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Las Raices De La Cultura Occidental


Enviado por   •  23 de Abril de 2014  •  2.592 Palabras (11 Páginas)  •  1.230 Visitas

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Las Raíces de la cultura occidental.

El pensamiento teórico o filosófico, debe partir de la premisa, o presentar un punto de partida en lo absoluto, posición que solo es entregada por la religión, por cualquier religión, por ende es necesario tomar en cuenta lo que el autor denomina como “motivos religiosos básicos” de la civilización occidental, son una fuerza espiritual que actúa como el resorte principal absolutamente central de la sociedad humana. Hay un espíritu directamente operativo en el motivo religioso básico, es el de Dios o el de un ídolo. El hombre lo mira como el origen o fundamento inamovible de su existencia, y se pone a su servicio. Por lo tanto la religión nos revela específicamente nuestra completa dependencia respecto de un poder más alto. Confrontando el poder como siervos, no como amos.

El desarrollo de la cultura occidental ha sido controlado por varios motivos religiosos básicos, adquiriendo una influencia central sobre el desarrollo histórico de la humanidad. Los más importantes de estas potencias han sido el espíritu de la civilización antigua (Grecia y Roma), la cristiandad y el humanismo. La potencia líder en la Grecia clásica fue la polis, que fue la portadora de la nueva religión cultural de los dioses del olimpo. En Roma fue la res publica, y posteriormente el emperador como la figura que personificaba la idea religiosa del imperio. Luego tales ideas se impregnaron del cristianismo, como en el Sacro Imperio Romano liderado por el cristiano Carlomagno. En donde también los pueblos germánicos habían aceptado la herencia de la civilización antigua y habían adoptado la religión cristiana. En la Edad Media, la iglesia católica romana se las arregló para asegurar el poder, estableciendo una cultura unificada, poniendo todas las esferas de la vida bajo el dominio de la iglesia. A partir del siglo XV, cuando la iglesia católica comenzó a debilitarse espiritualmente, por el surgimiento del renacimiento, por lo que el componente clásico de la cultura occidental comenzó a separase de la guía de la iglesia, apareciendo también la Reforma. Gradualmente hizo su aparición el Humanismo, alienándose al lado de la Reforma, y del catolicismo romano, pero con la aparición de la Ilustración rompió completamente con la fe de la iglesia cristiana. Entonces comenzó a desplegar sus verdaderos colores y se convirtió en la fuerza cultural líder en el occidente. El humanismo no eliminó ni al catolicismo romano ni la reforma como factores en el desarrollo histórico y cultural; continuaron funcionando parcialmente en un esfuerzo por oponerse a la nueva cosmovisión que había transformado el cristianismo en una religión racional, personal y parcialmente en un esfuerzo por sintetizar el cristianismo con las nuevas ideas humanistas que estaban moldeando la historia, pero no pudieron, por lo que el cristianismo romano y el protestantismo se mantuvieron a la defensiva por más de 3 siglos. Durante las últimas décadas del siglo XIX, aparecieron corrientes anti humanistas, como el marxismo, el darwinismo, la doctrina nietzscheana del superhombre, que pusieron al humanismo a la defensiva. Posteriormente el fascismo y el neonacionalismo.

Así, para Dooyeweerd, en principio, la historia del pensamiento occidental sería la historia de las diversas formas de idolatría que han atravesado los siglos en Europa y que han empapado toda nuestra forma de ver el mundo hasta hoy. Pero no es sólo eso. Dooyeweerd nos muestra la buena nueva de que el “motivo religioso básico” no-idólatra, que es el cristianismo, ha sido una fuerza poderosa en la historia de Occidente. Él caracteriza el motivo religioso básico cristiano con la tríada Creación-Caída-Redención y expone cómo el hecho de que sea una tríada y no un dualismo – como Materia-Forma para los griegos –, que comienza con la iniciativa soberana de Dios de crear todo para Su propia gloria, nos da una perspectiva que abarca todos los aspectos de la existencia.

Aquí Dooyeweerd muestra su extraordinaria actualización de la “Soberanía de las Esferas” de Abraham Kuyper, al aplicar el concepto a todos los ámbitos de la existencia y al mostrar cómo todas las esferas, modos de existencia o “aspectos modales” existen por Dios, en Dios y para Dios, que es su Creador y legislador Supremo, y poseen reglas internas peculiares que las hace distintas entre sí, pero que al mismo tiempo no las divorcia sino que las hace relacionarse armónicamente. En otras palabras, la esfera modal aritmética es distinta a la esfera modal geométrica o espacial (por eso, por ejemplo, la tortuga de Zenón no pasaría de un recurso retórico, ya que está confundiendo las reglas de una esfera con las de la otra), pero se relacionan entre sí, de tal manera que la espacial presupone la aritmética. En otras palabras: el espacio presupone el número. Cada esfera modal (que enumeradas en orden serían: número, espacio, movimiento, vida orgánica, sentimiento emocional, distinción lógica, desarrollo histórico-cultural, significación simbólica, interacción social, valor económico, armonía estética, el Derecho, la valoración moral y la certeza de la fe) permite la existencia de la siguiente, pero todas ellas constituyen la diversidad de la creación de Dios.

En este contexto entra una de las más hermosas declaraciones de Dooyeweerd: “la realidad creada exhibe una gran variedad de aspectos o modos de ser en el orden temporal. Estos aspectos rompen la unidad radical espiritual y religiosa de la creación en una riqueza de colores, así como la luz se refracta en las tonalidades del arcoíris cuando pasa a través de un prisma” (p. 41). Para Dooyeweerd toda la realidad es espiritual porque toda ella proviene de y se debe a Dios, su Creador y Legislador. Y es justamente en el hombre y la mujer, más específicamente desde el corazón humano (el punto arquimediano de la realidad creada), donde la realidad creada será sometida a su Dios y Señor, manifestando Su gloria o, en cambio, será torcida de su propósito original. El filósofo afirma, entonces, que los hombres pecadores hemos torcido la creación al hacer ídolos de aspectos de la realidad creada. Hemos adorado a la criatura en vez de al Creador y hemos exaltado “aspectos modales” de la creación a la categoría que sólo le pertenece al Señor. Este acto de idolatría, que tiene su raíz en una motivación religiosa del corazón humano, se traduce en teorías que toman como punto de referencia esferas que Dios creó buenas, pero relativas a Él y a su auto-revelación, y que son, por lo tanto, torcidas de su propósito original cuando elevadas a la categoría de absolutos. Tal es el caso de la historia para el hegeliano, de la distinción lógica para el racionalista o de la economía para el marxista.

Si entendemos esto, por

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