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Trastornos del Espectro Autista(TEA). Definición y Tratamiento


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2016  •  Monografías  •  4.191 Palabras (17 Páginas)  •  272 Visitas

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Trastornos del Espectro Autista (TEA). Definición y Tratamiento

1.  INTRODUCCIÓN

Un amigo mío me contó lo siguiente:

“Un buen día, tuve en un bar de Atenas, al final de una cansada jornada, la constancia de la limitación. Allí estaba yo, delante de dos puertas iguales, de igual color, de igual tamaño, con solo un pequeño cartel con unas letras diferentes en cada una de ellas. Unas letras que yo no sabía leer. Escrita en caracteres griegos estaba la respuesta a mi necesidad; pero era una respuesta para mí opaca. ¿Hombres? ¿Mujeres? ¡Lástima que no había estudiado griego!... Mientras atónito miraba lo que no veía, una mujer salió de la puerta situada a mi izquierda. ¡¡Urgentemente me dirigí a la de mi derecha!!”

(Tamarit, 1998)

        Un hecho tan normal como ir a cenar a un restaurante, puede transformarse en una misión imposible si no contamos con la información previa necesaria. Actos tan simples como ir al cine, acceder a una farmacia de guardia, mirar un determinado programa de televisión; se pueden realizar en la medida que contamos con información relevante por adelantado (saber la ubicación, como llegar, que horarios está disponible, que servicios ofrece, conocer la grilla de programación, etc.). Para ello debemos ser competentes a la hora de traducir esa información en actos planificados y eficaces.

El medio en el que se vive esta diseñado a la medida de la “normalidad” dejando excluidas a aquellas personas con discapacidades físicas, sensoriales e intelectuales. En el caso de deficiencias físicas y sensoriales los avances han sido notables, mejorando la calidad de vida de aquellos que lo padecen.

Pero si hablamos de discapacidades intelectuales, éstas no corren con la misma suerte. Ejemplos tan básicos como los nombrados anteriormente son padecidos continuamente. En este trabajo nos enfocaremos específicamente en los Trastornos del Espectro Autista (TEA) y en como sortear las barreras que el entorno dispone. Un entorno debería ser factor de inclusión social y no de exclusión, debería estar diseñado de modo que cualquier persona pude vivir y compartir en él.  Por tanto la necesidad de una sociedad avanzada no rige solo en educar a todas las personas a la lectura y la comprensión de claves que se disponen en los diferentes contextos de participación social, sino en diseñar claves capaces de ser entendidas por todos.

2.  TRASTORNO AUTISTA

“Iba de un lado a otro sonriendo, haciendo movimientos estereotipados con los dedos, cruzándolos en el aire. Movía la cabeza de un lado a otro mientras susurraba o repetía el mismo soniquete de tres tonos. Hacía girar con enorme placer cualquier cosa que se prestara hacerse girar (…). Cuando lo metían en una habitación, ignoraba completamente a las personas y al instante se iba por los objetos, sobre todo aquellos que se podían hacer girar (…). Empujaba muy enfadado la mano que se interponía en su camino o el pie que pisaba uno de sus bloques”

(Kanner, 1943)

        Esta descripción del caso Donald, un niño de cinco años, que realiza Kanner en 1938 y que es publicada luego junto con otros once casos en 1943 por la revista Nervous Child, es un clásico de la literatura. Posiblemente el autismo siempre existió, pero es a partir de estas descripciones que se reconoce como entidad. Poco tiempo después, Asperger (1944) reconoce otro grupo de cuatro niños con características similares. A diferencia del trabajo de Kanner, éste último solo se hace conocido cuando es traducido al inglés mucho tiempo después.

        En su trabajo, Kanner destaco las siguientes características en todos los niños observados:

  • Extrema soledad autista
  • Excelente memoria
  • Características obsesivas de invarianza ambiental
  • Ausencia de rasgos físicos y buen potencial cognitivo
  • Hipersensibilidad a los estímulos
  • Mutismo o lenguaje sin intención comunicativa
  • Imitaciones en la variedad de la actividad espontánea

En esta descripción pueden verse las características que definen al autismo aunque tiempo después las observaciones fueron precisadas por otros trabajos que Rutter y sus colaboradores hicieron en la década del sesenta, y que fueron claves para establecer los criterios de diagnóstico del trastorno (edad de comienzo, comorbilidad, diagnóstico diferencial, etc.).

Ahora bien, ¿cómo y cuando aparece el autismo? “En la mayor parte  de los casos que acuden a nuestra consulta, identificamos una historia de presentación del trastorno bastante común” (Martos et al, 2008). Durante el primer año y medio de vida, el niño presenta un desarrollo aparentemente “normal” (embarazo y parto normal, adquisición de hitos motores madurativos dentro de parámetros normales, la alimentación se desarrolla sin problemas, la comunicación y lo social se dan dentro del primer año también dentro de parámetros normales). Pero es aquí, a los 18 meses cuando los cuidadores comienzan a tener sospechas de que “algo raro está ocurriendo”, la pérdida del lenguaje adquirido, no responde cuando se lo llama ni cuando se le dan órdenes, pero si responde a otros sonidos (envoltorios de caramelos, anuncios de TV, etc.), deja de interactuar con pares, aparece aislamiento social, es difícil hacer contacto visual, repetido juego con objetos, no desarrolla actividad simbólica, hace siempre las mismas cosas, rutina y rituales, se opone a los cambios en el entorno y se perturba emocionalmente.

Las señales de alerta que nos indicarían una posible sospecha de autismo empiezan a aparecer en etapas tempranas de la vida, quizá con expresiones claras y manifiestas o de formas más sutiles, que van haciéndose notorias a medida que el niño va creciendo.

Cadaveira y Waisburg (2014) agregan a las ya mencionadas, una serie de señales que nos podrían alertar sobre un posible autismo (desarrollo atípico):

Ausencia de sonrisa social, evita la mirada y el contacto con los demás; ausencia del balbuceo; detención en la entrada en el lenguaje verbal y no verbal,  ausencia de demandas (por ejemplo, no estira los brazos); repetición de sílabas o palabras-frase aisladas y fuera de contexto; repetición de fragmentos escuchados en algún lugar; aparición de la angustia en situaciones aparentemente normales; dificultad para aceptar cambios de rutina; manipulación estereotipada de los objetos y fijación exclusiva con algunos en concreto, más que jugar con ellos o usarlos de forma funcional; estereotipias y rituales obsesivos; agresión a sí mismo o a otros.

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