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El Docente


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2011  •  1.389 Palabras (6 Páginas)  •  418 Visitas

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El ejercicio de la profesión docente requiere la adaptación constante a los cambios que suponen el contacto con los alumnos de las distintas etapas de la educación. Detrás de estos cambios surgen los aspectos negativos de la sociedad, entre los que se encuentra la violencia, que va desde una palabra de agresión, un impacto psicológico y hasta físico, en todos los sectores de la educación.

Partiendo de esta realidad debemos recordar que en los sistemas de educación tradicionales se emplea el castigo como forma de control o disciplina, donde cada una de las acciones que representarán un acto de desacato de la autoridad era seguido por una consecuencia que en lugar de fomentar un aprendizaje, suponía sólo una represalia sin razón y sin argumentos para generar una conciencia del acto que lo generó y de esa forma poder encaminar las acciones lejos de los errores cometidos en el pasado.

Ahora bien, la forma tradicional de actuar frente al conflicto es la de la sanción disciplinaria, pero no siempre el castigo supone una modificación de la conducta. Paradójicamente, el castigo puede transformarse en una justificación de la conducta o incluso en un trofeo o un proceso de victimización. Pero recurriendo a sistemas de mediación, las partes se sienten satisfechas por el acuerdo convenido y esta situación las predispone favorablemente para abordar futuros conflictos de la misma manera. Sin embargo, debe considerarse que no todos los conflictos pueden resolverse a través de la mediación. Ciertas normas institucionales, administrativas o las mismas políticas educativas deben estar fuera del ámbito de negociación.

Los rapidísimos cambios que está sufriendo el alumnado en los últimos años, relacionados sin duda con una fuerte desestructuración de las tradicionales pautas de comportamiento, en las relaciones sociales de los jóvenes entre sí y con los adultos (familia, profesorado), causa en los educadores la desagradable sensación de un permanente “fuera de juego” en el que las maneras tradicionales de relación social, antes discutidas de forma excepcional, son cotidiana y permanentemente ignoradas por un número cada vez mayor de alumnos para los cuales aquellas ya no resultan significativas. Hasta ahora el sistema, diseñado para funcionar con las anteriores pautas de relación, suele reaccionar con un incremento de las medidas de control y disciplinarias (partes de incidencia, sanciones diversas, expulsiones temporales.) que por su misma incorporación a la normalidad pierden rápidamente su capacidad disuasoria. Agotada esta vía, el sistema y gran parte del profesorado se encuentran inermes ante unos cambios percibidos casi siempre como pérdida de unas condiciones mínimas, las únicas posibles, que pueden garantizar la eficacia de su función.

El reflejo es completamente natural y explicable, pero no alivia nada el dramatismo de la situación; por ello, desde hace unos años venimos defendiendo vías alternativas para afrontar los conflictos, que ahora afloran a la superficie de una manera más frecuente y se van convirtiendo en un centro de atención fundamental para desarrollar nuestra tarea educativa. En la búsqueda de procedimientos diferentes al meramente disciplinario (sin que ello signifique excluir este de nuestras actuaciones, que seguimos creyendo útil para casos determinados), nuestro centro ha dispuesto desde hace cuatro años con un equipo de mediación para el que se han formado, a través de diversas etapas, un grupo de profesores, madres, alumnos y personal no docente, y que además cuenta con una entusiasta voluntad de impulsar estas nuevas experiencias por parte de la Junta Directiva.

El planteamiento de la mediación escolar se inscribe en el núcleo duro de la acción educativa en valores, entendida esta como proceso de adquisición progresiva de un plano moral más elevado. Ahora bien, en el marco de la sociedad actual semejante pretensión se sitúa a contrapelo de los valores efectivos dominantes, no retóricos, que son los que informan la sociedad de mercado competitiva. El paradigma disciplinario en el que se enmarcan los reglamentos sancionadores al uso es un subsistema valorativo del paradigma ideológico liberal-capitalista,

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