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JESÚS COMO MODELO MISIONERO


Enviado por   •  27 de Julio de 2013  •  1.404 Palabras (6 Páginas)  •  686 Visitas

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Jesús como modelo misionero

Para entender el modelo misionero de Jesús, es importante entender que el concepto misionero no se inicia con él. No es en modo alguno una novedad cuando Jesús ya resucitado le comisiona a sus discípulos que vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,” (Mateo 28:19), o como en Marcos 16:15: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Pero a este último versículo le sigue tres versículos bastante claros de la importancia de anunciar las buenas nuevas.

16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Creer y dar testimonio público de lo que creo y a quien creo es importante. Es una manera más de anunciar las buenas nuevas. Nuestra vida misma sirva de ejemplo para que otros sean salvados y no sean condenados. Pero esta apreciación con todo y ser aparentemente explícita, normalmente la asociamos únicamente en la esfera espiritual y pensamos en la relación cielo-infierno. Así, bajo esa perspectiva no es inusual escuchar y decir el cielo espera a los que creen en Cristo, y el infierno a los que no. Personalmente hablando, creo que esto es completamente cierto, pero creo también que el mensaje de la Palabra de Dios normalmente apunta en dos direcciones, tal como apunta la regla de oro. Amar a Dios y preocuparse por su prójimo debiera ser inherente en los cristianos, y esto es parte de la gran comisión. Cuando predicamos la Palabra, estamos mostrando el amor de Dios, pero también mostrando nuestro amor a nuestro prójimo porque deseamos que él también pueda salvarse y no ser condenado. La inferencia inmediata es lo opuesto: cuando no predicamos, no mostramos el amor de Dios, ni nuestro amor. Lo único que mostramos es nuestro querer que el mundo sea condenado.

17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;

18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Estos dos versículos que le siguen al versículo 16, no es un llamado a hacerse del poder de Dios para hacer portentos y cosas sobrenaturales. Es un llamado a la reflexión, acerca de lo que encontraremos cuando acerquemos el reino de Dios al hombre: un mundo sin Dios -por lo tanto lleno de demonios y de sus credos-, donde abundan las serpientes -personas que seducen con sus palabras lisonjeras buscando alejarte de la obediencia a Dios-, personas enfermas de maldad e ignorancia del amor de Dios. En otras palabras, Jesús nos señala un camino para la salvación, pero nos muestra un mundo difícil de sobrellevar que vive en condenación y que necesita ser salvado dándole a conocer las buenas nuevas de Dios.

Porque valgan verdades, la idea de la misión está en el mismo corazón de Dios desde el principio de la creación, como una expresión más de la misericordia de Dios para con el hombre. El hombre pierde el paraíso casi en el mismo instante en que Dios se lo da para que lo administre. Y con esta pérdida- irremediable desde todo punto de vista humano- pierde también la perfecta comunión con Dios. La enseñanza es clara y precisa. Dios crea un mundo y lo adecúa para su creación suprema. Allí donde hay oscuridad, lo ilumina con el poder de su sola palabra: ¡Hágase la luz! En medio del desorden, del caos, de la no existencia de la vida, la Palabra de Dios impera: “¡Y dijo Dios!” es la expresión del eterno poder de la Palabra de Dios. Vemos que esta expresión se repite una y otra vez. Y cada vez que la Palabra de Dios se deja escuchar, ésta transforma mostrándonos al Dios vivo, al Dios que actúa. Lo desordenado, lo caótico, es ordenado, porque frente a Su Palabra, no hay poder que se le resista. Su Palabra crea, da vida, vivifica.

El modelo de la creación que nos muestra Génesis es un ejemplo perfecto de la importancia de la Palabra de Dios cuando ésta es anunciada:

SU PALABRA TRANSFORMA, ILUMINA, ORDENA, CAMBIA, DA VIDA.

Pero el hombre cae y pervierte la creación

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