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Fin Edad De Oro


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2013  •  3.951 Palabras (16 Páginas)  •  277 Visitas

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La historia de los veinte años que siguieron a 1973 es la historia de un mundo que perdió su rumbo y se deslizó hacia la instabilidad y la crisis. Sin embargo, hasta la década de los ochenta no se vio con claridad hasta qué punto estaban minados los cimientos de la edad de oro. Hasta que una parte del mundo-la Unión Soviética y la Europa oriental del ”socialismo real”-se colapsó por completo, no se percibió la naturaleza mundial de la crisis ni se admitió su existencia. Durante muchos años los problemas económicos siguieron siendo “recesiones”.

Hubo que esperar a principios de los años noventa para que se admitiera, como por ejemplo en Filadelfia-que los problemas económicos del momento eran peores que de los años treinta.

La comparación de los problemas económicos de las décadas que van de los años setenta a los noventa con los de los períodos de entreguerras es incorrecta, aun cuando el temor de otra Gran Depresión fuese constante en todos esos años.

Las “décadas de crisis”, que siguieron a 1973 no fueron una “Gran Depresión, a la manera de 1930 porque la Economía Global no quebró, ni siquiera momentáneamente, aunque la edad de oro finalizase en 1973-1975.

En el mundo capitalista avanzado continuó el desarrollo económico, aunque a un ritmo más lento que en la edad de oro, a excepción de algunos de los “países de industrialización reciente” (fundamentalmente asiáticos), cuya revolución industrial había empezado en la década de los sesenta. El crecimiento del PIB colectivo de las economías avanzadas apenas fue interrumpido por períodos cortos de estancamiento en los años de recesión de 1973-1975 y de 1981-1983.

El comercio internacional de productos manufacturados, motor de crecimiento mundial, continuó, e incluso se aceleró, en los prósperos años ochenta a un nivel comparable a la edad de oro. A fines del siglo XX los países del mundo capitalista desarrollado eran, en conjunto, más ricos y productivos que a principio de los setenta y la economía mundial de la que seguían siendo el núcleo central era mucho más dinámica.

En África, Asia occidental y América Latina, el crecimiento del PIB se estancó La mayor parte de la gente perdió su poder adquisitivo y la producción cayó en gran parte de la década de los ochenta.

En la antigua zona del “socialismo real” de Occidente las economías que habían experimentado un modesto crecimiento en los ochenta, se hundieron por completo después de 1989. En este caso resulta totalmente apropiada la comparación de la crisis posterior a 1989 con la Gran Depresión y, todavía queda por debajo de lo que fue el hundimiento de principios de los noventa.

No sucedió lo mismo en Oriente. Nada resulta más sorprendente que el contraste entre la desintegración de las economías de la zona soviética y el crecimiento espectacular de la economía china en el mismo período. En este país y en gran parte de los países del sureste y del este asiáticos, que en los setenta se convirtieron en la región más dinámica de la economía mundial.

Sin embargo, si la economía mundial capitalista prosperaba, no lo hacía sin problemas. La pobreza, el paro, la miseria y la inestabilidad reaparecieron tras 1973. En la Europa Occidental el desempleo creció de un promedio de 1,5% en lo sesenta hasta 4,2% en los setenta y en el momento culminante de la expansión en los ochenta era d 9,2% en la Comunidad Europea y de un 11% en 1993.

A diferencia de la edad de oro, la población trabajadora potencial no aumentaba con la afluencia de los hijos de la posguerra, y la gente joven-tanto en épocas buenas como malas- solía tener un mayor índice de desempleo que los trabajadores de más edad. Se podía haber esperado que el desempleo permanente disminuyese.

Por lo que se refiere a la pobreza y a la miseria, en los años ochenta incluso muchos de los países ricos y desarrollados tuvieron que acostumbrarse de nuevo a la visión cotidiana de mendigos en las calles, así como a las personas sin techo, acurrucados en los portales al abrigo de las cajas de cartón- en una noche cualquiera, en la ciudad de Nueva Cork, 23.000 hombres y mujeres durmieron en la calle o en los albergues públicos.

La reaparición de los pobres sin hogar formaba parte del gran crecimiento de las desigualdades sociales y económicas de la nueva era.

En las menos igualitarias (Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Suiza), el 20% de los hogares del sector más rico de la población disfrutaban de una renta media entre ocho y diez veces superior a la del 20% de los hogares del sector más bajo y el 10% de la cúspide se apropiaba normalmente del 20 al 25% de la renta total del país.

Este ejemplo no es nada comparable con lo que ocurría en Guatemala, México, Sri Lanka y Botswana donde obtenía cerca del 40% y de Brasil, el máximo candidato al campeonato de la desigualdad económica, junto a Nepal y Turquía, Jamaica y Honduras.

En la década de crisis la desigualdad creció inexorablemente en los países de las “economías desarrolladas de mercado”, en especial desde el momento que el aumento casi automático de los ingresos reales al que estaban acostumbradas las clases trabajadoras en la edad de oro llegó a su fin.

A principio de los noventa empezó a difundirse un clima de inseguridad y de resentimiento, inclusive en muchos de los países ricos. Esto contribuyó a la ruptura de sus pautas políticas tradicionales. En 1990 y1993 no se intentaba negar que, incluso el mundo capitalista desarrollado estuviera en depresión. Nadie sabía qué hacer con ella, salvo esperar que pasase.

El hecho central de las décadas de crisis es que sus operaciones estaban fuera de control. Nadie sabía cómo enfrentarse a las fluctuaciones de la economía mundial, ni poseía instrumentos para accionar sobre las mismas.

La herramienta principal que se había empleado para hacer esa función de la edad de oro, la acción política coordinada nacional o internacional, ya no funcionaba. Las décadas de crisis fueron la época en que el estado nacional perdió sus poderes económicos.

La historia de la década de los setenta fue la de unos gobiernos que compraban tiempo y en el caso de los países de tercer mundo y de los estados socialistas, a costa de sobrecargarse con lo que esperaban que fuese una deuda a corto plazo, aplicaban las viejas recetas de la economía keynesiana, y fue en este período que en la mayoría de los países capitalistas se supuso que los problemas iban a ser temporales creyendo que en un uno o dos años podrían recuperar la prosperidad y el crecimiento, tal es el ejemplo de Gran Bretaña-1974- y de Estados Unidos-1976-, con gobiernos socialdemócratas que no estaban dispuestos a abandonar la edad de oro.

La

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