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Huyssen comunicacion 2 resumen


Enviado por   •  26 de Febrero de 2018  •  Apuntes  •  4.920 Palabras (20 Páginas)  •  178 Visitas

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Huyssen

Uno de los fenómenos culturales y políticos sorprendentes de los últimos años es el surgimiento de la Memoria como preocupación central de la cultura y de la política. Contrastando con la tendencia a privilegiar el futuro del siglo XX. La cultura modernista fue impulsada por “futuros presentes”. Desde la década de los 80 parece haber pasado el foco de los futuros presentes a los pretéritos presentes, desplazamiento en las experiencias y en la percepción de los tiempos, puede ser explicada histórica y fenomenológicamente.

Hace no mucho tiempo existía en EEUU. Había un consenso muy difundido  a fin de comprender la cultura posmoderna era necesario desplazar el foco de la atención del tiempo y la memoria, que se asignaba a formas tempranas del alto modernismo, hacia la categoría del espacio (migraciones, geografía, fronteras, comerciales todo sufrió cambios) como una clave para el momento posmoderno. Sin embargo han demostrado que separar tiempo y espacio supone un riesgo para la comprensión plena, tanto de la cultura moderna como de la posmoderna. En tanto categorías de la percepción, el tiempo y el espacio están ligadas de manera compleja, por prueba de esto es la intensidad de los discursos de la memoria presentes por doquier, característicos de la cultura contemporánea. La temática de las temporalidades diferenciales y la de las modernidades tratan de ir más lejos que una mera actualización de los paradigmas occidentales de la modernización. La memoria, occidental después de los 60 como consecuencia de la descolonización y los nuevos movimientos sociales que buscaban historiografías alternativas y revisionistas. La búsqueda de otras tradiciones vino acompañada por múltiples postulados sobre el fin: de la historia, de la muerte, de las obras de arte, de los meta relatos. A menudo estas denuncias fueron entendidas de manera demasiado literal (vanguardias) recodificación del pasado en curso después del modernismo.

Los discursos de la memoria se intensifican en Europa y en EEUU a comienzos de la década de los 80, activados en primera instancia por el debate sobre el Holocausto y también el aniversario de fuerte carga política y vasta cobertura mediática: el acenso de Hitler. En su mayoría “aniversarios alemanes” merecieron una intensa cobertura en los medios internacionales, que reavivaron codificaciones posteriores a la Segunda Guerra  de la historia nacional en distintos países. Hacia fines de la década del 90 cabe preguntar en qué medida se puede hablar de una globalización del discurso de Holocausto.

La recurrencia de las políticas genocidas mantuvo vivos los discursos sobre la memoria del Holocausto, contaminándolos y extendiendo su alcance más allá de su referencia original. Las comparaciones con el Holocausto se topaban con la feroz resistencia de los políticos, de los medios y de gran parte del público, no solo en razones innegables diferencias históricas, sino más bien por el deseo de resistir a la intervención “humanitaria” de la OTAN en el Kosovo y su legitimación dependieron en gran medida de la memoria del Holocausto.

La historia de atrocidades, movilizaron una política de la culpa en Europa y EEUU asociada con la no intervención en las décadas del 30 y 40 y con el fracaso en la intervención en la guerra de Bosnia en 1992. En ese sentido, confirma el creciente poder de la cultura de la memoria hacia fines de la década del 90, también surgen cuestiones complejas sobre el uso del Holocausto como tropo universal del trauma universal.

La globalización de la memoria opera también en dos sentidos relacionados entre sí que ilustran lo que quisiera denominar la paradoja de la globalización. El Holocausto sirve como prueba del fracaso de la civilización occidental para ejercitar la anamnesis, para reflexionar sobre su incapacidad constitutiva de vivir en paz  con las diferencias y con los otros, y de extraer las debidas consecuencias de la insidiosa relación entre la modernidad ilustrada, la opresión y la violencia organizada. El surgimientos del Holocausto como un tropos universal lo que permite que la memoria de ese hecho se aboque a situaciones específicamente locales, lejanas en términos históricos y diferentes en términos políticos respecto del acontecimientos original. En los movimientos trasnacional de los discursos de la memoria, pierde su calidad de índice del acontecimiento histórico específico y comienza a funcionar como una metáfora de otras historias traumáticas y de su memoria. Como prisma a través del cual podemos percibir otros genocidios. Las dimensiones global y local de la memoria han ingresado en nuevas constelaciones que claman por un análisis pormenorizado, caso a caso. La comparación también puede servir como recuerdo encubridor o bien bloquear simplemente la reflexión sobre historias locales específicas.

Cuando se trata de pretéritos presentes, la memoria del Holocausto y su lugar en la reevaluación de la modernidad occidental no llega a constituir toda la historia. Hay una serie de argumentos secundarios que constituyen el relato actual sobre la memoria en su alcance más amplio y que diferencie claramente nuestra época de las décadas anteriores del siglo XX. La restauración historicista, devenidos museos, a diversos emprendimientos para proteger el patrimonio y el acervo cultural heredados, a la ola de nuevos edificios para museos que no muestra signos de retroceder, al boom de la moda retro y de muebles que reproducen los antiguos, al marketing masivo de la nostalgia, a la obsesiva automusealizacion a través del videograbador, a la escritura de memorias y confesiones, al auge de la autobiografía y a la difusión de las prácticas de la memoria en las artes visuales, con frecuencia centradas en el medio fotográfico, documentales históricos por televisión, un canal dedicado enteramente a la historia (History Channel). Por el lado traumático de la cultura de la memoria, nos encontramos con la vasta bibliografía psicoanalítica sobre el trauma, la controversia sobre el síndrome de la memoria recuperada, las obras históricas y actuales en relación con el genocidio, el SIDA, la esclavitud, el abuso sexual, las polémicas publicas coda vez más frecuentes sobre aniversarios, conmemoraciones y monumentos, la incesante plétora de apologías del pasado en los últimos tiempos han salido de boca de los líderes. Reúne entretenimiento y trauma, obsesión mundial. No se puede afirmar que el éxito mundial Titanic es una metáfora de las memorias de la modernidad que perdió su rumbo o si articula las ansiedades propias de la metrópoli sobre el futuro, desplazadas hacia el pasado. No cabe duda: el mundo se está musealizando y todos nosotros desempeñamos algún papel en este proceso. La meta parece ser el recuerdo total.

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