RESÚMEN Cap.8, Pragmática. Neurociencias Del Lenguaje, De F. Cueto.
yamilleberenice26 de Septiembre de 2014
4.863 Palabras (20 Páginas)480 Visitas
RESÚMEN Cap.8, Pragmática.
Neurociencias del Lenguaje, de F. Cueto.
Psicolingüística, Yamillé B. Blásquez V. Mat. 097990
La Pragmática es una disciplina que cruza las fronteras entre la Lingüística, la Filosofía del lenguaje y la Psicolingüística. La Pragmática se ocupa de estudiar el uso del lenguaje. Indagar acerca del uso del lenguaje supone preguntarse para qué sirve, qué cosas podemos hacer con él, cuáles son las funciones que desempeña en la vida de los usuarios y cómo se llevan a cabo esas funciones.
Dentro de este marco de análisis, la Pragmática se puede definir como la disciplina que abarca el estudio de las competencias y actividades vinculadas al ejercicio de las funciones del lenguaje, y, más en particular, de la función comunicativa.
La comunicación lingüística se basa en dos competencias diferenciadas: por un lado, la capacidad de procesar “formas” lingüísticas para desvelar su significado, y por otro, la capacidad de interpretar acciones humanas, esto es, conductas significativas que expresan intenciones.
Expresa, por tanto, dos clases de significado: un significado lingüístico, y un significado pragmático
Según la visión tradicional, los significados lingüístico y pragmático son independientes y se recuperan mediante operaciones psicológicas distintas.
Así, el significado lingüístico consiste en proposiciones que representan estados de cosas en el mundo y que, por tanto, tienen un “valor de verdad”. En cambio, el significado pragmático de un enunciado no depende de su correspondencia con un determinado estado de cosas del mundo, sino de la intención del hablante que lo profiere.
No se puede evaluar en términos de su verdad o falsedad, sino en función de otras consideraciones, como su adecuación al contexto en el que se usa, su mayor o menor eficacia en la realización de la intención que expresa o su coherencia con las creencias y deseos de quien lo produce. Todo enunciado lingüístico se enmarca en un “acto de habla” que presenta tres componentes (en realidad, tres actos distintos que se ejecutan de forma simultánea): un componente “locutivo”, por el que se “dice” algo (un contenido proposicional); un componente “ilocutivo”, por el que se “realiza” algo al decirlo, o se hace efectiva la intención del hablante al proferirlo; y un componente “perlocutivo”, por el que se produce un efecto en el oyente o destinatario.
Los actos de habla, son literalmente “cosas que hacemos” con el lenguaje, como informar, declarar, convencer, prometer, pedir, suplicar o exigir algo, entre otras. Se pueden definir y distinguir entre sí en base a unas reglas denominadas “condiciones de realización feliz”. Una condición esencial de las peticiones, órdenes o súplicas es que quien las recibe pueda satisfacerlas.
El análisis del significado de los enunciados lingüísticos queda como una tarea repartida entre dos disciplinas, la Semántica, que examina la relación del lenguaje con el mundo, y la Pragmática, que estudia la relación del lenguaje con sus usuarios.
Hay dos problemas Por una parte, parece obvio que la mayoría de los enunciados lingüísticos no contienen toda la información necesaria para derivar una representación proposicional Este problema de “infradeterminación semántica” se da continuamente en el lenguaje natural y nos indica que el significado lingüístico de un enunciado rara vez coincide con su significado proposicional, por lo que precisa de un enriquecimiento adicional. Siendo no dos, sino tres, los planos del significado que debemos considerar: un significado “lingüístico” semánticamente infradeterminado, un significado “proposicional” enriquecido por elementos contextuales, y un significado “pragmático” referido a la intención del hablante.
Un segundo problema, es el relativo a las relaciones que se pueden establecer entre los tres planos de significado que acabamos de enunciar y al papel que se atribuye a las inferencias en la derivación de los significados proposicional y pragmático de los enunciados lingüísticos. Las inferencias son operaciones (procesos de cómputo, en una descripción cognitiva) que añaden información contextual (extralingüística) al significado lingüístico para derivar otras formas de significado. Según la visión tradicional en Pragmática, la denominada “teoría pragmática estándar” , la interpretación de los significados lingüístico y proposicional descansa en procesos encapsulados de descodificación lingüística, el primero, y de inferencias semánticas indispensables, el segundo, hallándose ambos desprovistos de inferencias pragmáticas, relativas a la intención del hablante; el intérprete se ve empujado a añadir inferencias pragmáticas para descubrir el significado pretendido por el hablante.
En contra de esta postura, muchos autores defienden la prevalencia de la interpretación pragmática en la comunicación lingüística, y con ella la idea de que incluso el contenido proposicional se tiene que inferir, al menos parcialmente, de premisas relativas a la intención comunicativa del hablante.
Las inferencias son un ingrediente esencial de la comunicación lingüística, en la medida en que resultan imprescindibles no sólo para derivar el significado pragmático sino también para ir más allá del significado lingüístico y resolver el problema de la infradeterminación semántica. Prácticamente todas las teorías pragmáticas coinciden en afirmar que la comunicación humana es una actividad eminentemente inferencial.
Las inferencias que se realizan en la comunicación lingüística se suelen dividir en dos categorías generales: las “explicaturas” y las “implicaturas”. Las “explicaturas” son inferencias que operan sobre el significado lingüístico para derivar lo que el mensaje dice (el significado proposicional); se trata, entre otras, de inferencias que permiten identificar los antecedentes de los pronombres o desambiguar piezas léxicas (como exige el enunciado “Él se acercó hasta el banco”). Por su parte, las “implicaturas” son inferencias que se realizan para derivar el significado del hablante.
Algunas de ellas tienen un carácter general y convencional, estas vienen inducidas por presuposiciones asociadas a los significados de ciertas palabras independientemente de su contexto de uso. Otras implicaturas (las “no conversacionales”) no se refieren directamente a la intención del hablante, sino que funcionan como premisas necesarias o útiles para la comprensión de la misma. Las inferencias que aluden directamente a la intención del hablante son las implicaturas “conversacionales”, que se derivan del conocimiento implícito que hablantes y oyentes comparten sobre las condiciones que permiten organizar y sostener una conversación.
El principio de “cooperación”, regula de modo implícito la actividad comunicativa. En virtud de este principio, y en aras de lograr la máxima eficacia comunicativa, los participantes deben tratar de ser veraces, concisos, pertinentes y ordenados a la hora de transmitir sus intenciones comunicativas. La transgresión por el hablante de alguna de estas normas o “máximas conversacionales”, que se da típicamente en actos de habla figurados o no literales como las peticiones indirectas, las metáforas, las ironías y los modismos, provoca que el interlocutor inicie un proceso inferencial que finalmente le permite desvelar la implicatura conversacional e interpretar el significado pretendido por el hablante.
Un asunto de particular interés psicológico en el estudio de las inferencias pragmáticas es el grado de obligatoriedad u opcionalidad que tienen para la comprensión de los actos comunicativos, así como el grado de automaticidad o de control consciente. El hecho de que la mayor parte de estas inferencias se realiza de forma automática y por debajo del nivel de la conciencia del sujeto, al igual que la rapidez, y presumiblemente la obligatoriedad, con que parecen ser derivadas por los participantes en una conversación, han dado pie a pensar que estas operaciones mentales se hallan encapsuladas, es decir, pertenecen a un módulo cognitivo, o sistema de propósito específico, diseñado para el procesamiento de información pragmática en escenarios comunicativos.
Otra cuestión psicológicamente relevante desde el punto de vista pragmático es la consideración de la comunicación humana como actividad “racional” guiada por el propósito de maximizar la eficacia comunicativa de los actos de habla en beneficio de los distintos participantes, y derivada y dependiente, por tanto, de capacidades o competencias cognitivas más generales. Se entiende por “beneficio” la modificación satisfactoria o útil de los “contextos cognitivos” de dichos participantes.
La comunicación humana es al mismo tiempo “inferencial” y “ostensiva”: inferencial porque requiere “sacar a la superficie” información implícita que no está presente en el significado lingüístico, y ostensiva porque provee al interlocutor de signos (gestos o palabras) que le permiten recuperar esta información oculta.
Dentro de los parámetros que definen el carácter racional de la comunicación lingüística humana, algunos autores ponen énfasis en el carácter cooperativo de la comunicación y consideran que el compromiso de los interlocutores con el “principio de cooperación” antes aludido es esencial para da cuenta del equilibrio entre la información dada e implícita que caracteriza los intercambios comunicativos humanos.
Para otros, en cambio, la comunicación se rige por un “principio de relevancia” (o pertinencia) , es decir, por el intento
...