Caso Clínico De Bulimia
gerobaum127 de Febrero de 2013
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Descripción del caso
M. es una mujer de 24 años. Acude a consulta por episodios de atracón seguidos de vómitos y alteraciones en el estado de ánimo. Dos años antes comenzó un tratamiento de orientación cognitivo-conductual que había abandonado recientemente porque le hacía sentir muy mal hablar de cosas de su pasado. El abandono se produjo tras una intervención del terapeuta que supuso un desafío a la imagen que tenía de su madre. Estaba de acuerdo en explorar su pasado, sin embargo, un encuadre que sólo permitía una cita cada 20 días le parecía insuficiente. Últimamente se encontraba especialmente nerviosa y triste, había comenzado a tomar un antidepresivo (IRSS). No relaciona su malestar actual con ningún acontecimiento reciente; sin embargo, un mes antes empezó a vivir con su pareja tras abandonar el domicilio materno. Había tomado esta decisión poco tiempo antes y, aunque en un primer momento no pudo hablar de ello, tras varias sesiones de tratamiento me comenta que estaba teniendo fuertes discusiones con su madre en relación con que ésta no veía en su novio a una persona digna de ella.
M. es la menor de seis hermanos. Sus padres se separaron cuando contaba con seis años de edad. El padre era alcohólico y eran frecuentes las escenas de violencia y malos tratos hacia la madre. Desde entonces recuerda vagamente haber visitado a su padre algunos fines de semana antes de romper definitivamente el contacto. Estos momentos eran vividos como muy desagradables porque el padre siempre estaba bebido, sentía asco de un exceso de contacto físico con él y de la imagen de descontrol que ofrecía. Aunque sin poder precisar ninguna situación concreta, siempre tuvo la fantasía de que había abusado de ella.
Define a su madre como una mujer con aficiones culturales, atractiva para los demás porque es “divertida e interesante” pero con pocas relaciones sociales. Tiende a considerarse especial y a descalificar a los demás.
Siempre ha vivido centrada en sus hijos, con grandes expectativas hacia ellos. Para M. es la persona más importante en su vida, con la que siempre ha contado para tomar decisiones. A pesar de haber tenido grandes diferencias, no tolera ningún comentario negativo de nadie hacia ella y minimiza y justifica todos sus aspectos negativos. Según su relato parece ser una persona que no muestra sentimientos de debilidad, pero que en ocasiones se victimiza de sus problemas. No suele entender los episodios depresivos de M. y le reprocha que no sea más fuerte.
M. fue una estudiante excelente. Recuerda su infancia “sometida a la disciplina del baile”. Desde los cinco años acudía a una academia de baile donde entrenaba tres horas casi a diario. Tenía que renunciar con frecuencia a salir con las amigas ya que el poco tiempo de que disponía lo dedicaba estudiar. En la academia fue elegida por la profesora, a quien califica como “una segunda madre”, entre sus alumnas preferidas y por tal motivo solía hacerla repetir delante de las demás los ejercicios que hacía mal, lo que fue una fuente de sufrimiento importante durante todos estos años. Forzó que no se le curara una lesión de tobillo para poder abandonar los entrenamientos pero tampoco quiso continuar en otra academia que nunca le proporcionaría la posibilidad de convertirse en profesional del baile. Actualmente trabaja como secretaria de dirección en una gran empresa donde no está satisfecha; sin embargo, sólo lo dejaría para trabajar en algo relacionado con el mundo del arte, pero siente que perdió esa oportunidad al no poder ser bailarina. No refiere ninguna relación de intimidad con amigas. Tiene un círculo de amigos que valora porque puede mantener con ellos conversaciones que ella califica de “profundas”. Su mejor amiga es una de sus hermanas, con la que sí comparte algunas de sus dificultades, pero en general la descripción que hace de las relaciones con el resto
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