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CASO CLINICO NEURO

skady123Trabajo4 de Julio de 2020

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Antecedentes personales.

Gabriel Hernández, es un hombre de 70 años que trabajo por varios años en construcciones de casas prefabricadas, sufrió variados accidentes laborales los cuales le dejaron algunas secuelas que por el momento eran insignificantes para él. Se casó a los 40 años con su compañera de trabajo, estuvieron juntos 5 años, tuvieron 2 hijos en ese transcurso de tiempo.  Por causa de diferentes problemas dentro de la relación, terminaron por divorciarse. Se jubila a la edad de 50 años, misma edad en que empezó a tener diferentes problemas de salud.

Antecedentes médicos.

Gabriel acude al hospital más cercano junto con sus dos hijos luego de haber sufrido un alza de presión arterial (170-95 mmhg) y una parálisis completa de su lado derecho, se encontraba delirante y apenas lograba articular algunas palabras.

Es ingresado al servicio de salud pública como paciente crónico por una diabetes mellitus tipo 1 preexistente. Se inicia tratamiento con metformina de 850 mg, gemfibrozilo de 600 mg y aspirina de 100 mg. Paciente apegado al tratamiento, los familiares especifican que ha permanecido por 14 años con esta enfermedad, presentando dentro de este tiempo una retinopatía diabética operada con láser en tratamiento, pérdida visual de un 60% en ambos ojos. Posterior a esto, presenta daño renal crónico, siendo ingresado a hemodiálisis, por exámenes alterados con tendencia al alza en creatinina (10.2mg/dl), potasio (4.6 meq/l) y calcio (8.4 mg/dl). Uno de los hijos menciona que se mantenía en hemodiálisis por el transcurso de 3 años aproximados con evolución nula. Presenta un cuadro de cefalea permanente y disminución de memoria, por lo que se decide tomar control con médico cirujano internista. Mientras se conservó al paciente en observación, se logró ver un cambio drástico de personalidad, se le veía cabizbajo, sin ánimos y con actitudes depresivas. En las horas de visita, sus familiares decían que siempre tenía la mirada perdida, no escuchaba bien las voces de los demás y tendía a ignorar o mirar con desprecio a la gente que iba a verlo. Su hijo mayor aclaro que su padre nunca ha demostrado ser así antes, era una persona alegre e independiente a pesar de su edad, siempre tenía energías para salir y explorar lugares cercanos de se casa, sus hijos no eran tan permisivos con esto debido a su edad y por el miedo de que le sucediera algo al momento de salir a la calle o hacia alguna otra zona. Tras analizar esto, se decidió la participación de un psiquiatra para evaluar la situación del paciente. En el examen físico se encontraba hemodinámica-mente estable y apirético, sin quejas cardiorrespiratorias, gastrointestinales, urinarias u otras. Neurológicamente se mostraba apática, con escasa iniciativa verbal y motora, y marcha lenta, sin desequilibrios. Sus familiares relatan que unos meses antes de ser ingresado para hacer exámenes, demostraba dolores de cabeza, tuvo una pérdida de motricidad fina en su lado derecho, sentía nauseas, pérdida de visión y estados de insomnio. Presentaba alucinaciones y estados de psicosis, había días en que se le veía desorientado en tiempo y espacio, Presentaba ideas delirantes paranoides y de perjuicio (veía cosas y malinterpretaba imágenes) y actividad ilusoria visual (reporto haber visto un hombre entrar a su habitación de hospital mientras sus familiares lo visitaban, una de las hijas relata que no vio a nadie en la habitación).

En la evaluación neuropsicológica, el paciente no se mostró muy colaborativa y presentaba alguna desorientación temporal y espacial, y baja iniciativa verbal y motora. En el test mini mental (MMSE) obtuvo 21 puntos (considerado un déficit cognitivo moderado) y apenas 3 puntos en la prueba de diseño del reloj. Presentaba, así, déficits de recuperación espontánea y déficits de memoria semántica, de atención, visuoespacial y visuocontructiva.

La información clínica del estado de salud del paciente se recaudó por los antecedentes que dieron sus hijos, se dijo que el paciente estaba asintomático de hace unos meses atrás, se veía claramente una disminución de su memoria y dificultad en realizar actividades diarias que el hacía sin problema alguno hace dos años atrás. Se procedió a tomar una tomografía computarizada (TC) cerebral ya que los cuadros de cefalea y desorientación seguían predominantes, se encontraron lesiones seculares cortico-subcorticales en las fosas temporales, con mayor extensión a la derecha, atrofia cortico-subcortical, leuco encefalopatía isquémica frontal y parietal, y señales difusas de aterosclerosis vertebro basilar y carotidea. Sus funciones ejecutivas seguían empeorando y cada vez tenia aún más alucinaciones y dolores. Sus hijos al saber esto, comentaron que hace un par de años atrás había sufrido un ACV isquémico con pérdida de conciencia, no entendían el porqué de esto, ya que no tenía antecedentes de genética o algo por el estilo. Debido al estado del paciente y las múltiples complicaciones médicas, los diagnósticos y los derivados complementos que se utilizaron, la evolución progresiva y rápida de la sintomatología que motivó el ingreso, se consideró el diagnóstico de demencia vascular cortical y subcortical mixta. “La demencia vascular, siendo un síndrome, refleja una compleja interacción que comprende las alteraciones isquémicas o hemorrágicas (enfermedad cerebrovascular y AVC) asociadas a factores de riesgo vascular (HTA, diabetes mellitus, obesidad, enfermedades cardíacas embolígenas, tabaquismo, sedentarismo, hiperhomocisteinemia), a factores del paciente (sexo masculino, edad avanzada, bajo nivel educativo), a la cognición y a los factores genéticos.” (P. Moldes, “Nota clínica, caso de demencia vascular” 2011, pp 45-46).

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