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Liderazgo Eficaz


Enviado por   •  17 de Junio de 2013  •  1.239 Palabras (5 Páginas)  •  827 Visitas

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Todos estamos incluidos

Cuando me convertí hace unos 35 años, saliendo de un trasfondo católico y secular, encontré la siguiente cita del espíritu de profecía: «Deberíamos memorizar los capítulos 12 y 13 de primera de Corintios, y grabarlos en la mente y el corazón».1 Aunque sabía que 1 Corintios 13 era el capítulo del «amor», no sabía mucho sobre el capítulo que lo precedía.

Cuando comencé a grabar lentamente las lecciones en «la mente y el corazón», surgió una preciosa teología de la relación entre los dones del Espíritu (según se bosquejan en 1 Corintios 12) y los frutos del Espíritu (según se describen en 1 Corintios 13). Este artículo explora brevemente la doctrina fundamental adventista número 17, que habla de los dones y ministerios espirituales. En primer lugar, bosquejará la relación entre los dones y el fruto del Espíritu, dará una breve visión general del fundamento bíblico de esta doctrina, y brindará recursos adicionales que nos ayudarán a poner esta enseñanza en práctica.

Los dones y el fruto: ¿Qué relación hay entre ellos?

Las Escrituras nos enseñan que el fruto del Espíritu, el 
«camino más excelente» que Pablo menciona en 1 Corintios 12:31, infunde nuestras acciones de un elevado valor ante Dios (1 Cor. 13:1-3). Después de todo, Jesús dijo a sus discípulos en el Sermón del Monte: «Por sus frutos los conoceréis» (Mat. 7:16). Los obreros que han mostrado diversos dones del Espíritu, como el de profecía y los milagros, sin «conocerlo» son llamados «hacedores de maldad» (Mat. 7:22, 23). Elena White misma declara que «el objeto de la vida cristiana es llevar fruto»,2 enfatizando así la importancia fundamental de ser antes que de hacer.

En nuestro mundo hiperactivo, cada día tenemos el privilegio de sentarnos a los pies de Jesús imitando a María, lo que era «mejor» que el deseo de Marta de ser hospitalaria (Luc. 10:42) y que había llevado a esta última a criticar a su hermana. En los países budistas como Tailandia, yo solía decir a los feligreses que a menos que dediquemos tiempo a nuestra vida espiritual y a ser más contemplativos –como los monjes– el estrés de la vida diaria hará de nosotros un hazmerreír.

El fundamento bíblico de los dones espirituales

Hay varios textos bíblicos que nos brindan una comprensión básica de la creencia fundamental en los dones espirituales. En primer lugar, 1 Corintios 12:11 nos dice que el Espíritu Santo determina qué don o dones dar a cada miembro. En términos prácticos, puede decirse que cada feligrés posee al menos un don, pero que nadie posee todos los dones. Pablo usa la interdependencia del cuerpo para enfatizar la diversidad y la unidad que debe existir para que el organismo funcione bien. La enseñanza bíblica de los dones espirituales evita los extremos de esperar que todos hagan lo mismo (por ejemplo, que todos den estudios bíblicos) o que solo unos pocos hagan la obra de la iglesia.

Los dones y ministerios Espirituales

Dios concede a todos los miembros de

su iglesia en todas las edades, dones

espirituales para que cada miembro los

emplee en amante ministerio por el bien

común de la iglesia y de la humanidad.

Concedidos mediante la operación del

Espíritu Santo, quien los distribuye entre

cada miembro según su voluntad, los

dones proveen todos los ministerios y

habilidades necesarios para que la

iglesia cumpla la función ordenada por

Dios. De acuerdo con las Escrituras

estos dones incluyen ministerios tales

como la fe, sanidad, profecía,

predicación, enseñanza, administración,

reconciliación, compasión y servicio

abnegado y caridad para ayudar y

animar a nuestros semejantes. Algunos

miembros son llamados por Dios y

dotados por el Espíritu para cumplir

funciones

...

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