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Reglamento De Transporte


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2014  •  1.624 Palabras (7 Páginas)  •  136 Visitas

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El automóvil como derecho e indicador del vivir bien

Escrito por Carlos. Posted in Nueva Crónica

Carlos Crespo Flores

Investigador CESU - UMSS

Dedicado a la resistencia vecinal contra

los viaductos de la Av. 6 de Agosto en Cochabamba

El crecimiento del automotor en Bolivia es geométrico; entre el 2011-2012 fue del 14 % y se llegó a 1.176.812 vehículos circulando por los caminos del país, esto representa un auto por cada ocho personas. Son las ciudades del eje troncal las que para el 2012 concentran la mayor cantidad: Santa Cruz 365.542 unidades, La Paz 294.494 y Cochabamba con 269.853 (La Prensa, 21/03/2012).

En una encuesta del PNUD el 2009, el 11.2% consideraba que el automóvil se hallaba entre los aspectos materiales que se necesitan para Vivir Bien (Figueroa, 2012); hoy seguramente este porcentaje se incrementaría, pues las facilidades con las que el gobierno actual ha promovido la adquisición de vehículos, la cultura del automóvil con la que se mueve la sociedad de consumo, el contrabando, narcotráfico y la burbuja económica que vivimos, ha incorporado el automóvil al imaginario de los bolivianos, ricos y pobres, t’aras y k’aras, masistas o no; tener un automóvil se convierte en un horizonte de acción e indicador de calidad vida.

Uno de los factores inmediatos para este incremento ha sido la aprobación de la Ley de Regulación y Saneamiento Vehicular; solo el año 2011 se nacionalizaron 67.197 vehículos, gracias a la ley. Al aprobar este marco normativo que permitió nacionalizar los autos “chutos”, el presidente Evo Morales afirmó que apoyaba la medida porque beneficiaría a la “gente pobre”: “Quienes tienen vehículos sin documentos es gente pobre que busca mejorar su estatus y compran autos ilegales porque son baratos. Todos tenemos derecho a tener nuestro auto”. (Los Tiempos 9/VI/2011).

La declaración del presidente me permite reflexionar sobre algunas orientaciones de las prácticas sociales e institucionales en el país en relación al automóvil; asimismo descubre los límites del discurso de los derechos.

El mandatario está reconociendo que el horizonte de los pobres es en realidad una vuelta a la tortilla, donde los oprimidos y excluidos indígenas de ayer, hoy desean los valores y objetos de los opresores k’aras, entre ellos el auto, símbolo de su poder material. Es el discurso del resentimiento convertido en razón de estado. Asimismo, la del automóvil es una estética machista y sexista, tanto por las propagandas y los valores de fuerza, poder que despliega, como por las conductas y rituales asociados al motorizado; de esta manera, el automóvil se convierte en un bien económico que ya no potencia la satisfacción de necesidad alguna, transformándose en un fin en sí mismo. Más aún, el erotismo del automóvil como parte del vivir bien es parte de la alienación del mestizaje, aquello que Silvia Rivera define como cheje, aquel mestizo o indígena “blanqueado” que no es capaz de vivir sin traumas sus contradicciones, aquel individuo que no puede hacer de la contradicción un espacio de habitar celebratorio sino esquizofrénico (Rivera Cusicanqui, 2011), y el automóvil es la expresión de esta conducta esquizofrénica.

En relación al automóvil como derecho, veamos sus implicaciones. En primer lugar, un autodefinido “anticapitalista” está estableciendo y reconociendo derechos de propiedad, por tanto una forma privada de desplazamiento, en una escala familiar; Evo convierte en derecho un objeto material, símbolo del capitalismo y la sociedad de consumo. Dos, el discurso del automóvil como derecho tiene pulsiones confrontacionales, pues como los choferes saben, todo el tiempo es mi derecho contra el derecho del otro. Tres, el auto como derecho incluye el derecho a la infraestructura y equipamientos viales que el estado les construye. Cuatro, en el mismo sentido, los conductores y las organizaciones corporativas del transporte declaran tener derecho a subsidios de combustible, por ejemplo. Cinco, el estado garantiza el cumplimiento de este derecho, por tanto implementa la infraestructura, pero también regula y controla a los ciudadanos motorizados; el estado debe intervenir en los conflictos de disputa de derechos por el acceso y uso al automóvil. Seis, el derecho al automóvil se operacionaliza también a través de la construcción de infraestructura vial que facilite la expansión del automóvil; viaductos, pasos a desnivel, puentes, avenidas y calles asfaltadas, para nombrar las más importantes; se organiza la ciudad en función al automóvil antes que del ciudadano/a de a pie.

Por otro lado, se imaginan los impactos que supondría para los ambientes y ecosistemas donde vivimos, que cada boliviano tenga su autito? La huella ecológica que involucra aquello? Según el censo del 2012 somos 10.4 millones de habitantes, hacer cumplir el derecho al automóvil involucra la universalización del acceso, demandando por tanto más de 10 millones de automóviles. Las corporaciones del automóvil, las empresas y mafias que trasladan autos de desecho a nuestros países estarían felices con la institucionalización del derecho al automóvil.

Y cuál la razón para tener auto en el imaginario automovilístico del presidente? Entre otras para ser transportista; ante la convocatoria al paro por parte de la Confederación de Choferes de Bolivia por la aprobación de la Ley, nacionalizando los autos 'chutos', Morales se dirigió a ellos: “Yo quiero

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