Consumidor Final

Consumidor final

“(…) el verdadero autor del pánico planetario se llama Mercado. Es un todopoderoso terrorista sin rostro, que está en todas partes, como Dios, y cree ser, como Dios, eterno. (…)Su frondoso prontuario criminal lo hace temible. Se ha pasado la vida robando comida, asesinando empleos, secuestrando países y fabricando guerras.”

                                                                         (Eduardo Galeano)

En el siguiente trabajo expondremos la manipulación del discurso dominante como estrategias de invisibilización del poder.

Para ello cotejaremos textos de Margulli, Marcuse, Van Dijk, Fairlough, Foucault, Paradelo-Nuñez.

Nuestra exposición tiene como finalidad dar a conocer las distintas alternativas de resistencia al discurso hegemónico, propuesta por los autores provenientes de la sociolingüística.  

Cuando Eduardo Galeano se refiere al mercado como un terrorista sin rostro resulta inevitable no asociar esta imagen con la noción de poder invisible que propone Martín Paradelo Nuñez, al aludir al cambio que sufriera, a partir de la década del setenta, esa idea de poder al producirse el retroceso de su omnipresencia política para potenciar su omnipresencia en la conciencia de cada individuo. Esta invisibilización es lograda, según el autor, merced a determinadas estrategias tendientes a producir un desarme

ideológico absoluto en los sujetos.

En su artículo se centrará en una de estas estrategias: el control del deseo por el consumo.

Paradelo Nuñez cita en su trabajo a Pierre Bourdieu que afirma que el poder simbólico, mediante esta invisibilización, tiene el poder de constituir lo dado por la enunciación: hace ver y hace creer, confirma o transforma la visión del mundo y, de esta manera, la acción sobre el mundo.

Para hacer frente a este poder, asegura Paradelo Nuñez, es preciso ser conscientes de su existencia, influencia y reproducción. (Paradelo-Nuñez.2013)

En consonancia con las palabras de Bourdieu , Van Dijk se refiere al discurso como medio a través del cual  los grupos dominantes, pretenden influir en el querer de las personas. El control de las intenciones representa a su vez el control de los actos. El discurso y la comunicación son los principales recursos de dominación y manipulación de la elite dominante. ¿En qué consiste esta manipulación? En el control sobre el discurso del público. Este poder discursivo, a través de la comunicación, produce lo

 que Van Dijk llamará la manufacturación del consenso, o sea, el control discursivo de los actos lingüísticos por medio de la persuasión; manera moderna de ejercer el poder.

Mediante este mecanismo, el grupo dominante construye en los grupos dominados determinados conocimientos sobre el mundo, actitudes sociales, prejuicios e ideologías de grupos. Esto es posible dado que el acceso al discurso público es privativo de las clases dominantes ya que deciden temas, participantes, audiencia, turnos, tiempo, lugar y relación entre participantes; lo que les confiere un mayor poder frente al la clase dominada dado que esta tiene un acceso limitado a la variedad de discurso (sus posibilidades se restringen a conversaciones privadas) y un acceso pasivo a los medios de comunicación.(Van Dijk 1994)

Asimismo, Fairclough en discurso y cambio social, señala que el discurso, como práctica social, representa al mundo y lo significa constituyendo y construyendo su significado; contribuyendo, además, a la construcción de identidades sociales y posiciones subjetivas, de las relaciones sociales entre personas y de los sistemas de creencia y conocimiento.(Fairclough)

Resulta, de este modo, comprensible que la lucha del poder consista en la apropiación de los espacios legitimados de construcción del discurso. Cuando la clase dominante logra que la masa transforme ese discurso en sentido común, ese discurso se convierte en una verdad inobjetable.

Indudablemente, uno de los medios masivos de comunicación más influyentes ha sido la televisión.

 Para Mario Margulis la T.V  “nos brinda un suministro cotidiano de informaciones, acontecimientos, imágenes, y adquiere poder sobre su realidad y legitimidad”. Agrega que “lo real entra en serio estado de sospecha. (…) tal como la compartimos socialmente, es imagen, es fantasma, es espectáculo. Las noticias, los acontecimientos que nutren la realidad social como experiencia colectiva, son producto de una industria vinculada con los medios” que no copian sino producen

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