Globalización Y Sociedad Del Conocimiento
aavidanacast22 de Noviembre de 2013
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Globalización y sociedad del conocimiento
Globalización y sociedad del conocimiento
Este es un borrador-resumen del articulo publicado en el libro "Globalización en el siglo XXI: retos y dilemas". Para su versión íntegra consultar el citado libro.
Andrés Pedreño Muñoz
Resumen
En el presente artículo se abordan algunas reflexiones sobre las exigencias de la globalización en el marco del creciente avance de la sociedad del conocimiento en la mayor parte de los países. Se pone especial énfasis en algunas implicaciones de las “olas tecnológicas” más recientes (y futuras), así como en la necesidad de llevar a cabo políticas activas que favorezcan el desarrollo de una sociedad del conocimiento global, en la que las empresas locales puedan maximizar los beneficios derivados de la globalización y del propio conocimiento. Por último, se llama la atención sobre las limitaciones inherentes a determinados procesos de reformas, en relación con la entidad y la velocidad de los cambios que tienen lugar a través de internet en nuestro entorno global.
I. INTRODUCCIÓN. GLOBALIZACIÓN Y CONOCIMIENTO
Globalización y sociedad del conocimiento son los dos ejes estratégicos del siglo XXI, Ambos han conformado en las últimas décadas un marco que explica en buena parte el crecimiento económico y el progreso en general. Constituye una tarea prioritaria para estudiosos y analistas comprender mejor ambos fenómenos y tratar de explotar sus ventajas para empresas y países.
A las puertas de una crisis financiera que implica de lleno a la propia globalización en su origen, desarrollo, extensión, impactos, etc. es, sin embargo, difícil pensar que cualquier suerte de respuesta pueda llevarnos a procesos de involución proteccionista o incluso a análisis que menoscaben sus avances.
La globalización no solo en un mero concurso de intereses. La mayor parte de los países de economías avanzadas y emergentes identifican unas ventajas irrenunciables, en un modelo que, pese a los contratiempos (ciclos, coyunturas, brechas, desequilibrios…) ha propiciado periodos de notable estabilidad y crecimiento en las últimas décadas. Desde esta perspectiva, países tan diferentes como Irlanda, Finlandia, Corea, China, Brasil, Reino Unido, Estados Unidos, España, Australia, India… presentan un balance favorable, aunque con resultados desiguales dentro de lo que podríamos evaluar como mayor o menor eficiencia en sus estrategias para maximizar las ventajas de la globalización, desde perspectivas bien distintas.
Sin dejar de lado disquisiciones sobre si la globalización es un proceso autónomo histórico o un orden espontáneo lo cierto es que hay un conjunto de problemas o retos que exigen ser contemplados desde una perspectiva global. No solo los problemas derivados de un nuevo orden económico internacional y que reclaman urgente atención (finanzas, comercio, libre movilidad de personas, recursos naturales…), sino también cuestiones relativas al medio ambiente, al cambio climático, al multiculturalismo…
Es tal la entidad de los problemas globales de nuestro tiempo que casi no hay lugar para una “agenda nacional o local” en la búsqueda de soluciones efectivas. Pese a muchas limitaciones y diversos problemas ligados a la globalización, es difícil imaginarse un marco económico diferente que pueda con eficiencia abordar los problemas a los que se enfrenta nuestro tiempo. Pese a los detractores y críticos hay que admitir que el peso de los argumentos a favor de la globalización es cada vez más importante y que nuestro actual modelo –pese a convulsiones de la entidad de la actual crisis financiera– resulta bastante “desmontable”.
La globalización, no obstante, se enfrenta a problemas históricos y actuales muy relevantes. Desde la restricciones al crecimiento sostenible a la escasez de ciertos recursos básicos o la desigualdad. Es precisamente la sociedad del conocimiento la que puede aportar las soluciones a este tipo de problemas, caracterizados por su complejidad y dificultad de respuesta. Al respecto, haremos mención a algunas de estas cuestiones más adelante.
Internet configura una antesala de la sociedad del conocimiento a través de la información, y su implantación e idea conceptual es en sí misma global. Actualmente es ya un fenómeno de masas llamado a estructurar –aún más– la forma en la que ya actualmente producimos, compramos, trabajamos, nos organizamos y relacionamos. Se podría decir incluso que cambiará progresivamente cada vez más la forma en la que vivimos (trabajo, negocios, ocio, comunicación… ). Internet es una dimensión más de la globalización, pero al mismo tiempo la define, la proyecta y le confiere una dimensión casi inimaginable hace tan solo una década.
Avanzar en un concepto positivo de globalización, apoyado en las potencialidades de la sociedad de la información y del conocimiento, es uno de los retos más apasionantes para los ciudadanos las empresas, las ciudades, las regiones, los países… En el presente artículo se pretenden abordar algunas reflexiones y “buenas prácticas” que podrían ser caracterizadas como tales a la luz de las muchas iniciativas que tienen lugar en el mundo y reflejadas a través de internet.
II. LA GLOBALIZACIÓN Y LA VELOCIDAD DE LOS CAMBIOS: EL IMPACTO EN LAS EMPRESAS Y EL PAPEL DE LOS GOBIERNOS
Los cambios que emanan de la globalización son mucho más rápidos de lo que son capaces de percibir los ciudadanos y los países. Y es porque una gran parte de los mencionados cambios ocurren en el ámbito de las empresas, llamadas a ser grandes protagonistas e impulsoras de transformaciones de todo tipo. La globalización está imponiendo una nueva escala y una nueva filosofía empresarial, así como la necesidad de desarrollar nuevos enfoques e ideas para sobrevivir en un marco competitivo cada vez más exigente. Ser empresario o gestor de empresas en nuestros días requiere de habilidades, actitudes, conocimientos y formas de pensar bastante diferentes a las culturas empresariales predominantes hace muy pocas décadas.
Algunas industrias tradicionales han debido redimensionar su tamaño, la escala de las operaciones, su tecnología, su logística… de forma que los pequeños negocios tradicionales característicos de estos sectores carecen de viabilidad fuera de determinados parámetros. La dimensión y la escala operativa han pasado a formar parte de una nueva cultura empresarial, con implicaciones relevantes para lo local y con metodologías de gestión cada vez más sofisticadas e innovadoras.
Al incrementar la escala global operativa hay una mayor exigencia en términos de competitividad y se agigantan los problemas derivados de enfrentarse a situaciones complejas (mercados bien distintos, prácticas de competencia desconocidas… ). La empresa actual afronta un marco global donde la cultura empresarial y laboral procede de ámbitos geográficos muy diferentes. Ha pasado, en poco tiempo, de desenvolverse en mercados más o menos homogéneos a una situación caracterizada por una diversidad cultural no tan fácil de asimilar (empresas japonesas, chinas, indias, europeas, estadounidenses compitiendo por los mismos mercados… ).
Por otra parte, reiteradamente se ha venido insistiendo en el hecho de que el bajo coste de producción de algunos países emergentes impone duras exigencias de competitividad para los países avanzados. Es precisamente la sociedad del conocimiento una de las claves para dar respuestas a estas exigencias. El conocimiento no solo se ha convertido en una llave para ser más competitivo, es casi un recurso de supervivencia en el nuevo marco global.
Además cabría añadir un agravante para los países avanzados sobre los análisis que los economistas hemos venido formulando en nuestros análisis. Esto es, algunos países emergentes han ido tomado conciencia del valor del conocimiento para asegurar las altas tasas de crecimiento económico actuales a medio plazo, más allá de la duración temporal previsible de sus ventajas competitivas salariales. Estas apuestas de países como China, India, Rusia, Brasil… contribuyen a introducir mayor “estrés” en las empresas de los países avanzados, “condenados” a una única estrategia de éxito empresarial: liderar el conocimiento como input productivo y factor de competitividad por excelencia.
Desde que M. Porter defendió por los ochenta la idea de que la competitividad industrial y empresarial estaba basada en la capacidad de innovar, la filosofía de la innovación ha ido calando, más o menos eficazmente, entre la mayoría de las empresas y de los países de todo el mundo. La escala global en la que las empresas operan ha acentuado esta necesidad, más centrada en una “innovación competitiva” y necesariamente muy vinculada al conocimiento.
Ante la globalización, las nuevas estrategias de las empresas no se han agotado con iniciativas como la deslocalización, la segmentación de la producción o la propia internacionalización estratégica de las empresas. Hay cambios y formas de actuar que vienen dados por las nuevas herramientas que propicia el conocimiento. Internet por ejemplo, nos ha abierto una gran puerta a nuevas ideas y singulares oportunidades al proyectar una enorme información en todos los rincones.
Al respecto, cabe mencionar por ejemplo que hace muy pocos años la información restringida era poder. Hoy, internet y la sociedad de la información ponen en crisis este tipo de postulado. El caso del desarrollo de la industria del software, el “código
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