APUNTES SOBRE GESTIÓN POR COMPETENCIAS: APLICACIÓN EN LA SELECCIÓN DE PERSONAS
gato.Br1 de Marzo de 2013
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APUNTES SOBRE GESTIÓN POR COMPETENCIAS:
APLICACIÓN EN LA SELECCIÓN DE PERSONAS
Por: José Antonio Villagra y Ana Villagra1
Orígenes del concepto de competencia aplicado a la gestión humana
La gestión por competencias comprende un conjunto de conocimientos y herramientas
desarrollados para apoyar mejoras en la gestión humana o de los recursos humanos.
Específicamente el concepto de competencia se aplica hoy en los procesos de selección,
capacitación, gestión del desempeño (evaluación), planeamiento de la sucesión y línea de
carrera.
De alguna manera, la gestión por competencias surge como respuesta a las dificultades
encontradas principalmente en la selección de las personas. En efecto, una problemática
frecuente en este proceso ha sido la relativamente baja validez y confiabilidad2 de algunas
pruebas ampliamente usadas.
Ya David McClelland, a inicios de los setenta, llamaba la atención sobre este asunto en sus
investigaciones; en ellas sostiene, que la inteligencia, verbal o numérica, no es necesariamente
un factor que predice el desempeño exitoso en un determinado cargo. McClelland concluyó que
eran ciertas conductas observables, o competencias, encontradas en los mejores desempeños
las que explicaban el éxito en la posición.
Posteriormente Spencer y Spencer y otros, entre los que podemos incluir a importantes
investigadores franceses, profundizaron los hallazgos de McClelland e hicieron contribuciones
y precisiones adicionales.
Una de estas críticas posteriores se refiere a la evaluación de la personalidad: los evaluadores
pueden sesgarse fácilmente por razones de simpatía/antipatía, afinidad y/o prejuicios. Uno de
los ejemplos más usados tiene que ver el rasgo “autoafirmación”, para muchos la
autoafirmación puede ser vista como positiva y estará asociada a la independencia y a la
seguridad, mientras que, para otros, podría ser evaluada negativamente como terquedad y
dificultad para adaptarse a las exigencias del medio.
De igual manera se resaltó las limitaciones de las pruebas de aptitudes; por ejemplo, el
desarrollo de una prueba de razonamiento lógico matemático poco tiene que ver con la tarea
real de desempeñarse como ingeniero; la aptitud lógico matemática evaluada en una prueba de
este tipo no es en realidad la habilidad que requiere el ingeniero, es sólo una aptitud o habilidad
potencial que, combinada con otros conocimientos, motivaciones, valores, etcétera, podría
convertirse en una competencia, pero no es la competencia en sí misma.
En contraste con el enfoque tradicional de evaluación de personas, la gestión de competencias
se centra en la identificación, evaluación y desarrollo de las competencias clave para el éxito,
tanto en lo organizacional, como a nivel de cada posición.
Aún cuando existen numerosas definiciones para el concepto de competencia, preferimos la
siguiente: “una habilidad, destreza o conocimiento descrito en términos de comportamiento,
1 Ana Villagra Villanueva es psicóloga clínica con amplia experiencia en selección de personal y consultora senior de
PRAXIS.
2 La “validez” se define como la capacidad de una prueba de medir realmente lo que propone medir y la “confiabilidad”
consiste el nivel de acierto y confianza (resultados consistentes y estables) que proporciona la prueba.
PRAXIS
http://www.praxis.com.pe 2
que puede ser observado, medido y enseñado y, además resulta crítico para el éxito individual
o corporativo”.
¿La gestión por competencias anula la necesidad de usar las pruebas de selección
tradicionales?
Como veremos más adelante, la gestión por competencias se basa en métodos específicos
para identificar y evaluar competencias. La identificación de competencias de un cargo es
importante para el diseño mismo del cargo; mientras que, la evaluación de las competencias es
determinante en la selección de la persona óptima para el puesto o, para evaluar su
desempeño, reconocerla, promoverla o desvincularla. El principio subyacente es que, en la
medida en que la persona encaje mejor en el puesto, permitirá mejorar sus indicadores
asociados al desempeño, la retención, la satisfacción y la motivación.
De esto se desprende que debería existir un “acuerdo” coherente y transparente respecto a los
criterios que se pide que el entrevistador evalúe. Es decir, debe quedar claro, tanto para el
cliente como para el entrevistador, no sólo la definición de las competencias a evaluar, sino
también otros temas relevantes como el sueldo a ofrecer, la existencia o no de una línea de
carrera, las posibilidades de capacitación, reconocimientos, entre otros. De igual manera, ya
que todos estos aspectos son claves, debieran asimismo ser trasmitidos al postulante. Con
todo esto la evaluación debería permitir la identificación de las motivaciones profesionales y
personales de cada y además, propiciar un clima de confianza y transparencia en la evaluación
en si misma, lo que reduce el riesgo de error en la selección.
En los procesos tradicionales de selección se suele evaluar cuatro aspectos: inteligencia
(inferior, normal, normal superior), intereses vocacionales (motivaciones para el trabajo),
personalidad (con o sin trastornos de comportamiento que afecten el desempeño en la
posición) y habilidades específicas (las que resulten necesarias para el puesto).
En cambio, en los procesos de selección por competencias todo gira en torno a evaluar
competencias. Los demás conceptos usados típicamente en selección tales como
conocimientos, habilidades, personalidad, actitudes, aptitudes, motivaciones y otros, son
organizados, pero en la forma de competencias, o dicho de otra manera, como “conductas
observables que son claves para el éxito en la posición”.
No hay duda que la aparición del concepto de competencias en los años setenta, y su
desarrollo y auge en las décadas posteriores, ha generado serias críticas a la forma tradicional
de evaluar a las personas. No obstante, el uso de ciertas pruebas orientadas a la evaluación de
las competencias (correctamente identificadas claro está) puede ser de gran ayuda3.
Así, al término de la evaluación de un candidato deberíamos tener un conocimiento global de la
persona. Esta información, lejos de encasillarla dentro de cierto nivel intelectual o cierto tipo
específico de personalidad, debería contribuir a explicar, si cuenta o no con las competencias
deseadas para la posición. Por ejemplo si la forma como piensa, cómo organiza la información,
las conductas principales que definen su personalidad, sus motivaciones, intereses,
aspiraciones en la vida etc. son coherentes entre sí y se están alineados con las competencias
deseadas. Vale decir, deberíamos identificar que es lo que diferencia a esta persona de otras y,
que la puede hacer adecuada o no para cierta posición.
Los riesgos en la selección ¿cuáles son los límites de una evaluación de selección de
personal?
3 Spencer y Spencer en su libro “Competence At Work” señalan una lista interesante de pruebas que podrían ser
usadas para evaluar ciertas competencias.
PRAXIS
http://www.praxis.com.pe 3
Abordado el tema de cómo evaluar las competencias, la siguiente pregunta es ¿cómo manejar
el riesgo de seleccionar a una persona que pudiera salir bien en las diversas pruebas,
entrevistas y dinámicas pero que, aún con todo, presente problemas de comportamiento que
afecten su desempeño en la posición?
En principio es importante comenzar reconociendo que el objetivo de una prueba de selección
no es hacer una evaluación clínica de cada postulante. Por esta razón, siempre existirá la
posibilidad de pasar por alto un muy pequeño porcentaje de errores. Es decir, al menos que
realicemos una evaluación clínica del individuo, lo que pueda ser útil en algunos casos, no
tendremos una idea 100% confiable (y aún así) de los aspectos relacionados con los
problemas de comportamiento que la persona pudiera tener.
En este sentido, y por obvias razones, los psicólogos clínicos, al trabajar en procesos de
selección, y debido a sus conocimientos y experiencia especializada en la materia, han
probado ser más eficientes en identificar los llamados trastornos de comportamiento, ya sea
usando pruebas o a través de entrevistas. Las habilidades del psicólogo clínico usualmente
favorecen también un mejor establecimiento del llamado “rapport”4 con el entrevistado, lo que a
su vez facilita la identificación de las reales motivaciones, intereses o preocupaciones de la
persona.
El factor “deseabilidad social”
Es oportuno, mencionar que como en cualquier otra situación de evaluación de personas,
existe lo que llamamos el factor “deseabilidad social”, término acuñado desde la psicología
experimental y que refiere a la tendencia del entrevistado a mostrarse como se espera de él o a
“quedar bien” frente al evaluador.
Este aspecto de la deseabilidad social,
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