Ensayo: Segunda Estrella A La Derecha

Síntesis.

Al asistir a la escuela conoce a Cavett. Ella es otra alumna de la misma edad de Leslie, que parece algo distraída y aparentemente fuera de su contexto, de lo que pasa a su alrededor, pero más bien parece que es como si no le interesara mucho lo que sucede en su contexto. Ella vive solo en peleas y conflictos con Annie, que viene siendo su hermana menor.

Leslie, al igual que Cavett, vive un conflicto propio, pero no con su hermano, sino con su mamá, quien aparentemente es la mamá perfecta que todas las compañeras de Leslie quisieran tener. Es amorosa, comprensiva, amiga de todos los vecinos, y toda una serie de cualidades de una mujer de ensueño, pero Leslie no parece verlo de esa misma manera.

Leslie se siente agobiada por su mamá hasta cierto punto, porque ya que cada logro suyo es como si poco a poco se volviera en un logro de la madre y nada de reconocimiento para ella. Cada buen día o aventura fantástica vivida por Leslie, parecería disfrutarla más la mamá que ella misma, aunque fuera ella quien la hubiera vivido por ella misma. Y es aquí cuando venía la culpa.

Leslie, vivía con una culpa demasiado grande, esto porque cada vez que se sentía vacía culpaba a su mamá, algo dentro de ella la regañaba y castigaba por sentirse de esa forma para con su mamá, después de todo su mamá, y la quería mucho, además era su obligación como hija de quererla a pesar de todo.

El papá de Leslie era un excelente músico, que continuamente estaba de gira y no se encontraba en su hogar, por lo que en casa solo estaba presente manera simbólicamente, pero no tanto física. Parecía ser un señor agradable, aunque mucho más metido en sus cosas que en las cosas de la familia, cada vez que intentaba algo con la familia, la mamá parecía tenerlo todo manejado, por lo que no había de que preocuparse. A menos que su esposa (mamá de los niños), pidiera su ayuda como en algunas veces sucedió, enviándole un telegrama a donde fuera que se encontrara de gira en el momento.

El hermano de Leslie, Sammy, parece ser un pequeño niño travieso y vivaz, propio de la edad. Muy inteligente, que parecía saber bien que es lo que sucedía en casa, cada vez que Leslie hablaba con él o preguntaba algo, parecía saber la respuesta correcta, al menos que es lo que ella quería y esperaba escuchar. Eso hasta antes de enfermar, cuando comenzaban los intentos de peleas, que por cualquier razón, jamás llegaban a su cometido, y todo regresaba a la normalidad y tranquilidad, como siempre ocurria.

Una navidad, Leslie enfermó de gripe, y fue ahí cuando vino la respuesta flagrante a todos sus problemas; tuvo la idea de que todo su pesar, se debía a la “gordura”, algo que obviamente no tenía. Imaginó que si era delgada, sería feliz y estaría contenta con todo lo que tenía, y lo que no también.

Pronto se puso a dieta, y lo que comenzó como un deseo en búsqueda de la felicidad, pronto se convirtió en un martirio y pesadilla de la familia y amigas de Leslie.

Bajó de peso tanto, que los problemas, no desaparecieron, sino todo lo contrario. No sólo estaba vacía, sino que se sentía más vacía que nunca, todo a su alrededor había empeorado, tenía que inventar cualquier sarta de mentiras para no tener que comer o cenar en casa y la culpabilidad la estaba matando.

Lo que una vez fue una dieta, ahora era una restricción total y negación a comer algo, de vez en cuando, solía masticar el alimento y escupirlo en una servilleta, pero cada vez que no podía escapar del alimento, acudía al vómito para borrar tan fatal error y liberarse de toda culpa.

Claramente, no sólo bajó su nivel de alimentación, sino toda actividad que alguna vez disfrutó, ya no tenía energía para hacer nada, ya no tenía tantas ganas de salir con las amigas, sólo por el miedo de ni siquiera poder subir las escaleras o llegar a la parada del autobús. Las situaciones que alguna vez le causaron gusto, ahora las había sustituido por el sueño y la reclusión en su propia recámara.

Las dos amigas que menciona, Cavett de la nueva escuela, y Robín de su vieja secundaria, parecían más asustadas que la propia familia de Leslie, cada una a su manera, pero eso ya no tenía importancia, porque como mencioné antes, las salidas habían cesado poco a poco.

El encierro, se había convertido en el único testigo de lo que pasaba con las cenas que preparaba la madre de Leslie, y como ella se deshacía de los alimentos, podía masticar algunos trozos pequeños para tirarlos por el inodoro, o sólo arrojarlos por la ventana para que fueran la comida del día de los gatos callejeros de la parte de atrás del edificio.

Una vez que por fin decidieron hacer algo en casa, cuando la enfermedad fue más que evidente y las discusiones no se pudieron postergar más, acudieron

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