La lectura en los procesos de formación docente

LA LECTURA EN LOS PROCESOS DE FORMACIÓN DOCENTE

Ariadna Santana Herrera

La mayoría de los estudiantes que ingresan a las Normales o Instituciones Formadores de Docentes no tienen hábitos de lectura, lo que dificulta el análisis de diferentes textos: teóricos, científicos, literarios etc. , cuya lectura exigen varias materias de la carrera elegida, en el caso de los alumnos de la Licenciatura en la especialidad de Español la falta de hábito lector de textos literarios les dificulta situarse en el universo ficcional, acceder a  la especificidad del lenguaje literario y comprender las convenciones que todo texto estético implica.

El proceso de formación docente

El Perfil de egreso de la Licenciatura expresa el dominio de Habilidades intelectuales específicas como:

• Poseer alta capacidad de comprensión del material escrito y tiene el hábito de la lectura; en particular, valora críticamente lo que lee y lo relaciona con la realidad y, especialmente, con su práctica profesional.

Este dominio de de habilidades parece ser algo difícil de alcanzar si consideramos que todo esto se logra si hay en los alumnos hábitos de lectura y escritura, ya no digamos excelentes; sino, solamente aceptables. Parece increíble que a la edad de 20 a 23 o 24 años, edad promedio de los alumnos las experiencias de lectura no han sido demasiado satisfactorias, pocos experimentaron desde niños el goce íntimo con el libro elegido por instinto.

El placer de leer

El proceso de formación de los maestros de requiere ante todo tener una competencia comunicativa, competencia que se logra a través de los semestres de la carrera profesional, es aquí en donde se construye el lector competente, el lector que tiene una visión diferente del acto de la lectura, que supone del placer de disfrutar leer. Texto, autor y lector son los responsables de liberar a la palabra de su repetición banal, el escritor produce el texto con la esperanza de verlo actualizado en mecanismos receptivos del destinatario. El lector se dispone a interpretar el texto realizando intentos subjetivos y objetivos. Si el texto se convierte en un elemento significativo por la experiencia cultural y estética del lector, el acto de la lectura recompone el texto con el autor y el lector, Delia Lerner expresa “Cuando el lector se entrega a la lectura literaria, se deja llevar por las imágenes o evocaciones que la lectura suscita en él.”

La lectura es algunas veces un placer solitario, es un asunto de pasión, un asunto de cortejo, el gusto por la lectura debe subyugar al maestro, al alumno, al formador, a todos aquellos que realmente queremos ver mundos diferentes, no es posible transmitir el entusiasmo por la lectura literaria si no se experimenta; por ello, además de ser el aula un espacio de reflexión sobre el acto de leer literatura, se espera que los alumnos –futuros maestros– se conviertan en lectores o amplíen sus actuales horizontes en el ámbito de la lectura literaria, para lo cual, la lectura de textos literarios deberá ser una actividad permanente en toda su formación profesional, además es importante entender que las ideas que tenemos sobre la lectura pueden facilitar o complicar nuestro trabajo docente.

La competencia literaria

Desde mi punto de vista, la competencia literaria  incluiría cuatro componentes: experiencia estético-literaria, competencia enciclopédica, competencia pragmática y competencia didáctica. La palabra “experiencia”, referida al vínculo del futuro docente con la literatura, juega con una doble significación. Una es simple, cotidiana: experiencia en el sentido de acumulación y reiteración en el hacer, lo que va formando un saber hacer. El otro significado proviene de perspectivas teóricas y se refiere a la experiencia estética en relación con textos literarios que produzcan placer en los adultos, no hay que olvidar que los alumnos de Licenciatura son adultos con poco acercamiento a la lectura literaria. Por su parte, el filólogo y profesor español Daniel Cassany en su libro “Enseñar lengua”, afirma que:

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