Inteligencia Emocional

EL CEREBRO EMOCIONAL

¿Para qué sirven las emociones?

Una emoción tan grande como lo es el amor puede llevar a un padre a salvar a su hijo querido y dejar a un lado el impulso de la supervivencia social. El hecho de pasar las emociones y los sentimientos por encima de la razón en momento de vida o muerte por así decirlo de alguna manera nos ayuda a enfrentar momentos difíciles en los que es muy fácil perder la batalla. La inteligencia emocional a diferencia de la racional hace que el humano se deje llevar por impulsos y reacciones más poderosas que la inteligencia misma.

Daniel Goleman explica cómo es posible que una persona con inteligencia media o de nivel bajo puede tener más éxito que una persona muy inteligente, esto se debe a que gracias a las emociones se pueden tener relaciones más productivas con las personas que nos rodean y así llegar al éxito. Una persona por más inteligente que sea puede no llegar a tener éxito si es una persona de mente cerrada y no permite que sus emociones salgan a la superficie.

Nuestra inteligencia emocional no se nos establece al nacer si no que se puede fortalecer y moldear con el paso de los años, de nuestras experiencias, es decir, desde niños deberíamos aprender cuales son nuestras emociones. Nuestra inteligencia emocional refiere a nuestras actitudes, destrezas, reacciones ante ciertas situaciones las cuales podemos definir para poder moldear una personalidad notoria ante las personas que nos rodean. Nuestras pasiones están por encima de nuestro juicio racional porque a pesar de saber la solución correcta para cierto problema necesitamos ese impulso que nos ayuda a reaccionar de manera acertada y en un momento correcto.

Tipos de emociones:

La ira: nos pone a la defensiva o a querer luchar, se aumenta nuestro ritmo cardiaco y agiliza nuestro cuerpo a querer explotar nuestra energía de un solo golpe.

El miedo: el huir, atacar o esconderse en cierta situación la cual nos provoca una gran inseguridad y estar en un estado de alerta.

La felicidad: es una de las emociones más difíciles de explicar, incluye la alegría y acontecimientos externos y materiales o en nuestro interior, en nuestras propias disposiciones.

El amor: es la satisfacción del ser, el sentimiento de afecto incondicional hacia algún alguien o algo.

El disgusto: preocupación o dolor provocado por una situación desagradable.

La tristeza: produce una caída de energía y entusiasmo por actividades de la vida. La forma que demostramos pesar cómo se demuestran las emociones o se contienen para momentos de intimidad son moldeados por la cultura.

Nuestras dos mentes.

La mente racional es la forma de comprensión de lo que somos conscientes, la mente emocional es un sistema de conocimiento, impulsivo y poderoso aunque ilógico.

La mente emocional es impulsiva y más poderosa ya que son las emociones las que no llevan a reaccionar de cierta manera en cada situación.

Las dos mentes operan de una manera unida y coordenada para guiarnos.

“Los sentimientos son esenciales para el pensamiento y el pensamiento lo es para el sentimiento”.

El desarrollo de cerebro.

El cerebro humano con casi un kilo y medio de células y jugos nerviosos, tiene el tamaño de casi tres veces mayor que el de nuestros parientes más cercanos, en la escala evolutiva, los primates no humanos. El hecho de que el cerebro pensante surgiera del emocional, es muy revelador con respecto al pensamiento y sentimiento, el cerebro emocional existió antes que el racional.

La raíz más primitiva de nuestra vida emocional es nuestro sentido del olfato, en el lóbulo olfativo, el olor se convirtió en el sentido supremo para la supervivencia.

Anatomía de un asalto emocional.

En los seres humanos, la amígdala es un racimo en forma de almendra de estructuras interconectadas, que se asientan sobre el tronco cerebral, cerca de la base del anillo límbico.

El hipocampo y la amígdala, eran dos partes del primitivo “cerebro emocional” que en la evolución, dio origen a la corteza y luego a la neocorteza; estas estructuras límbicas, se ocupan del aprendizaje y el recuerdo del cerebro, la amígdala es especialistas en asuntos emocionales.

Al carecer de fuerza emocional, los encuentros pierden su fuerza.

La amígdala actúa como depósito de la memoria emocional y así tiene importancia por si misma; la vida sin amígdala en una vida despojada de significados personales.; de la amígdala dependen todas las pasiones.

La amígdala puede ejercer control sobre lo que hacemos, incluso mientras el cerebro pensante y la neocorteza están intentando tomar una decisión.

La red del transporte

El sentimiento impulsivo supera lo racional, cuando el papel recién descubierto de la amígdala se vuelve fundamental. En la arquitectura del cerebro, la amígdala construye como una compañía de alarmas, donde los operadores se preparan para hacer llamadas de emergencia, cuando hay una alarma de temor, por ejemplo esta envía mensajes urgentes a cada parte importante del cerebro.

Las señales adicionales que llegan desde la amígdala indican el tronco cerebral que, dé al rostro una expresión de temor, que acelere el ritmo cardiaco, eleve la presión sanguínea y disminuya la respiración.

La red de conexiones nerviosas de la amígdala le permite, en una emergencia emocional, atraer y dirigir gran parte del resto del cerebro, incluida la mente racional.

El centinela emocional.

La arquitectura del cerebro concede a la amígdala una posición privilegiada como, centinela emocional capaz de asaltar al cerebro; su investigación dice que las señales del ojo y el oído viajan primero en el cerebro al tálamo y luego a la amígdala; una segunda señal del tálamo se dirige a la neocorteza, cerebro pensante.

La amígdala puede hacer que nos pongamos en acción, mientras la neocorteza despliega su plan de reacción más refinada. Alberga recuerdos y repertorios de respuestas que efectuamos sin saber por qué lo hacemos. “El inconsciente cognitivo” presenta a nuestra conciencia no solo la identidad de lo que vemos, sino una opinión sobre ello.

La principal entrada del hipocampo está en proporcionar una memoria perfecta del contexto.

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