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ARGENTINA 1RA A MITAD DE SIGLO XX

GABOJOSEPM17 de Marzo de 2012

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El trabajo femenino y la lucha de la mujer por los derechos civiles y políticos

en la Argentina durante la primera mitad del siglo XX

1. Introducción al presente trabajo

2. El trabajo femenino en la argentina durante la primera mitad del siglo XX

3. El ideal de femineidad

4. El tema del poder

5. Alianzas intragénero e interclase

6. La lucha por la igualdad jurídica y cívica

7. La mujer trabajadora durante la época peronista

8. Conclusiones

9. Bibliografía

Introducción al presente trabajo

Cuando decidí escribir el trabajo final sobre este tema comenzaron mis preguntas, no sobre el tema, sino sobre el abordaje del mismo. Me pregunté: “en qué lugar me paro para desarrollarlo ¿desde qué mirada científica?”

No soy historiadora, tengo que atenerme a los escritos de quienes mucho han investigado, analizado y desarrollado la problemática del trabajo femenino en la Argentina y en esto son referentes la Dra. Mirta Zaida Lobato y la Dra. Dora Barrancos.

He leído algunos de sus trabajos, que posteriormente citaré y encontré que no podía criticar (consigna dada por la Cátedra) el escrutinio riguroso que ambas autoras hicieron de hechos históricos y estoy de acuerdo con sus análisis sobre los mismos.

¿Mi pregunta “desde qué lugar me paro”? continuó sin ser respondida durante todo el tiempo que me llevó leer sus textos. Me decía: “recopilo información y en algún momento lo sabré”, reconozco que no sin cierta dosis de angustia.

Finalmente hoy, ante la página en blanco sentí que mi lugar desde el cual abordar el tema, es el de la hija de una “fabriquera” (así la llamaban cuando querían herirla), de la nieta de una ama de casa- “lavandera para afuera” cuando los intermitentes trabajos de mi abuelo la obligaban a poner el puchero sobre la mesa, de otra abuela “encargada de un edificio de inquilinato” que ejercía poder en representación del dueño del inmueble y de una tía vendedora en Gath & Chaves, que por tener ese rol se sentía superior a otras trabajadoras.

Ese es mi legado de mujeres trabajadoras, pero también decidí ubicarme desde mi lugar de psicóloga laboral, que vengo realizando mi trabajo profesional desde hace veinticinco años y viendo la problemática de género en las Organizaciones durante todo este tiempo.

Cuánto ha cambiado el rol de la mujer y la construcción de una subjetividad femenina en el mundo del trabajo desde la época que me ocupa (principios a mediados del siglo XX) a la actualidad?, es mi pregunta, que no podía ser contestada sin adentrarme en la historiografía de una época que no viví.

El trabajo femenino en la argentina durante la primera mitad del siglo XX

Al consolidarse la economía capitalista, se quiebra la unidad económica familiar campesina y se establecen dos ámbitos de acción, el público y el privado, que propicia la división sexual del trabajo, con connotaciones diferentes a la que tenía la división sexual del trabajo ya existente.

Cuando las tareas domésticas y productivas se realizaban en el mismo espacio o mundo doméstico, la división sexual del trabajo entre marido-mujer, hermanos varones y hermanas, no se percibía como una desigualdad, ni se desvalorizaban las tareas domésticas. Todas las tareas dentro de la unidad económica familiar apuntaban al sostenimiento y reproducción de la familia..

Antoine Prost sostiene que la primera forma de ganancia en esta economía de subsistencia era la ausencia de gasto y las amas de casa eran quienes ahorraban, para luego gastar en otras cosas o invertir en la explotación familiar. Así como el hombre participaba del trabajo de la casa haciendo arreglos, muebles y utensilios.

Al definirse estos dos espacios, público y privado y monetarizarse más la economía, el trabajo asalariado del hombre, el que gana el dinero, adquiere mayor importancia que el trabajo no remunerado de la mujer, aunque evite gastar. La relación entre ambos cónyuges se desnivela, pasando el hombre a tener un poder diferente sobre la mujer, ya no asentado en la tradición y en las costumbres de los estereotipos femenino y masculino, sino más ligado a una identificación con la jerarquía en la fábrica.

La acumulación del período de expansión capitalista del siglo XX requirió la participación de la mujer en el trabajo fabril. Dora Barrancos dice que, antes de la segunda revolución industrial aparece una problematización de la condición femenina, que la involucraba como trabajadora.

Por qué antes el trabajo de la mujer no era un problema y luego lo fue? Porque salió del ámbito familiar, del hogar, para incluirse en el ámbito público y en el trabajo asalariado a través de su incorporación a las fábricas. Por qué esto a su vez fue un problema?, es algo que intentaré aclarar y también hipotetizar en el transcurso del presente trabajo.

La división del trabajo según el sexo se va a dar en función de una supuesta condición femenina biológica, que le otorgaría habilidades para realizar tareas que serían una prolongación de las que realizaba en el ámbito hogareño. La identidad femenina predispondría a la mujer para la realización de tareas diferentes a las de los hombres. Del mismo modo, los hombres quedarían vinculados a tareas de fuerza, en contacto con el mundo externo, asumiendo el rol de proveedor económico que garantiza la subsistencia de los integrantes de la familia.

El concepto de “condición femenina” siempre me produjo resistencia. Porque la condición tiende a fijar, estereotipa, está predeterminada, tiene una connotación biológica y lo que he ido observando a lo largo de mi práctica profesional, de mi vida y de lo que he leído, ha sido una evolución de esta llamada condición femenina. Por tanto, el concepto de lo femenino así como de lo masculino son construcciones histórico-sociales y culturales, sujetas a cambios, aunque lentos.

Volviendo a principios del siglo XX, la mujer comienza a pasar de un trabajo a domicilio, aunque fuera para otros como el caso de las costureras, lavanderas, planchadoras, que no separaba al hogar del lugar de trabajo, a una actividad fabril y con salario. Mirta Lobato en “lenguaje laboral y de género en el trabajo industrial” nos dice que la historia laboral en la industria es poco conocida porque predominan dos imágenes: la de las mujeres que se dedicaban a las tareas domésticas garantizando la reproducción familiar y la de las mujeres que recibían un salario por las tareas que realizaban en su propio domicilio. Pero que sin embargo desde fines del siglo XIX, hombres y mujeres se incorporaron al trabajo fabril con significados y consecuencias distintas.

Lo que en esa época parecíó no advertirse, fue que las mujeres que se incorporaron al trabajo fabril, seguían garantizando la reproducción familiar. El peso de las tareas domésticas, la administración de la casa y la crianza de los hijos, continuó bajo la órbita femenina. No hubo sustitución de una función por otra, sino una doble función. Las consecuencias para las mujeres en términos de salud, libertad y desarrollo laboral, han sido muy importantes, negativas y sentidas hasta en la actualidad.

El ideal de femineidad

En las primeras décadas del siglo XX se configura un ideal de mujer que se realizaba en el hogar, cuya función primordial era la maternidad y se ataca el trabajo femenino en las fábricas. Me pregunto por qué se enfatizó el rol materno y doméstico de la mujer y quiénes estaban interesados en ello?. La gran cantidad de mujeres que trabajaban en las fábricas, con salarios más bajos que los de los hombres constituyendo mano de obra barata, me lleva a pensar que el capitalista no estaba particularmente interesado en que la mujer asumiera exclusivamente el rol de ama de casa, esposa y madre. Al menos no la mujer de clase baja, que constituía su fuerza de trabajo. Para el resto de las mujeres, es muy probable que compartiese el mismo ideal de femineidad que sus congéneres.

Mirta Lobato en el mismo texto dice que “en fábricas como las de Angel Braceras,… unas cuatrociento cincuenta mujeres cosían vestidos, tapados….. En otras Compañías, como Sere, entre quinientas y mil trabajadoras confeccionaban bolsas…En las fábricas de cigarrillos – Alvarez y Cía. Piccardo y la Compañía General de Tabacos, las tareas de empaque eran realizadas por las manos de muchas mujeres. Lo mismo ocurría en la fabricación de fósforos”. También cita que en la industria textil el 80% del personal estaba constituído por mujeres y en los frigoríficos Swift y Armour un 30% de los trabajadores eran mujeres. También las mujeres se desempeñaron en el comercio y los servicios.

Si bien al capitalista le interesa la reproducción de la fuerza de trabajo y podría pensarse que la mujer la garantizaba a futuro, es difícil pensar a un capitalista que sacrifique la rentabilidad de hoy por el beneficio de mañana. Si a los empresarios les hubiera preocupado la preservación del rol de madre y el cuidado de los hijos de las obreras, entre otras cosas, hubieran puesto guarderías en las fábricas antes de 1930. No podían desconocer la complejidad que se le planteaba a las obreras para dejar a sus hijos pequeños a cuidado y concurrir a sus tareas.

La autora menciona a políticos, prensa burguesa y sectores contestatarios, socialistas, anarquistas, interesados en “subsanar el desorden” que representaba el trabajo asalariado fuera del hogar.

El interés de los políticos por el crecimiento de la población se venía manifestando desde el siglo XIX, ya que el creciente proceso productivo necesitaba de

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