ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Tepochcali A Escuela De Los jóvenes Guerreros


Enviado por   •  6 de Julio de 2011  •  1.495 Palabras (6 Páginas)  •  1.336 Visitas

Página 1 de 6

El tepochcalli, la escuela de los jóvenes guerreros

El mundo mexica se caracterizaba por el cuidado que ponían los gobernantes en el buen funcionamiento de su sistema educativo

Las escuelas de Tenochtitlan atendían a los jóvenes de acuerdo con su extracción social: los hijos de los nobles acudían al Calmécac, institución que se hallaba dentro del recinto ceremonial, mientras que los vástagos de los demás pobladores, conocidos genéricamente como macehualtin, asistían a las escuelas de jóvenes, llamadas Tepochcalli, que había en cada barrio.

Las familias de Tenochtitlan consideraban a sus hijos como una dádiva de los dioses; los hijos darían continuidad al linaje, colaborarían en las actividades productivas de la familia y aprenderían a respetar a sus mayores y a venerar a las deidades. Algún día celebrarían su matrimonio, conformando así un nuevo pilar en la organización social del calpulli.

Era muy importante que al interior de la familia los niños aprendieran que en la generación del universo, llevada a cabo por los dioses supremos, las energías masculina y femenina se habían unido para dar fuerza a la creación de la vida. Por ello las mujeres educaban a las hijas, mientras que los varones instruían a los hijos; de esa manera, durante todo el proceso de educación informal que se llevaba en la familia, niños y niñas aprendían las conductas adecuadas y diferentes para cada sexo.

En efecto, podría decirse que en la educación se combinaban los discursos solemnes y las muestras de amor y cariño de padres a hijos, con castigos y reprimendas sumamente rigurosos. De los tres o cuatro años en adelante, los infantes debían ejecutar tareas sencillas con gran comedimiento y obediencia; conforme pasaban los años el trabajo se hacía más complejo y las labores más pesadas; así aprendían, los niños, los oficios del padre, mientras que las jovencitas, todas las labores domésticas: asear la casa, preparar los alimentos, hilar las prendas de vestir de la familia, etcétera.

En un principio, a los niños rebeldes se les amenazaba con una buena azotaina, que se hacía efectiva cuando mostraban desobediencia; más tarde, ante las actitudes negativas de los infantes y jovencitos, los padres les aplicaban dolorosos punzamientos con púas de maguey (preparándolos, de paso, para las futuras prácticas del autosacrificio), o bien los semiasfixiaban con el humo de chiles quemados. Por su parte, las adolescentes que mostraban actitudes negativas, como el coqueteo y el gusto por el chisme, eran obligadas a barrer de noche fuera de la casa, lo que era considerado como algo peor que recibir una paliza.

Al cumplir los quince años, los varones adolescentes eran obligatoriamente enviados por sus padres al Calmécac o al Telpochcalli, mientras que las jovencitas continuaban instruyéndose en casa, junto a sus madres, en las labores ancestrales que las capacitarían, cuando llegara el momento, para ser buenas esposas.

En el Calmécac, los hijos de los pipiltin aprendían los relatos históricos contenidos en los ámatl, o libros pintados (hoy conocidos como códices), que eran leídos en interminables discursos por los viejos sacerdotes.

Algunos jóvenes con habilidad para la pintura, en su momento serían tlacuilos y se encargarían de registrar la historia en dichos libros utilizando la complicada escritura pictográfica. Los hijos de los sacerdotes seguirían los pasos de sus padres, aprendiendo los relatos mitológicos y el complejo funcionamiento del ceremonial que se llevaba a efecto en los diversos templos y santuarios.

Todos los alumnos del Calmécac debían dominar los giros literarios más elegantes de su lengua, el náhuatl, y conocer las grandes creaciones poéticas de los antiguos bardos, así como saber declamar con donaire y distinción. Aprenderían además el difícil manejo de la administración pública y en el futuro serían maestros, jueces e inclusive gobernadores, para lo cual deberían conocer los códigos legales que regulaban la vida en comunidad.

Para observar el tipo de educación que recibían los jóvenes en el Tel pochcalli, acerquémonos a dos familias de humildes agricultores cuyos hijos, Venado Negro y Liebre Asustada, ingresaron recientemente a la escuela de su barrio.

Cumpliendo la obligación tradicional, sus padres los habían conducido hasta las puertas de la institución y entregado personalmente al maestro principal; por el camino habían repetido incesantemente a sus vástagos que debían ser obedientes, diligentes y respetuosos, y que ellos eran el último eslabón de la cadena familiar, por lo que su actitud nunca debería avergonzar a sus ancestros.

La vida en el Telpochcalli era dura, ya no había dulces palabras; las órdenes eran ahora más estrictas y desde la madrugada comenzaban las extenuantes

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9.5 Kb)   pdf (77.3 Kb)   docx (12.5 Kb)  
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com