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ROL DE LA EMPRESA AUDITORA ARTHUR ANDERSEN EN LA EMPRESA ENRON


Enviado por   •  4 de Febrero de 2014  •  Tesis  •  1.812 Palabras (8 Páginas)  •  1.322 Visitas

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ROL DE LA EMPRESA AUDITORA ARTHUR ANDERSEN EN LA

EMPRESA ENRON

INTRODUCCIÓN

Un caso interesante enmarcado en el tema de ³Evaluación de Riesgos´, constituye el análisis de la actuación que tuvo la compañía auditora Arthur Andersen en el escándalo empresarial provocado por la compañía Enron, cuya quiebra ha sido una de las más significativas en EEUU no sólo por los efectos que tuvo en la política y economía de ese país, sino a mi entender, por la grave responsabilidad de los empresarios con sus trabajadores y accionistas y la responsabilidad que tienen las empresas auditoras, en las que el público pone su confianza, en dar señales claras de transparencia, independencia y honestidad.

ENRON

ENRON Corporation, en cuestión de quince años, pasó de ser una pequeña empresa de gas en Texas, a ser el sétimo grupo empresarial de mayor valor en Estados Unidos, según la Revista Fortune a mediados de 2001.

Entender cómo una empresa de esta magnitud llegó a desarrollar un emporio tan grande, es una tarea difícil, pero más difícil aún es comprender cómo fue posible ocultar deudas por sumas mayores a los seiscientos millones de dólares.

Los resultados de la violación de la confianza, pilar que sostiene el sistema financiero moderno, fueron evidentes y nefastos: cientos de miles de trabajadores desempleados y defraudados, sin posibilidad de recuperar sus fondos de previsión social, miles de inversionistas, que confiaron en los estados financieros auditados por la firma de Arthur Andersen, vieron esfumarse sus ahorros al pasar sus acciones de un precio récord de US$84.85 a escasos cinco centavos a inicios de 2002.

A esto se suma que muchos altos ejecutivos de la firma acumularon masivos beneficios, se habla de 1,000 millones de dólares en manos de 29 personas, vendiendo sus acciones antes del colapso. Por el contrario, sus 20.000 empleados perdieron billones de dólares de sus planes de pensión, luego de haber sido bloqueadas por la compañía impidiendo venderlas cuando sus valores caían abruptamente.

ENRON fue una empresa muy inusual. Por un lado era una compañía de servicios

diversificada, poseyendo plantas de energía, compañías de agua, distribuidoras de gas y de otras unidades empresarias involucradas en la relativamente directa distribución de servicios a consumidores y a empresas. Por otra parte, se hizo notoria aplicando el estilo de Wall Street a estos mercados tradicionalmente dormidos. La genialidad de ENRON fue considerar que todos esos servicios e incluso oscuros y complejos productos tales como anchos de banda de Telecom eran en realidad "commodities", que podían ser comprados, vendidos y almacenados tal como se hace con las acciones y los bonos.

Entre 1990 y el 2002, ENRON y sus directivos donaron seis millones de dólares al mundo político, de acuerdo con la investigación realizada por el Centro de Políticas Responsables, una organización no gubernamental independiente.

Las cuentas del CPR son minuciosas: 623.000 dólares fueron a las arcas políticas del propio Bush, a lo largo de su trayectoria política. Más de 435 miembros de la Cámara baja del Congreso norteamericano, 188 de sus miembros recibieron contribuciones de ENRON. Lo mismo sucedió con 71 senadores, sobre un total de 100, incluyendo entre éstos a 19 de los 23 miembros del Comité de Energía del Senado, una de las instancias de regulación legislativa del área de actividad de ENRON.

LA PARTICIPACION DE ARTHUR ANDERSEN

ENRON fue la mayor compañía energética del mundo. Sus acciones se cotizaban, un año antes de su quiebra, en 85 dólares. Todo era falso: la compañía estaba en realidad al borde de la ruina, y logró ocultarlo manipulando la información facilitada a sus auditores de Arthur Andersen, con la posible complicidad de éstos.

La firma auditora admitió que había destruido numerosos documentos de ENRON, lo que la Comisión del Mercado de Valores de Nueva York calificó de 'gravísimo'.

Sin embargo, dentro de este escenario de corrupción, particular importancia, tuvo el acto de valentía de uno de los vicepresidentes de Enron, Sherron S. Watkins, CPA. Su carta de 15 de agosto de 2001 al Director General de Enron contenía los siguientes párrafos: “La repentina marcha de Skillings podría levantar sospechas de irregularidades contables y aspectos valorativos... Estoy tremendamente nerviosa de que podamos vernos envueltos en una ola de escándalos contables... Soy consciente de que hemos tenido a un montón de expertos analizando estos asuntos, y de que muchos contables incluyendo a Arthur Andersen &Co han dado su visto bueno a la forma de contabilizarlos. Ninguno de ellos protegerá a Enron si estas transacciones salen alguna vez a la luz pública.”

Unos días después, Watkins se puso en contacto con Arthur Andersen sobre este asunto, pero aparentemente sin resultados. El Director General de Enron puso al tanto a los abogados de la compañía sobre esta carta sin efecto real excepto su advertencia de “serios riesgos de publicidad negativa y litigiosidad”. Pero ni siquiera esta advertencia pareció ser suficientemente atendida por el Director General.. Incluso aunque los responsables últimos haya que buscarlos dentro de Enron, no se puede eximir de responsabilidad a los altos directivos de Arthur Andersen. En primer lugar y principalmente, la ley debió fijarse en el socio de Arthur Andersen responsable de la cuenta de Enron (de más de 50 millones de dólares). No fue tanto la destrucción de documentación aparentemente irrelevante (muchos documentos relevantes aparentemente no fueron destruidos), sino que lo verdaderamente importante es que se hiciera la vista gorda ante las prácticas contables fraudulentas de Enron. Así, precisamente las personas cuya misión era la de poner reparos y llamar la atención sobre tales “irregularidades”, no cumplieron con su trabajo ya fuese intencionadamente o por negligencia.

Dentro de estas responsabiliades, no menos importante fue la actitud del Director General de Arthur Andersen. Fue, aparentemente, este Director General el que destituyó (atendiendo a la solicitud de Kenneth L. Lay, Director General de Enron) a Carl E. Bass, de Arthur Andersen, de su papel de ³velar por que se respetara la normativa contable

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