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Reflexión de la película "Canoa".


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2016  •  Ensayos  •  1.214 Palabras (5 Páginas)  •  1.944 Visitas

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LA CORRECTA FORMA DE EQUIVOCARSE

“Cinco empleados de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) fueron linchados esta noche por más de dos mil habitantes del pueblo de San Miguel Canoa al ser tomados por estudiantes. Cuatro de ellos perecieron…”

-Canoa,1975.

L

a vida y la existencia humana se encuentran conformadas por pequeños fragmentos. Unos críticos, y otros no tanto. Lo cierto es que todos y cada uno de nosotros formamos parte de la historia; no importa si nuestro mayor atributo es ir al baño. Le aseguro que aquellas heces, no las hará igual nadie más en lo que quede de existencia.

Si bien es cierto que nos encontramos inmersos dentro de la vida y la historia colectiva, sería una equivocación tomar una sola postura al respecto. Cada quien vive la historia como puede, y cada quien tiene su versión. Que tengan razón o no, es una cuestión muy diferente. Es una cuestión meramente de enfoques.

Por ejemplo, todos sabemos que Porfirio Díaz –a pesar de traer muchos cambios debatiblemente buenos- es conocido por ser el dictador más sagaz que México jamás haya conocido –después del PRI-. Pero lo cierto es que, si usted decidiera –y pudiera viajar al pasado- y cuestionara a Don Porfirio sobre la situación del país, le va a parecer que está haciendo lo correcto.

Porque la historia es eso, una ciencia que ubica y tiene perspectivas; innumerables versiones que el contarlas resultaría una total pérdida de tiempo. La historia son relatos –los nuestros- y contrarelatos –cómo los de don Porfirio-.

Justamente hablando de perspectivas, los encabezados poblanos de la mañana del 14 de septiembre de 1968 –con su tan eterna tinta-: “Cinco empleados de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) fueron linchados esta noche por más de dos mil habitantes del pueblo de San Miguel Canoa al ser tomados por estudiantes. Cuatro de ellos perecieron…”

Es una noticia que alarma, que aterra. Solemos leer cosas de ese tipo en el periódico una y otra vez. El atropellado, el que choca, el que se mata, el que se entierra, el accidentado, el incinerado, el que dispara y el que recibe el disparo. La experiencia nos indica que la historia está llena de muerte e incluso se convierte en asesina del mismísimo tiempo.

Cada que una persona cuenta una historia de este tipo, de donde un grupo de personas linchan a unos cuantos individuos por equivocación o por creencias erróneas, como lo sucedido en San Miguel Canoa, Puebla, resulta increíble poder creerlo. Cada palabra, cada oración y cada elemento de ésta hacen creer que fue sacada de un film de suspenso, pero como suele suceder en México “la realidad siempre superará la ficción”.

Resultaría satisfactorio poder decir que este tipo de situaciones ya no pasan en el país y que se quedaron en la mera experiencia, en el film o en la crónica; lamentablemente no es así. Al parecer es un patrón que se repite siempre con el mismo final: “un grupo de personas hace justicia por su propia mano porque ya estaban hartos de... (insértese el motivo aquí)”.

Pero, ¿Qué incita a un grupo de personas tomar las armas y creerse dueños de la vida y justicieros del destino? Dentro del imaginario histórico del mexicano –muchas veces caprichoso- esto resulta la salida más fácil. Justo en esa misma línea del imaginario histórico creemos –por lo que el pasado nos enseña-, que no importa la postura política que impere en México, el ciudadano siempre va a tener la razón.

¿Para qué desgastarnos en pedir intermediarios cuando nosotros, fieles creyentes de una supuesta anarquía –fieles magonistas por excelencia-, podemos hacer lo propio y creer que es lo correcto? La otredad no es un concepto que exista en el vocabulario ni en el imaginario colectivo del mexicano. Este es él y para él, e historias como estas, nos lo demuestran todos los días.

También es de resaltarse la situación que se vivía en la década de los 60 y la que se vive actualmente, siendo esta última completamente diferente; pero los linchamientos tienden a tener el mismo significado: el hartazgo de una sección de la población contra cierto problema que les afecta directamente. Porque la historia nunca cambia de fondo, sino de forma.

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