo universal y metafísico, no solo moral). El mérito de este enfoque se encuentra en que le da al hombre un sentimiento de armonía con la naturaleza, y de su sentimiento de independencia moral con ella.
Ahora bien, para captar el significado de la filosofía antropológica debemos atender a un carácter dramático, porque no nos enfrentamos con el desarrollo de conceptos o teorías de forma pacífica, sino entre una pugna de poderes espirituales en conflicto. “La historia de la filosofía antropológica se halla cargada con las pasiones y emociones humanas más profundas” (Cassirer, 2006:26). Lo que, en última instancia debe determinar una filosofía antropológica, es el destino entero del hombre reclamando una decisión última. (San Agustín se fijó en esta característica del problema antropológico).
Con la filosofía de Descartes y la entrada en la filosofía moderna, hay un nuevo auge a la pregunta por el hombre. La cuestión toma un desarrollo intelectual (lento) que pone a esta pregunta en un nivel superior. Aunque, debido a este desarrollo, la teoría moderna del hombre perdió completamente su centro intelectual; “en su lugar nos encontramos con una completa anarquía de pensamiento” (2006:43).
“Es innegable que este antagonismo de ideas no representa únicamente un grave problema teórico sino que supone, al mismo tiempo, una amenaza a todo el campo de nuestra vida moral y humana” (2006:43-4). Esto solo demuestra que hasta entonces no tenemos una idea clara del hombre (Scheler).
*(Cassirer en este primer capítulo expone el modo en cómo ha ido progresando la pregunta por el hombre en función de lo que está denominando una ‘filosofía antropológica’, para esto, desarrolla una línea en la historia del conocimiento humano partiendo desde los presocráticos, Sócrates, Platón, Aristóteles; los estoicos con Marco Aurelio; luego los medievales con San Agustín y Tomás de Aquino; luego con el periodo de transición entre cristianismo y modernidad con Pascal y Descartes, Diderot, Darwin, Scheler).
II. Una clave de la naturaleza del hombre: El símbolo
El hombre ha encontrado un nuevo método para adaptarse al ambiente, el sistema “simbólico”. Aquí el hombre debe ser capaz de adoptar las condiciones de su vida. La experiencia humana en el universo simbólico está hilada por el lenguaje, el mito, el arte y la religión. El hombre, en este universo simbólico, ya no se enfrenta directamente con la realidad física, con los objetos, sino que se preocupa de la conversa constante consigo mismo (2006:48). Su situación es la misma en la esfera teórica y práctica. La configuración de mundo del hombre, en este sentido que se atiende a sí mismo, vive en medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y desilusiones imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus sueños.
Según todo esto, es posible ampliar y corregir la definición que hay del hombre (animal racional, definición que, según Cassirer, no ha perdido su fuerza). Si bien la razón es inherente a toda actividad humana llevada a cabo, es un término insuficiente (inadecuado) para definir al hombre, porque el concepto de razón no abarca toda la amplitud de las formas de vida cultural humana en toda su riqueza y diversidad. Por lo tanto, si las formas de vida son formas simbólicas, “en lugar de definir al hombre como un animal racional lo definiremos como un animal simbólico” (2006:49).
III. De las reacciones animales a las respuestas humanas
“Es innegable que el pensamiento simbólico y la conducta simbólica se hallan entre los rasgos más característicos de la vida humana y que todo el progreso de la cultura se basa en estas condiciones” (2006:50). Entonces ahora debemos dar paso a describir en qué consiste la actitud simbólica del hombre para distinguirla de otros modos simbólicos del reino animal.
La primera frontera del problema (que distingue al animal del hombre) se encuentra entre la diferencia del lenguaje proposicional y el lenguaje emotivo. (El lenguaje proposicional es simbólico, el lenguaje emotivo, característico de los animales, se basa en signos). Los símbolos no pueden ser reducidos a meras señales, porque “un símbolo es una parte del mundo humano del sentido” (2006:57) Los símbolos solo tienen valor funcional. El hombre es diferente con el animal en este sentido porque, el animal si bien posee cierta “inteligencia práctica” (se observa el caso en que los animales fabrican sus propias armas, por ejemplo), el hombre tiene una “inteligencia y una imaginación simbólicas”. La función simbólica –dice Cassirer- “no se halla restringida a casos particulares sino que constituye un principio de aplicabilidad universal que abarca todo el campo del pensamiento humano” (2006:61) . Este principio del simbolismo que es universal, es lo que da acceso al mundo específicamente humano, al mundo de la cultura. La función simbólica del lenguaje es la que vivifica los signos materiales y los ‘hace hablar’.
Un símbolo humano genuino se caracteriza por su variabilidad. Es completamente móvil (por ejemplo, el sentido de una palabra la podemos expresar en distintos idiomas, o en un mismo idioma con distintas palabras que refieren a un sentido similar).
Otro aspecto del problema consiste en la dependencia en que se halla el pensamiento relacional con el pensamiento simbólico. “sin un sistema complejo de símbolos, el pensamiento relacional no se produciría y mucho menos alcanzaría su pleno desarrollo” (2006:66). Percatarse de las relaciones en sí no constituye ningún rasgo específico de la conciencia humana. Aunque, el hombre tiene como rasgo distintivo, a diferencia de los animales, la posibilidad de aislar las relaciones para considerarlas abstractamente.
IV. El mundo humano del espacio y del tiempo
“La descripción y el análisis del carácter específico que asumen el espacio y el tiempo en la experiencia humana constituyen una de las tareas más atrayentes e importantes de una filosofía antropológica” (2006:71). Hay que seguir una vía indirecta que analice las formas de la cultura para descubrir el carácter verdadero del espacio y el tiempo en el mundo humano.
Primero: hay tipos diferentes de experiencia espacial y temporal. Pero lo que tiene que dirigir nuestra atención en función de una teoría general del conocimiento y de una filosofía antropológica, es el espacio simbólico.
Segundo: problema de la memoria (a propósito del espacio). Igualmente debemos atender a la memoria simbólica. La memoria simbólica es el proceso en el que el hombre reconstruye su experiencia pasada a la vez que la imaginación es un elemento genuino del recordar. Este proceso puede darse de forma poética, pues la poesía es simbólica (la poesía es una forma de la memoria simbólica). Además, la poesía “es una de las formas en que el hombre puede pronunciar el veredicto sobre sí mismo y su vida, es autognosis y autocrítica” (2006:85).
Respecto del tiempo solo hemos atendido a la relación entre presente y pasado. Pero la dimensión del tiempo futuro parece algo más característico de la vida humana. En nuestra conciencia el tiempo futuro es un elemento indispensable. “pensar en el futuro y vivir en él constituye una parte necesaria de su naturaleza… (Humana)” (2006:87). El futuro se convierte en un ideal y esta transformación (de la imagen del futuro hacia lo ideal) queda manifestada en todas las fases de la vida cultural.
V. Hechos e ideales
El conocimiento humano es simbólico. Un símbolo no es algo existente realmente, sino que es algo que posee sentido (ser y sentido no son lo mismo).
Este capítulo se basa en la distinción entre realidad y posibilidad.
Segunda parte: El hombre y la cultura
VI. Definición del hombre en términos de cultura
Para desarrollar una teoría del hombre, no podemos limitarnos
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