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SEXUALIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS INCLUSIVAS


Enviado por   •  4 de Mayo de 2022  •  Monografías  •  2.342 Palabras (10 Páginas)  •  60 Visitas

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FINAL TFO

SEXUALIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS INCLUSIVAS

Alumnas: Gisela Moreno

               Agustina Prezzo.

Docente: Sonia Fontana.

Curso: 2°C

Año: 2021 

MARCO TEÓRICO 

Para abordar y poner en palabras lo que nos genera la Educación Sexual Integral, ponemos en juego diversos textos y experiencias personales. 

Para comenzar, nuestra llegada al mundo está antecedida por expectativas y proyectos que nuestro entorno cercano nos traza dependiendo el sexo biológico con el que nacemos.  

Los primeros años de vida están marcados por una profunda intensidad, movimiento, vulnerabilidad ya que, sin duda, es uno de los momentos de mayor determinación en lo que respecta a la estructuración de cada sujeto. 

El proceso de formación de identidad se inicia durante estos primeros años, donde será el YO quien cobrará existencia a través de un doble proceso de constitución subjetiva y socialización, en este momento, aparecen las primeras representaciones sobre “ser mujer” o “ser hombre”, estas normas que la sociedad establece, construyen maneras de actuar y cada persona es ubicada y socializada en la masculinidad o en la femineidad desde su nacimiento dependiendo la anatomía con la que nazca. 

Es fundamental entender que los elementos sociales, económicos, políticos y culturales inciden en la construcción de nuestra subjetividad. 

Venimos a un mundo heterocentrado en el que somos reconocidos o como varones o como mujeres.
Como dice J.Isnardi y M. Cárdenas:
“Se naturaliza así la posición heterosexual, planteando una lectura reduccionista que atribuye la sexualidad y/o identidad de género a la anatomía y a los genitales con los que hemos nacido”.

Esta conexión entre la estructura sociocultural y la conformación de la personalidad impacta en la vida concreta de las personas de diferente manera, no siempre el sexo con el que nacemos coincide con nuestra identidad de género, no nos marca un destino fijo e inamovible, en cuanto a lo que seremos y desearemos. 

El proceso de formación de la identidad se da de forma continua, simultánea y a lo largo de toda nuestra vida; lo que significa que siempre tendremos algo para aprender, algo para transmitir, algo para cuestionar y varias cosas para modificar y crear. Esto permite romper con el binomio hombre-mujer y con la matriz heterosexual, aparecen masculinidades y femineidades alternativas que ponen en cuestión del orden social injusto en el que actuamos. 

Nuevas identidades sociales se tornaron visibles, provocando en su proceso de afirmación y diferenciación, nuevas divisiones sociales y el nacimiento de lo que pasó a ser conocido como política de identidades.

Desde los años 70, gracias a los movimientos feministas se abrió el debate sobre las identidades y las prácticas sexuales y de género.
La escuela como cualquier otra institución no era neutra respecto a los patrones de género, intentaba construir sujetos femeninos o masculinos a través de la transmisión de definiciones, relaciones y diferencias de género, pautando lo permitido y lo prohibido, definiendo lo normal y lo desviado para cada sexo.
Desde el paradigma biologicista se ancló la sexualidad a la genitalidad y un abordaje curricular centrado solo en la anatomía de la reproducción, de esta forma, se produce una biologización de las prácticas humanas ocultando otras dimensiones que se involucran.
En el año 2006 con la sanción de la Ley 26150 (Programa Nacional de Educación Sexual Integral) se establece que “todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal”
Con esta nueva ley, un nuevo paradigma se asomó, una educación sexual orientada a una educación “para ser” más que “para hacer”. Relacionada con la vida de las personas, con su forma de estar en el mundo y sobre todo teniendo como principal punto, el respeto hacia los estudiantes, concibiéndolos como seres integrales con necesidades diversas. 

El propósito escolar ya no es modelar los comportamientos  sino una formación en herramientas de cuidados.
Esta educación parte del reconocimiento del sujeto, de su cuerpo y de sus sentimientos, de entender que el cuerpo nutre nuestra experiencia cotidiana, y que a través de él experimentamos y expresamos nuestros sentimientos y emociones. Todo esto es muy importante para la construcción de nuestra subjetividad y de nuestra ciudadanía. 

Si abordamos esta educación desde una perspectiva de género, podemos ver que incorpora las dimensiones sociales y culturales presentes en la construcción de la misma, permitiendo introducir la idea de desigualdad y las relaciones de poder que están presentes en esta construcción. 

También permite pensar a la sexualidad desde una perspectiva de derecho, reconociendo los derechos de todas y todos en cuanto al respeto a la diferencia, a la condenación de prácticas abusivas, a la igualdad y a la no discriminación, a la desnaturalización de jerarquías y mandatos, a identificar la arbitrariedad de un sistema desigual y a propender a la construcción de vínculos saludables, respetuosos de las diversidades. 

El principal objetivo es construir juntos una práctica educativa democrática, solidaria, no sexista y con equidad genérica.
Es importante destacar el rol que como adultos tendremos en este proceso, no solo en lo que atañe al cuidado sino a las posibilidades que les demos para recrear y modificar este mundo preestablecido. 

Nos plantea el enorme desafío de revisar, interrogar y cuestionar aquellas significaciones que creemos naturales y que portamos como identificatorias de lo que somos.

Luego de realizar nuestro marco teórico decidimos abordar nuestra puerta de entrada de la ESI, haciendo una reflexión sobre nosotras mismas

Vemos la importancia de recordar como personas adultas nuestras propias vivencias, para ser protagonistas conscientes y activas en la transmisión de alternativas a los modelos culturales fijados que nos permiten generar pequeñas y grandes transformaciones culturales. 

La intención es despertar nuestra memoria y nuestras emociones, es comenzar a buscar en nuestra historia las claves de cómo arribamos a nuestra identidad, iluminar estos aspectos que generalmente permanecen en la oscuridad para identificar aquello que deseamos dejar de repetir no solo en nuestras vidas sino también en la de las generaciones venideras. 

Si hacemos memoria y nos trasladamos a los momentos transcurridos en nuestra etapa escolar, principalmente en la primaria, no recordamos tener clases sobre ESI.

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