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Informe del Museo Bruning ESCUELA PROFESIONAL DE ESTOMATOLOGÍA


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2015  •  Informes  •  5.826 Palabras (24 Páginas)  •  516 Visitas

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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA PROFESIONAL DE ESTOMATOLOGÍA

EXPERIENCIA CURRICULAR DE CÁTEDRA SEÑOR DE SIPÁN

DOCENTE        : MG. ALFREDO R. CASTRO CASTRO

TEMA:             Informe de la visita al Museo Arqueológico Nacional  Bruning de Lambayeque.

INTEGRANTES:                  1.- Calderón Rodriguez, Frank Charly.

                                  2.- Miliam Saavedra, Junior.

                                  3.- Pérez Pulache, Claudia Lucila.

                                  4.- Pisfil Farroñay, Yhojar.

                                         5.- Tello Mendoza Fiorella Leonor.                                        

CICLO        :        II                                    SECCIÓN:         “A”        

AULA        :        411                                    TURNO:           MAÑANA                

Chiclayo, 08 de Octubre del 2015

MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL BRUNING DE LAMBAYEQUE

I. INFORME SOBRE EL MUSEO BRUNING

1.1. Datos Bibliográficos de Enrique Bruning. Su obra.

La arqueología y la historia han podido revelar el pasado de los moches de ente los esfuerzos arqueológicos e investigadores. Destaca el trabajo de un hombre que no nació en el Perú pero que fue el más grande divulgador de la cultura moche, este hombre vino desde muy lejos y no precisamente a estudiar el pasado peruana sino a trabajar como ingeniero en las inmensas plantaciones de caña de azúcar que por ese entonces era el cultivo más predominante en la soleadas tierras de Lambayeque.

Comenzó recorriendo los ingenios azucareros instalando máquinas y revisando las plantas de producción de azúcar pero en corto tiempo el misterio de los moches, su extraña lengua y sus milenarias costumbres fueron llamando su atención hasta transformarlo en un habido investigador del pasado al punto que hoy nadie lo recuerda por su profesión de ingeniero sino más bien por el título que el mismo quiso para sí “el eterno enamorado del reino de los moches”.

                                               (1848-1928)

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Se llamaba HANS HEINRICH BRUNING, fue un investigador alemán de la Cultura Moche. Nació 20 de agosto de 1848, en Hoffeld, Alemania  Sus padres fueron Jochim Brüning y Anna Magdalena Brookstedt. En sus inicios el joven Hans Heinrich se graduó de ingeniero mecánico y a la edad de 27 años, decidió embarcarse a Perú llegando al puerto del Callao el 12 de septiembre de 1875. Cinco días después desembarca en el puerto Etén de Chiclayo y se puso inmediatamente al servicio como mecánico.  Pero curiosamente Brüning no se presentó como ingeniero, sino como comerciante y luego como administrador.  Contratado como muchos otros europeos para supervisar el complicado funcionamiento de los trapiches azucareros en aquel entonces había en el Perú más de 230 haciendas dedicadas al cultivo de la caña de azúcar, 80% de las cuales se encontraban en el norte del país distribuidas entre Chiclayo, Trujillo, Pacasmayo y Lambayeque. Los nombres de esas haciendas forman parte dela historia  del norte, Laredo, Pomalca, Roma, Sauzal, Pátapo.

Una vez radicado en el norte peruano, comenzó a visitar las haciendas aledañas y sería recién a partir de 1894 que se le conoce con el nombre de Enrique, según el diario guardado en los archivos del Hamburgisches Museum Für Völkerkunde de Berlín. Se sabe que el romance de Brüning por la arqueología empieza en 1883 cuando conoce a Adolph Bandelier, un diestro en los estudios arquitectónicos de los edificios prehispánicos y, desde entonces, Brüning tomó su pesada cámara fotográfica y empezó a retratar las construcciones más antiguas y también a los habitantes de la época.

Fotógrafo aficionado y buen dibujante, logra levantar planos que hasta hoy llaman la atención de los entendidos, además de registrar más de 2 mil fotos en placas de vidrio, en películas negativas y positivas, como lo afirma Corinna Raddatz, estudiosa de la colección visual de Brüning.

Empieza a comprar y recolectar piezas arqueológicas como ceramios, metales, piedras preciosas y talladas en maderas. Su vida empieza a inclinarse por la etnografía, la arqueología y como un hombre querido y respetado aunque de muy pocos amigos. Fue sin duda un ser modesto: casi nunca se autorretrataba.

Cuando Enrique Brüning contaba con 49 años de edad (en 1897) y con veinte años en el Perú, decide regresar a su país. Todavía se mantenía soltero. En Alemania completa su biblioteca y se vincula con instituciones de primer nivel. Regresa al Perú en 1898 a bordo del vapor Amasis.

En 1902, Brüning inicia una arriesgada expedición a fin de encontrar el camino más corto entre la cuenca del Marañón y el litoral del Pacífico. Esta travesía la realiza junto con el ingeniero polaco Eduardo de Habich y el hacendado Manuel Antonio Mesones Muro, con quienes llega hasta el pongo de Manseriche. Brüning aprovechó la ocasión para escribir una descripción etnográfica de los pueblos aguarunas.

Los habitantes muchik del norte peruano le rehuían a los extraños, pero Brüning hizo un trabajo paciente, tomó chicha de jora con ellos, y se ganó su confianza a tal punto que tuvo más de cien compadres. Esta acogida le valió para quedarse a vivir en la Villa de Etén con la intención de estudiar el idioma muchik, y más adelante escribir un diccionario de esta lengua nativa que fuera publicado en 1917. Es autor de otras publicaciones como "Estudios Monográficos del Departamento de Lambayeque", y una serie de artículos que publicó en las revistas alemanas "Anthropophyteia" y "Globus".

Así como se dedicaba a manuscritos etnográficos, Brüning como gran violinista y amante de la música, se consiguió algunos cilindros de cera y empezó a grabar música en el dialecto muchik. Hoy los originales se conservan en el Museo Antropológico de Hamburgo de Alemania y forman parte de las primeras grabaciones de música popular hechas en Perú.

Durante los 50 años que estuvo en Perú, se dedicó a comprar y coleccionar cerámicas, tanto así que en 1916, las piezas ya no cabían en su habitación y empezaron a estorbarle, por lo que decide vender parte de su colección al Estado peruano en 60,000 soles, cuando era presidente Augusto B. Leguía.

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