PSICOLOGIA DEL APRENDIZAJE
PETROS17 de Octubre de 2013
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INTRODUCCION
Hasta las actividades más frías e intelectuales, como leer este documento, están cargadas de emociones. Quizás emociones no tan intensas como las que pueden experimentarse en otras condiciones o incluso, quizá, no tan agradables pero emociones a fin de cuentas, como las que nos acompañan y guían en todas las actividades de nuestra vida. De hecho son muchas mas las cosas que nos hacen reaccionar emocionalmente que las que nos dejan indiferentes. E incluso, cuando no nos damos cuenta de ellas, se presentan “orientándonos” en qué hacer y qué no hacer.
Según Bleuler, “el psiquismo puede dividirse en 2 partes: intelectual y afectiva”. La parte afectiva comprende los afectos, emociones y sentimientos... El AFECTO es definido por algunos autores como una tonalidad del sentimiento, el acompañamiento placentero o doloroso de una idea o representación mental; y lo diferencian de la emoción porque ésta es la expresión plena o reacción ante la dicha representación.
Al hablar de reacciones afectivas de las personas, se mencionan emociones, sentimientos y pasiones, lo cual presupone que aceptamos una determinada clasificación de los estados afectivos.
Las emociones, sentimientos y pasiones son, en gran parte, responsables de las características de una personalidad, ya que son los ingredientes que le dan color a la vida. Ante una situación que revista de alguna importancia, la mayoría de las personas tiende a responder afectivamente. Las respuestas se pondrán de manifiesto bajo la forma de actitudes de atracción o de repulsión.
Los psicólogos introspeccionistas clásicos establecen la siguiente distinción:
- EMOCIONES: estados afectivos que sobrevienen súbita y bruscamente, en forma de crisis mas o menos violentas y mas o menos pasajeras. (Cólera, angustia, miedo, alegría, etc.).
- SENTIMIENTOS: estados afectivos complejos, estables, mas duraderos que las emociones, pero menos intensos. (Simpatía, amor, compasión, etc.).
- PASIONES: estados afectivos que participan de las características de las emociones y de los sentimientos, en tanto poseen intensidad y estabilidad.
No obstante estas distinciones han quedado sobrepasadas con el estudio objetivo que realiza la psicofisiología y el conductismo, los cuales centran su atención en las emociones.
La emoción constituye un capitulo sumamente complejo de la psicología. Todos tenemos experiencia concreta con las emociones. Todos hemos estado tristes, alegres, enojados...
El tema de las emociones no siempre fue bien visto, hasta hace un tiempo los autores cristianos consideraban como modelo de perfección a quien no expresaba sus emociones, debido a que éstas eran consideradas como perturbadoras del reposo y la tranquilidad del alma. Pero con el advenimiento de la psicología experimental, el interés se desplaza desde la descripción introspectiva al estudio de las modificaciones fisiológicas que se producen durante las emociones.
A pesar de la familiaridad cotidiana con las emociones, son sin duda unas grandes desconocidas. En muchas ocasiones se piensa que las emociones son sólo los sentimientos o sólo los cambios fisiológicos que conllevan. Sin embargo, son procesos más complejos que implican tanto las condiciones que las provocan, como el procesamiento cognitivo de tales condiciones, así como la respuesta compleja que se produce.
CONCEPTUALIZACIONES DE EMOCION
El diccionario de la lengua española define a la emoción como “un estado de ánimo caracterizado por una conmoción orgánica consiguiente a impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos, la cual produce fenómenos viscerales que percibe el sujeto emocionado, y con frecuencia se traduce en gestos, actitudes u otras formas de expresión”.
Para la psicología, emoción es un constructo que se utiliza para describir o explicar las reacciones del organismo caracterizadas por:
- Cambios en la actividad fisiológica.
- Interpretación subjetiva de tales cambios.
- Preparación para la acción o movilización de comportamientos.
- Expresión emocional o exteriorización de todo este complejo.
Magda Arnold la define como un “Estado afectivo de fuerte intensidad, breve que implica la captación intuitiva de algo como bueno o malo, que lleva a comportamientos (conductas) de alejamiento o de acercamiento y que va acompañado de manifestaciones orgánicas o fisiológicas”. Destacamos esta conceptualización porque incluye los cuatro componentes implícitos en la emoción: comportamental, cognitivo, biológico y temporal.
La emoción es un proceso psicológico adaptativo que tiene la finalidad de reclutar y coordinar el resto de los procesos psicológicos cuando determinadas condiciones de situación exigen una respuesta rápida y efectiva para ajustarse a los cambios producidos en el medio ambiente. Así pues, las emociones cargan de afecto la percepción, dirigen la atención, activan la memoria, movilizan cambios fisiológicos, planifican acciones, etc.
Las emociones cumplen tres funciones principales:
- Adaptativa: prepara al organismo para que ejecute una conducta, exigida por condiciones ambientales, hacia un objetivo determinado.
- Social: permite a las demás personas predecir el comportamiento que vamos a desarrollar. Tiene considerable valor en los procesos de relación interpersonal.
- Motivacional: la emoción energiza la conducta motivada. (La emoción es un componente normal de toda motivación. Es importante que recuerden la unidad de Motivación).
Cuando estamos emocionalmente excitados nuestro cuerpo está físicamente excitado (recuerden las áreas de la conducta). Algunas respuestas corporales quedan tan a la vista que las percibimos con toda facilidad. Intenten imaginar esta situación: es tarde, estas volviendo a tu casa por una calle desierta y oscura, cuando de repente te das cuenta de que una moto te comenzó a seguirte, ¿Qué sentirías?... El oír el zumbido de la moto, a unos pocos metros detrás tuyo, hace que tu cuerpo responda. El corazón empieza a galopar, la boca se seca, los músculos se tensan y se te hace un nudo en el estómago.
Además, tu cuerpo se moviliza también, preparándose para la acción de maneras menos aparentes. Para suministrar energía, su hígado libera una cantidad extra de azúcar en su torrente sanguíneo y, para ayudar a quemarlo, se incrementa el ritmo respiratorio para brindar el suplemento de oxigeno necesario. La digestión aminora, de modo que cierta cantidad de sangre abandona los órganos internos para fluir a los músculos. Tus pupilas se dilatan, con lo cual entra más luz en los ojos y aumenta la agudeza visual. Para refrescar tu cuerpo excitado, traspiras más. En caso de resultar herido, tu sangre coagularía más rápido. La “respuesta” de tu cuerpo al desafío que se presentaba ha sido maravillosamente coordinada y adaptada a las circunstancias: o sea, ha preparado tu cuerpo para la pelea o para la huida, casi sin esfuerzo consciente.
En muchas situaciones, la excitación sabe adaptarse. De todos modos, una excitación prolongada, desencadenada por una tensión sostenida, le exige demasiado al cuerpo. Así pues, el estar muy poco excitado (por ejemplo, tener sueño) puede perturbar el rendimiento, pero el estar sumamente excitado puede redundar también en el fracaso. Cuando te presentas a dar examen, conviene estar moderadamente excitado; alerta, sí, pero no temblando como una hoja.
Esta tendencia a rendir mejor cuando la excitación es moderada se llama ley de Yerkes -Dudson, en honor de los psicólogos que repararon en ello en 1908, es uno de los más antiguos principios de la psicología, confirmado por estudios sobre humanos y animales. Además, tiene su escala: el nivel de excitación para un rendimiento óptimo varía según la tarea a desempeñar. Tratándose de tareas fáciles o bien aprendidas, el rendimiento llega a su punto culminante mediante una excitación relativamente alta: tratándose de tareas más difíciles, o más exigentes desde el punto de vista intelectual, la excitación óptima es algo menor. Así, los corredoras (de a pie), al realizar una tarea relativamente fácil, logran su mayor performance cuando están altamente excitados por la competición. Pero los basquetbolistas, cuando lanzan tiros libres (tarea más difícil) parecen perder algo de la precisión necesaria cuando se sientes altamente excitados por los alaridos de un estadio completo (Sokoll y Mainatt, 1984)
“Mi corazón latía violentamente… Conforme lanzaba una última mirada a mis notas, me percaté, horrorizado, que se había roto la cadena de ideas…todo parecía olvidado…Sintiendo gran confusión continué...Mi garganta estaba reseca, mis mejillas ardían, mi aliento era difícil, mi voz era forzada y temblorosa…” (Young. 1943, p. 367).
Estas palabras provenientes de un científico que padecía miedo al público describe una imagen del sentimiento que los psicólogos llaman ansiedad, miedo o tensión. Se define ANSIEDAD como una emoción caracterizada por sentimientos de anticipación de peligro, tensión y angustia y por tendencias a evitar o escaparse. El MIEDO podría expresarse de igual modo; para diferenciar los dos, es necesario tomar en cuenta otras propiedades.
1) El motivo del miedo es fácil de detectar. La causa de la ansiedad a menudo no está clara.
2) La intensidad del miedo es proporcional a la magnitud del peligro. Se piensa que la intensidad de la ansiedad es mayor que el peligro objetivo (si es que se conoce)
Al analizar las bases fisiológicas de la ansiedad se establecen diferencias entre reacciones agudas (inmediatas) y
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