La elaboración de un proyecto de cultivo de chigüires
Nery14Tesis22 de Enero de 2014
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INTRODUCCIÓN
Siendo Venezuela un sitio por excelencia de una gran variedad de fauna silvestre la cual permite por sus llanuras el sitio ideal para la reproducción y conservación de animales en su entorno que se observan por los distintos ángulos que abarcan estas regiones.
Y que sólo podrán ser utilizados para la producción de alimentos mediante sistemas extensivos de manejo con respecto a la fauna silvestre. Incluyendo varias especies singularmente grandes en relación a la mayoría de los integrantes de ese. Al respecto es importante puntualizar que en el futuro.
Vale la pena recalcar que si la especie de Chigüire es protegida adecuadamente puede más adelante tener una vía idónea como es la domesticación de la especie. Prueba de ello lo constituyen las explotaciones de Chigüire en algunas Empresas, un paso indispensable, debido a la caza indiscriminada ocasionada por personas inescrupulosas que no tienen la información necesaria en lo que respecta a la cría extinción.
Los chigüieres (Caviidae) son una familia de roedores histricomorfos de variado tamaño sin embargo para así poder diseñar sistemas de manejo que permitan aprovechar los recursos de manera sostenida de ambientes naturales y de reservas del planeta deberán conservarse como reservorios de diversidad biológica. La utilización de estos ecosistemas hace imprescindible conocer a cabalidad el entorno ecológico que tiene ésta región, quizás esa no es condición única para la utilización obtenida de éste recurso animal inmensas áreas de agua desarrollo pero es probable que en la actualidad la utilización de la fauna silvestre no hacen de éste proceso para su utilización comercial tiempo de veda y su adecuada explotación.
CHIGÜIRE O CAPIBARA
Clasificación taxonómica.
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Subfilo: Vertebrata
Clase: Mammalia
Infraclase: Placentaria
Orden: Rodentia
Familia: Caviidae
Anatomía y Fisiología del Chigüire.
Los chigüires tienen un cuerpo en forma de barril y una cabeza pequeña, con un pelaje medianamente grueso y de coloración parda rojiza en la parte superior del cuerpo que se vuelve parda amarilla hacia los flancos y vientre. Pueden crecer hasta 130 cm de largo y llegar a pesar hasta 65 kg. Los chigüires presentan pies ligeramente palmeados, prácticamente carecen de cola y tienen veinte dientes. Sus patas posteriores son algo más largas que las anteriores, y los hocicos son romos, con los ojos, narinas y orejas en la parte superior de la cabeza.
Requerimientos agroecológicos.
Existen tres condiciones agroecológicas que motivan tal programa: 1) la inundación anual que dura de cinco a ocho meses; 2) la ubicación de áreas como Bajios y Esteros, que permite conservar aguas y por lo tanto buenos pastos (Hymenachne amplexicaulis y Leersia hexandra) durante casi todo el año; y 3) la presencia de árboles y arbustos en calzadas y bancos altos, lo cual permite al capibara guarecerse en las condiciones extremas de sequía e inundación.
Tomando en cuenta que éstas constituyen limitaciones para la ganadería y agricultura tradicional, las cuales son ventajas para la explotación del capibara, y no existiendo la posibilidad económica ni física de un drenaje de estas 500.000 hectáreas; además de la potencialidad existente para la cría semi-intensiva y la popularidad del capibara que tiene esta región, la CORPOSUROESTE elaboró el programa de explotación integral del capibara (Fumo et al., 1987). Primero se establecieron los requisitos para los productores interesados en la explotación del capibara, quienes tienen que cumplirlos para poder optar al crédito que la banca comercial dispuso a este programa. Dichos requisitos son:
El productor debe ser propietario de la unidad de producción (hato, fundo o finca) y dentro de la finca asignar un área no menor de 200 has para el manejo semi-intensivo del animal silvestre.
El área destinada a la cría del capibara deberá tener como mínimo el 1.5% de su superficie con cuerpos de agua dispersos, un 5% de áreas cubiertas de matorrales distribuidos en la misma y es indispensable que el área restante disponga de abundante sabana natural.
El productor deberá contratar la asistencia técnica a través de una empresa de servicios de agrotécnicos, a fin de asegurar el buen éxito de la explotación. Se planificó tal operación con unos treinta productores de la zona que tenían interés y poseían estos requisitos.
Las unidades de explotación se inician con 150 hembras, 15 machos. Para el tercer año se estabiliza el rebaño en 362 adultos. Teniendo que vender animales al inicio del verano para mantener la carga animal estimada de 3 capibaras/ha en los meses secos.
Su manejo es simple: en los 200 has destinadas al capibara pastan exclusivamente éstos, excluyendo al vacuno mediante la dotación de cercas con malla de hasta 0.65 m de altura y el resto de alambre de púas (lo cual representa la mayor inversión), el total a cercar es 6 km por finca, lo que representa el 60% de la inversión. Con respecto a la mano de obra, es necesario establecer una vigilancia constante y alimentar con melaza y sales minerales en comederos ubicados en sitios en sitios estratégicos para la observación del rebaño y su amansamiento.
El proyecto contempla la venta de carne fresca, por lo tanto se requiere la construcción de un matadero cooperativa de los ganaderos involucrados, con refrigeración y almacenamiento para comercializar las canales que las fábricas de embutidos y charcuteros irían a comprar. Sin duda, este aspecto está asegurado, porque los industriales de la salchicha, salami y jamones, etc. fueron muy receptivos y ofrecieron comprar toda la producción, pues les permite en sus industrias reciclar gran cantidad de cerdos muy gordos los cuales les producen perdidas; mezclando estas carnes con las de capibaras, que son magras y le permiten recuperarse de esas pérdidas.
Sistemas de producción.
Existe un programa para la utilización del capibara que le permite a los productores ubicados en las sabanas inundables (Estados de Apure, Portuguesa, Barinas y Cojedes) utilizar los rebaños de capibaras existentes en sus fincas mediante un programa de control de poblaciones y asignación de permisos para la extracción, transformación y comercialización de la carne seca.
La cosecha legal de esta especie ya tiene treinta años de registros en Venezuela, pudiéndose dividir en tres períodos. El primero de ellos es la explotación, antes del estudio sobre la explotación del capibara realizada por Ojasti (1973), propiciada por el Ministerio de Agricultura y Cría, a través del Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP), para delinear una política de conservación de esta especie.
El primer período, previo a la veda total que se realizó entre 1962–1967, donde no se había establecido la metodología basada en el conteo previo al otorgamiento de licencias, permitió una explotación de 20,000 o más animales anualmente y fue declinando hasta que se procedió a la veda. En este período, según Ojasti (1991), las licencias se otorgaron a quienes convenía. Pagando una tasa muy baja (1.00 Bs./animal explotado), se podía cazar donde cada uno pudiese hacerlo, sin tomar en cuenta propiedad o tamaño de la finca.
Durante la veda de 5 años en Venezuela, se importó carne seca de capibara desde Colombia, para satisfacer la demanda de ésta durante el período de Semana Santa. Se reinició la caza comercial mediante el procedimiento establecido, que fue el siguiente: A finales de cada año el Ministerio de Agricultura y Cría por aviso de prensa anunciaba la apertura del período de caza comercial y los requisitos que la regían. Posteriormente, cuando este programa pasó al recién creado Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales Renovables (MARNR), los dueños de fincas ubicadas en los Estados Llaneros, pedían al Ministerio constatar, mediante conteo, el número de capibaras existentes en ellos para otorgarles un permiso de caza comercial por el 30% de la existencia de éstos en sus fincas. De un 20 a un 15% de los peticionarios no se les dio permiso, por diferentes razones: generalmente por no tener animales, ni rebaños estables, ni presencia de los dueños en la finca. A los restantes se le otorgaba una licencia para cazar, transformar en salones y comercializar una cantidad bien especificada cada uno con la marca que le suministra el MARNR.
La cosecha autorizada está basada en el estimado de la producción neta anual de cada finca. Si la población es más baja que la del año anterior, la licencia es negada. Si se comprueba manipulación en los números, remarcaje o venta ilegal, no se le conceden más permisos de por vida.
La caza deportiva también permite hasta 2 ejemplares por cazador autorizado, cada año, entre Febrero y Marzo. Lo más común es que, para subsistir, todos los lugareños cacen del rebaño de capibaras que abundan en los numerosos cuerpos de agua que existen en el llano inundable.
La cacería legal con fines comerciales se incrementó mediante este procedimiento de 17,000 en 1968, hasta 46,000 cabezas en 1973, fundamentalmente por el ingreso de nuevas fincas al programa.
En el período de los años 1974 a 1976, disminuyó el número de animales cazados por severas sequías, que condujo a una disminución de la población. Posteriormente creció paulatinamente el número de animales permitidos hasta llegar a los 70, 000 o más animales sacrificados
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