Insuficiencia Renal
11Portal114 de Diciembre de 2014
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ESTILOS DE AFRONTAMIENTO Y DEPRESIÓN
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Universidad José Simeón Cañas
“Relación entre estilos de afrontamiento y depresión en pacientes con insuficiencia renal
crónica en tratamiento de hemodiálisis”
TRABAJO DE GRADUACIÓN PREPARADO PARA LA FACULTAD DE CIENCIAS
SOCIALES Y HUMANIDADES
PARA OPTAR AL GRADO DE
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
Presentado por:
Ernesto Antonio Olivo Martínez
Emilia Pérez Gavidia
Agosto, 2014
Antiguo Cuscatlán
ESTILOS DE AFRONTAMIENTO Y DEPRESIÓN
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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA JOSÉ SIMEÓN CAÑAS
RECTOR
Ing. Andreu Oliva S.J
SECRETARIA GENERAL
Mtra. Silvia Azucena de Fernández
DECANA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
Mtra. Mercedes Rodríguez de Burgos
DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADUACIÓN
Mtro. José Luis Henríquez
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El propósito de este estudio fue observar si los estilos de afrontamiento asumidos por un
grupo de 87 pacientes con pacientes con insuficiencia renal crónica en tratamiento de
hemodiálisis guardan relación con la presencia o no de depresión en los mismos. Para esto, se
utilizaron los instrumentos CAE para medir los estilos de afrontamiento y BDI-II para medir la
ausencia o presencia de depresión. Se observó un deterioro importante en el estado de ánimo de
estos pacientes ya que el 66.7 % de ellos presentaron algún grado de depresión. De acuerdo con
los resultados, el estilo de afrontamiento activo correlacionó positivamente con la ausencia de
depresión. Mientras que los estilos pasivo y evitativo se asociaron con la presencia de depresión.
La presencia de depresión fue mayor en las personas que usaron el estilo evitativo. Se presenta
también las posibles relaciones de estos resultados con algunas variables socio demográficas
como el sexo, la edad, la ocupación etc.
Palabras clave: depresión, afrontamiento, IRC, hemodiálisis, insuficiencia renal crónica.
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A nivel mundial la Organización Mundial de la Salud (OMS), (2006) estima que unos 120
millones de personas alrededor del mundo padecen de Insuficiencia Renal Crónica (IRC), se
infiere entonces que esta enfermedad no solo trae complicaciones a nivel indiv idual (físicos y
psicológicos) sino que también genera problemas sociales, políticos y hasta legales ya que es una
enfermedad con alto grado de letalidad, por lo que el hecho que afecte a tanta cantidad de la
población puede dar pie a que se convierta incluso en una pandemia.
Estos hechos demandan, por tanto, que exista un mayor interés en proyectos de
especialización e investigación sobre una amplia gama de problemáticas acerca de esta temática,
que finalmente terminaran beneficiando a los pacientes que padecen Insuficiencia Renal Crónica
ya que al profundizar en la enfermedad se pueden dar soluciones oportunas para minimizar los
impactos en la vida cotidiana del paciente y las personas que le rodean.
En específico, en los países centroamericanos se reporta desde hace más de una década la
existencia de una enfermedad renal crónica de causa desconocida, de elevada prevalencia,
presente fundamentalmente en áreas rurales, y que afecta a hombres agricultores. Ello le imprime
al problema de la IRC en la región de referencia, características específicas que demandan su
jerarquización y un abordaje integral (M inisterio de Salud de El Salvador , 2013).
El Salvador no se queda atrás, según el informe de labores del Ministerio de Salud de El
Salvador (MINSAL) 2012-2013, los datos arrojan que la insuficiencia renal crónica constituyó la
tercera causa de muerte en adultos para ambos sexos, siendo la primera causa en los hombres y la
quinta causa en las mujeres, se registra también que la IRC posee una letalidad hospit alaria
mayor a la del cáncer y a esto se le suma que, como en el informe también se refleja, hay datos
incompletos de la caracterización epidemiológica (frecuencia y distribución) de la IRC en la
población general.
Muchas de estas personas mueren sin recibir el tratamiento adecuado para su enfermedad
o estos ya no surten el efecto esperado pues las personas buscan atención médica demasiado tarde
ya que hasta el momento no se le ha dado un tratamiento adecuado en cuestión de prevención y
descripción de las enfermedades renales para que la gente esté alerta tal como se ha hecho con
otras enfermedades como el dengue, el cólera etc. (Organización Panamericana de la Salud,
2008)
La Insuficiencia Renal Crónica se define como: “una enfermedad que implica la pérdida
gradual de la función de los riñones, esta es progresiva y puede llegar a ser terminal cuando la
capacidad renal se reduce a un 10%”. Esta enfermedad puede verse asociada a enfermedades y
factores infecciosos o fisiológicos tales como glomerulonefritis, enfermedades tubulares,
infecciones renales, obstrucción por cálculos, anomalías congénitas entre otras” (Pérez, Llamas &
Legido, 2005, p.3).
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Dependiendo del deterioro renal hay cinco estadios en los cuales se divide la enfermedad
crónica:
Tabla 1: Clasificación de los estadios de la Enfermedad Renal Cróni ca (ERC) según las guías
KIDOQL, 2002 de la National Kidney Foundation
Según la National Kidney Foundation se cataloga como Insuficiencia Renal Crónica
(IRC) cuando el fallo alcanza el estadio 5 y es necesario algún tratamiento sustitutivo para que la
persona pueda recuperar parte de las funciones renales. El tratamiento para la IRC depende del
estadio de la enfermedad en que el paciente se encuentre, como se ha mencionado antes cuando el
riñón tiene una pérdida de 90% o más de sus funciones se requiere tratamientos sustitutivos
(diálisis, hemodiálisis o trasplante).
El tratamiento sustitutivo más apropiado de la Insuficiencia Renal Crónica Avanzada
suele ser el trasplante. En los pacientes con insuficiencia renal crónica, hay ciertos criterios que el
paciente debe cumplir para poder ser candidato a trasplante. Estos criterios son más restringidos
que los de las diálisis y están guiados por las posibilidades de complicaciones con la terapia
inmunosupresora. Algunos de estos criterios son: a) fracaso del tratamiento conservador, b) no
hay elementos reversibles en la insuficiencia renal del paciente y c) el paciente está demasiado
enfermo como para mantenerle confortablemente con los métodos habituale s del tratamiento
(Suazo, 2013).
Según Michael Boulton-Jones (1984): “Cuando el riñón trasplantado funciona
adecuadamente remiten todas las complicaciones de la uremia; la hemoglobina se recupera, cura
la osteodistrofia, mejora la neuropatía y desaparece toda restricción en la ingestión de líquidos”
(p. 102).
La diálisis es el primer método sustitutivo que se suele utilizar para los pacientes con IRC
que no están en etapas tan avanzadas pero que sí tienen aproximadamente solo el 10% de sus
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funciones renales. La diálisis consiste, según Boulton- Jones (1984) “en reemplazar la función
excretora del riñón por difusión de las moléculas a través de una membrana semipermeable,
como es el celofán o el cuporfan. Por este mecanismo se eliminan los productos nitro genados,
algunas drogas y el exceso de potasio y se corrige la acidosis, pudiendo extraer agua por
ultrafiltración, aunque ninguna de estas desempeña con la eficacia que la realiza el riñón” (p.95).
De modo que este procedimiento consiste en sacar los desechos del riñón directamente, a
diferencia de la hemodiálisis que libera de toxinas la sangre, este procedimiento funciona como
un riñón sustituto procesando los líquidos como lo hace el riñón.
Otro tratamiento sustitutivo y el de mayor interés en este estudio es la hemodiálisis (HD).
“La hemodiálisis consiste en extraer la sangre del organismo a través de un acceso vascular y
llevarla a un dializador o filtro de doble compartimiento, en el cuál la sangre pasa por el interior
de los capilares en un sentido, y el líquido de diálisis circula en sentido contrario bañando dichos
capilares, así, ambos líquidos quedan separados por una membrana semipermeable. Este método
consigue la circulación de agua y solutos entre la sangre y el baño para, entre otros fines,
disminuir los niveles en sangre de sustancias tóxicas cuando están en exceso y que elimina el
riñón sano, por ejemplo el potasio y la urea. En pacientes oligúricos o anúricos también se
programa la eliminación de una cantidad de agua de la sangre, ya que se va acumulando en los
periodos interdiálisis por fallo renal. La hemodiálisis por lo general se realiza tres veces a la
semana. Cada tratamiento dura de 3 a 5 horas o más”. (The National Institute
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