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La Investigación En El Aula

deliap14 de Mayo de 2012

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Nuevas exigencias y escenarios para la profesión docente en la era de la información y de la incertidumbre.

Este artículo hace alusión a que la sociedad contemporánea necesita profesionales más preparados a la hora de orientar y estimular el aprendizaje así como el desarrollo de las cualidades humanas.

Por mi parte, pienso que durante el transcurso del tiempo, en la sociedad se producen una serie de cambios a nivel político, económico, modificaciones en los nuevos modelos familiares, avances científico-tecnológicos... Estas modificaciones originan cambios y, por consiguiente, la necesidad del sistema educativo para adaptarse a ellos.

Además, la figura del profesor como sujeto activo del proceso de enseñanza-aprendizaje también siente la necesidad intrínseca de modificar su forma de actuación para sentirse partícipe de este cambio.

En mi opinión, considero que, si bien es cierto que un docente en particular puede llevar a cabo proyectos innovadores con sus alumnos, lo idóneo es transpolar el concepto de innovación a niveles sociales y políticos para contar con su apoyo. Creo que una de las finalidades de la innovación es compartir y contrastar experiencias para su expansión en diferentes contextos y lugares.

En cuanto a transformar los programas y procesos implicados en la formación docente, es algo que veo necesario ya que la instrucción de teorías con un deseo de su aplicación a la práctica no es nada efectivo. Puesto que, se da un proceso de instrucción tras el cual el futuro docente adquiere los conocimientos de forma memorística sin ningún tipo de significado. De nada sirve responder una pregunta determinada de forma mecánica, casi autómata, si no se es capaz de reflexionarla o enjuiciarla. La verdadera meta de las instituciones debe ser crear personas autónomas y esto implica reflexión y juicio propios.

Así mismo, este proceso de reflexión implica que los docentes revisen sus ideas y prácticas que han obtenido en su vida personal y profesional, a esto lo llamamos una teorización práctica.

Este proceso, es muy importante, el docente debe reflexionar a lo largo del tiempo sobre sus experiencias educativas, viendo experiencias positivas así como negativas y a partir de ahí, entendiendo sus errores, conociéndolos y reflexionando sobre ellos poder poner medios o soluciones para mejorar y evitar futuras situaciones o experiencias negativas. Sin conocer el fracaso, sin saber en qué te has equivocado o cuál es el error es muy difícil emprender actitudes o formas de actuación que eviten equivocarse.

Es muy importante que el docente conozca su fracaso, sea consciente de lo que ha pasado, por qué ha pasado y cómo ha pasado. Es a partir de ahí, conociendo de primera mano la situación, cuando él mismo podrá poner en marcha mecanismos para que no se vuelva a producir la situación, pues la conoce de antemano y ha reflexionado sobre lo que ha pasado así, puede evitar que ocurra de nuevo. Sólo gestionando el fracaso, reflexionando sobre él y evitando una actitud pasiva podemos sacar partido al hecho de equivocarnos. Este hecho nos puede servir para futuras situaciones, así como para tomar decisiones.

El docente reflexionando sobre sus acciones, conociéndose, puede generar propuestas o diferentes directrices para llevar a la práctica, desde su propio conocimiento, valores y creencias tiene que afrontar la realidad y así, a través del conocimiento de sí mismo y de su reflexión podrá generar cambios y experiencias positivas.

Es relevante que el docente haga una reflexión sobre su práctica porque el cambio del sistema educativo siempre irá de la mano de él. Los principales promotores serán profesionales adultos que con una capacidad reflexiva y crítica que sean capaces de promover un cambio, personas que sean capaces de emitir juicios de valor sobre su práctica educativa, desligándose de lo que los medios de comunicación traslada a la opinión pública, achacando el fracaso de nuestro sistema a condicionantes que a veces nada tienen que ver con la auténtica realidad.

En cuanto a la necesidad de aprender del profesorado y el carácter cooperativo de los procesos de formación quiero decir que cualquier profesor debería contagiar al resto de compañeros su compromiso y entusiasmo, aunque esto a menudo suponga caminar en solitario, pero con la seguridad de que el cambio hacia nuevas prácticas educativas forman parte del camino profesional por el que se ha optado emprender.

De la misma forma, la formación es imprescindible. Puesto que nunca se deja de aprender y es necesario ir formándose continuamente para poder dar respuesta a nuevas situaciones o exigencias que son habituales en nuestro día a día.

La actitud que verdaderamente abre paso hacia el descubrimiento es la de compartir, así sea la comprensión, la lucidez… compartiendo información, actitudes, formas de vista e impresiones es como se puede arrojar luz a la hora de encontrar nuevos caminos, compartiendo no encerrándonos en un único punto de vista o en una única actitud. Hay que ser capaz de compartir lo nuestro, tener una mentalidad relativista abierta a nuevas tendencias e ideologías.

Referente a la implantación del plan Bolonia, estoy totalmente de acuerdo con la expresión del artículo que dice que es una oportunidad perdida. Realmente, si miramos a nuestro alrededor lo único que ha cambiado son los nombres de las asignaturas, las competencias a seguir, la agrupación de alumnos (y no sigue siendo la adecuada) …

Pero a nivel interno todo sigue igual, las clases no dejan de ser lecciones magistrales en las que se espera que el alumno lo capte todo y lo memorice, pocos avances se han hecho para que los futuros docentes creen una perspectiva reflexiva y critica a través de las experiencias con los profesores de la universidad.

Todos los principios o pilares del plan Bolonia se quedan en el “aire”, no se llega a una aplicación de ellos, son solo manifestaciones de principios y teorías pero que no se llevan a cabo. La universidad sigue siendo una estructura masificada, sin diferencias en sus clases y sin criterios efectivos a la hora de seleccionar al profesorado.

La realidad no se corresponde con los principios que forman este plan, con lo cual, esto hace que todo el proceso se convierta en un simulacro sin ningún sentido, sin ningún tipo de razón y lo más importante, impuesto desde la rama burocrática.

Desde mi opinión, no se debía haber implantado este plan, ya que veo que su aplicación está llena de incoherencias y lo único que vemos de él son los nombres y principios que se deben seguir que en realidad no existen en la práctica.

El plan se llevo a la práctica bajo la presión burocrática y sin medios para poder hacerlo realidad, la pues en práctica lleva con ella una inversión que no se ha hecho, por lo tanto es imposible cambiar los moldes del sistema educativo en la universidad, si no se ha invertido lo que se necesita para poder poner en marcha este plan, son imposibles los esfuerzos para que los principios se reflejen en la práctica, por lo tanto se trata de una simple mascara a nivel a nivel superficial que nos quiere hacer ver que el sistema ha cambiado cuando dentro, en las clases, todo sigue igual .

Creo que no se debería haber implantado el plan si no estábamos preparados para ello o si no se puede invertir lo necesario para que se cumpla dicho planteamiento, de este modo, se tenía que haber esperado a que las circunstancias apoyarán a la aplicación real de éste y que no dieran lugar a formar este simulacro, desde donde se nos quiere hacer creer que la formación ha cambiado desde la clase magistral hasta un modelo de enseñanza reflexiva y de evaluación formativa, con profesores competentes y oportunos para llevar a cabo la impartición de una materia. Nosotros desde dentro, podemos ver que no es así para nada y que seguimos estancados en el modelo convencional y bajo la presión de mantener este simulacro sin ningún sentido, luchando porque se pueda cambiar cuando de verdad no se puede por no haber hecho la inversión adecuada.

Es una lucha constante y continua, además de una gran desilusión por parte de los profesionales que forman parte de la institución universitaria que ven desde dentro que no se pueden llevar a cabo los planteamientos de Bolonia así como para los alumnos (futuros docentes) que también son conscientes que los cambios planteados no se llevan a la práctica y ven que todo lo teórico que se plantea no se ajusta para nada a la realidad que viven.

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