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“El gobierno de los niños, de las almas, de las comunidades

Fabián QuiñonesDocumentos de Investigación16 de Febrero de 2017

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Uso de la propaganda durante las dos guerras mundiales. El caso estadounidense y el caso alemán.

“El gobierno de los niños, de las almas, de las comunidades,

                                                                              familias, de la enfermedad. "Gobernar" no sólo cubre las

                                                                              formas legítimamente constituidas de sujeción política o

                                                                            económica, sino también modalidades de acción más o  

                                                                          menos consideradas y calculadas, orientadas a actuar

                                                              sobre las posibilidades de acción de los otros”

Michel Foucault

  1. Introducción

La propaganda ha sido considerada desde hace mucho tiempo como una importante herramienta en la formación política e ideológica  de los ciudadanos. Son muchos los ejemplos que desde la historia, la psicología, la sociología, y la comunicación, entre otras disciplinas, se pueden evidenciar y estudiar; en todos ellos, es posible, y así se ha hecho—cada vez con más frecuencia y más profundidad—estudiar  sus consecuencias, su efectividad, sus canales, e incluso, los crímenes y atrocidades que se han cometido por su efectividad.

Basta con recordar el pasado siglo XX. Los regímenes autoritarios como el Nazismo alemán y el fascismo italiano,  el imperio japonés, y la URSS, al igual que las democracias de los aliados, Francia, Gran Bretaña, y Estados Unidos, pusieron en práctica la propaganda y consiguieron deseables, pero también, terribles resultados.

De esto nos ocuparemos durante este capítulo. Se tomarán algunos ejemplos de cómo se hizo uso de la propaganda en los Estados Unidos y en Alemania durante la  primera y segunda guerra mundial para demostrar cómo se aplicó y dirigió la propaganda desde los estados nacionales hacia sus poblaciones, qué objetivos tenía, y qué canales se usaron, entre otras cosas. También se harán algunas menciones—como lo es en el caso del cine—a  la producción de propaganda francesa durante la primera guerra mundial, o a la propaganda inglesa.  

Desde muy tempranos tiempos, la política, aquella actividad que trata temas humanos tan importantes y controvertidos como el poder, el gobierno, el bien común—o propio en muchos casos—el estado, los derechos, las leyes y la justicia, la autoridad, e incluso, cierto tipo de relaciones humanas, encontró una herramienta imperativa y casi que vital para poder expandirse, revelarse, y posicionarse en las sociedades. Dicha herramienta, odiada por muchos y amada por otros, pero finalmente indispensable, es la propaganda.  

Antonio Pineda Cachero, gran académico e investigador del tema, ha definido la propaganda como:

“un fenómeno comunicativo de contenido y fines ideológicos mediante el cual un Emisor (individual y colectivo) transmite interesada y deliberadamente un Mensaje para conseguir, mantener o reforzar una posición de poder sobre el pensamiento o la conducta de un Receptor (individual y colectivo) cuyos intereses no coinciden necesariamente con los del Emisor” (Cachero 2006)

Resulta entonces evidente el lazo que une la política y la propaganda, el concepto de poder, por ejemplo, se ejerce mediante el ejercicio político, pero se transmite y se instala en aquel que Cachero llama el receptor, gracias a la propaganda. La categoría de poder es fuertemente trabajada por Michel Foucault quien la define como:

“El ejercicio del poder consiste en guiar la posibilidad de conducta y poner en orden sus efectos posibles. Básicamente el poder es más una cuestión de gobierno que una confrontación entre dos adversarios o la unión de uno a otro (…) Lo que sería propio de una relación de poder es que esta es ser un modo de acción sobre otras acciones” (Foucault, 1983)

Por otro lado, la conclusión de Cachero sobre la función que tiene la propaganda de reforzar, implantar, o dirigir una posición de poder para generar control en la conducta o el pensamiento de otros, nos llevará necesariamente a una corta—pues no es tema principal de este trabajo—pero espero completa revisión de cómo se hizo uso de la propaganda en algunos momentos importantes de la historia, especialmente durante el pasado siglo XX.

Históricamente, la propaganda se ha usado por muchos como un arma fundamental de guerra. Napoleón, por ejemplo, fue uno de esos grandes generales que no solo supo dirigir militarmente su ejército, sino que hizo un  gran uso de la propaganda para intimidar y vencer de forma psicológica a sus adversarios. Andrés Valdez Zepeda, refiere en su artículo “Propaganda y guerra” las ideas de Napoleón quien decía “Dominar el arte de la guerra, implica siempre infligir al enemigo no sólo una derrota militar sino psicológica y esta se logra, en parte, gracias  la propaganda” (Zepeda, 2002). Era, según Zepeda, normal en Napoleón “difundir sus triunfos e inclusive plasmarlos en lienzos y pinturas monumentales para crearse la imagen de invencible” (Zepeda, 2002).

Posteriormente, la propaganda volvería a ser usada como arma de guerra, pero esta vez, su éxito sería inimaginable y al mismo tiempo, escalofriante. Durante el siglo XX, la humanidad se enfrentaría a lo que Eric Hobsbawm ha llamado la “Época de la guerra total” aquellos

“31 años de conflicto mundial que van desde la declaración Austriaca de guerra contra Serbia el 28 de julio de 1914 y la rendición incondicional del Japón el 14 de agosto de 1945 en los que pareció que podría desaparecer una gran parte de la raza humana”  (Hobsbawm, 2014)

Y posteriormente a la llamada guerra fría, producto de los dos bloques políticos, económicos e ideológicos formados después de terminada la Segunda Guerra Mundial.

Desde hacía ya unos siglos, los avances tecnológicos en la comunicación habían estado creciendo y perfeccionándose cada vez más. Empezando por la imprenta, inventada durante el siglo XV, los hombres y mujeres que vivieron el siglo XX estaban expuestos a formas de comunicación que se hacían cada vez más complejas y efectivas. La radio, por ejemplo, creada a principios del siglo, y la televisión, durante la década del cincuenta, serían canales imprescindibles para la transmisión de propaganda política y de guerra que desde los estados implicados en los conflictos armados se difundió hacia la población civil.  

“Los regímenes autoritarios y totalitarios, como el caso del nazismo, basaron su poderío y la legitimación social de sus gobiernos no solo a través de la coerción, sino también por la maquinación y promulgación de grandes campañas propagandísticas que lograron moldear y manipular la voluntad y mente de sus habitantes” (Reséndiz, 2003)

En el párrafo anterior se ve con claridad la idea de propaganda que tomamos previamente de Cachero. La propaganda como herramienta de guerra, fue usada por los regímenes totalitarios durante el siglo XX con el fin de moldear, modelar, manipular, convencer, y obtener legitimidad y apoyo de la población civil ante las acciones de los gobiernos.

Sin embargo, no fueron estos regímenes los únicos que usaron la propaganda con este fin; durante la justificación del trabajo que se está desarrollando ya había escrito:

“Se hizo evidente durante todo el siglo XX, la importancia que tuvo la propaganda en la construcción de ciudadanos partidarios de la guerra, el comunismo, el nazismo, la sociedad liberal y capitalista entre otros. De igual forma, se hizo evidente la construcción de un modelo educativo que permitía la expansión de ideologías, de propaganda. Afirmaba Adolf Hitler en su libro “Mi lucha”: “Inmediatamente después de haber ingresado en el partido obrero alemán, tomé a mi cargo la dirección de la propaganda. Consideraba este ramo como el más importante del momento. La propaganda debía preceder a la organización y ganar a favor de ésta, el material humano necesario para su actividad” (Hitler, 1925)” (Quiñones, 2015)

El uso de la propaganda con fines políticos y de guerra, fue un fenómeno que cubrió a una gran parte de las naciones del mundo, pero, especialmente, a las implicadas en las dos guerras mundiales y la posterior guerra fría que moldearon el siglo XX.

“En este sentido, el siglo XX nos enseñó que cualquier acción militar no puede prescindir de la comunicación, y menos aún de los medios de la propaganda; así lo entendieron Lenin, Hitler, Mao y hasta el general Giap; no se diga de los altos mando militares de los aliados o las coaliciones de países occidentales, desde la primera guerra mundial, hasta la guerra punitiva contra Irak” (Reséndiz,2003)

Por lo anterior, resulta importante hacer un recorrido por la forma en que se usó la propaganda en algunos de los gobiernos implicados en dichos conflictos, la forma en que se transmitió, a través de qué canales, qué fines tenía y qué consecuencias tuvo, entre otras cosas. Empezaré por uno de los gobiernos que, aunque ajeno inicialmente a los conflictos, terminó tomando posición en ellos, y peleando para salir no solo victorioso sino claramente fortalecido; los Estados Unidos.

  1.  Algunos ejemplos del uso de la propaganda en la primera y segunda guerra mundial. El caso estadounidense.  

A comienzos de siglo XX los Estados Unidos parecían estar en un aislacionismo y posición neutral definitiva frente al conflicto militar que se llevaba a cabo en el continente europeo. La mayoría de la población, así como de sus dirigentes, mantenían una actitud desinteresada frente a la guerra europea que se llevaba peleando desde 1914, y a quienes se encontraban peleándola; el concilio parecía apuntar hacía la no intervención en Europa.

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