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Capital Intelectual

sandis27 de Junio de 2013

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Monografía: “Capital Intelectual: Interacción ciencia,

tecnología y actividad empresarial”

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INTRODUCCIÓN

La inserción de un país en la economía mundial, unido a la necesidad de elevar la productividad y la eficiencia económica, ha conduce a una reestructuración de sus economías que deben combinar con la orientación hacia un ambiente competitivo sin descuidar aspectos como los sociales. Para ello, tienen que desenvolverse en el contexto de un nuevo paradigma técnico-productivo caracterizado por una creciente industrialización de la ciencia y por el progreso vertiginoso de la nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones que han transformado las tradicionales fuentes de riqueza de las organizaciones. La fuente de riqueza ya no es solo material, es la información, el conocimiento aplicado al trabajo para crear valor (Edvisson y Malone, 1997), son las habilidades, valores, compromiso y actitudes de las personas, así como la lealtad de los clientes, las relaciones con los proveedores y agentes del entorno, el uso de tecnología de avanzada, etcétera. Es decir, la fuente de valor es cada vez, en mayor proporción, inmaterial.

A este respecto, el escenario en que se desenvuelve la actual actividad empresarial requiere una auténtica y profunda modificación de su gestión, exigiendo que contemple un enfoque de aprendizaje continuo y calidad total, así como una revisión de sus métodos y filosofías de trabajo que le permita adaptarse ágilmente a los cambios del entorno. Esto supone, el reconocimiento del carácter estratégico de lo que se puede llamar “activos blandos”, o sea, los elementos intangibles que generan valor para la organización y que se han agrupado en el concepto de Capital Intelectual.

De esta panorámica, surge un problema: ¿Cómo pueden los usuarios tomar decisiones acertadas basándose en la información financiera que ofrece la empresa, si los elementos que más contribuyen a ello, o sea, el Capital Intelectual, no aparece reflejado en los estados financieros? ¿Cómo gestionar el Capital Intelectual si no conocemos su valor? pues según Kaplan y Norton (1997) “lo que no se mide no puede ser gestionado”.

La ciencia contable, está ante un problema sistémico en la forma de medir el valor de una empresa, existe una discrepancia entre lo que muestran los estados financieros y la verdadera historia que se vive cotidianamente en el mundo empresarial. La Contabilidad que, a través de su modelo tradicional, mostró claramente las operaciones empresariales

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durante más de cinco siglos ya no es capaz de continuar paralelamente a los cambios que se están generando en los negocios.

Para darle solución al problema planteado se plantea la siguiente hipótesis:

Si los profesionales del mundo académico y empresarial, desarrollan un sistema de medición del Capital Intelectual, esto contribuirá a una correcta toma de decisiones ya que le permitirá a las empresas conocer donde se encuentran sus potencialidades para generar valor para sí mismas y para la sociedad y a través de una eficiente gestión conducirlas a que contribuyan eficaz y eficientemente al desarrollo de nuestra economía.

El objetivo de este artículo es reflexionar sobre como el desarrollo acelerado de la ciencia y la tecnología en las últimas décadas ha impactado en la actividad empresarial y en la sociedad en general, originando nuevas necesidades de información, y por tanto, la necesidad de revitalizar la ciencia contable a través de la búsqueda de procedimientos y herramientas para la medición del Capital Intelectual.

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1.1 Relación ciencia – tecnología – sociedad y su incidencia en la génesis del Capital Intelectual

La ciencia ha evolucionado considerablemente (Figura # 1). Desde la antigüedad hasta el renacimiento, la ciencia se basaba en la contemplación, adquiría su conocimiento apoyándose en la observación de la naturaleza y el razonamiento que eran las únicas formas de comprender la esencia de ésta. Posteriormente, Galileo, liderando la ciencia moderna, modifica esto parcialmente, desplaza la contemplación y promueve una racionalidad apoyada en la experimentación y el descubrimiento de las leyes matemáticas que están detrás de los fenómenos. Para Descartes, no es suficiente la observación: es mediante el experimento que se formulan las preguntas a la naturaleza, obligándola a revelar la estructura matemática subyacente. El intelecto, más que los sentidos, es lo fundamental.

La ciencia contemporánea, al ocuparse de la naturaleza y en general de la realidad, se orienta a la investigación a través de un conjunto de mediaciones que a lo largo de su desarrollo, la propia ciencia y la técnica han construido: modelos, teorías, leyes, instrumentos, tecnologías, equipos, experiencias, habilidades, todas las cuales son creados por el hombre con el fin de explicar y manipular. Los científicos apelan a estos recursos ya desarrollados, no solo en sus propios campos de investigación, sino utilizando también los que provienen de otros.

Esa utilización de los resultados precedentes, su modificación permanente, el cruce de informaciones, modelos, es lo que constituye a la ciencia en una tradición acumulativa de conocimientos prácticos; así como su capacidad de explicar y manipular, la ha convertido en una fuerza social extraordinaria, cuya relación con los intereses sociales es indiscutible (Núñez Jover, 1999: 48).

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Figura #1. Representación gráfica de la evolución de la ciencia

Fuente: Elaboración Propia

y observación

Evolución de la ciencia

Sociedad Contemporánea

Investigación

Modelización

Sociedad

Moderna

Descubrimientos

Experimentación

Matematización

Antigüedad

Renacimiento

Contemplación

La ciencia (Ramos Serpa, 1996:108) puede ser entendida como el modo socialmente organizado, sustentado, sistematizado y conscientemente realizado por determinados individuos y grupos de producción de conocimientos, y esto ya exige y presupone un modo colectivo e institucional de hacer ciencia. La ciencia es una actividad profesional institucionalizada que supone educación prolongada, internalización de valores, creencias, desarrollo de estilos de pensamiento y actuación.

Existe un estrecho nexo entre ciencia y tecnología. Una proporción sustancial de conocimientos y tecnologías contemporáneas se basan en la ciencia y a su vez la ciencia contemporánea utiliza en creciente medida tecnologías en forma de equipos, materiales y procedimientos para la obtención de resultados cada vez más exactos y precisos. La ciencia contemporánea se orienta cada vez más a fomentar el desarrollo tecnológico y es notable también la generalización del soporte tecnológico en la investigación científica.

Todo esto sugiere que los límites entre ciencia y tecnología se están desdibujando, “... la nueva ciencia es por su esencia tecnológica.” (Hottois, 1991)1. He aquí, la utilización del término tecnociencia, el cual denota esa íntima relación entre ciencia y tecnología.

Cuando se aborda el tema de la ciencia y la tecnología es imprescindible destacar su impacto en la sociedad. En este marco la ciencia persigue el objetivo de elaborar una imagen cognoscitiva del mundo lo más fidedigna posible, busca garantizar la reproducción

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1 Referenciado por Núñez Jover, J. (1999) en: La Ciencia y la Tecnología como procesos sociales. Pp 48

sistemática de este conocimiento verdadero y determinar las vías de su aplicación práctica (Ramos Serpa, 1996:169), constituyendo un factor decisivo en el desarrollo de la economía y en el logro de su autonomía. En cuanto a la tecnología, que incorpora sistemáticamente el resultado científico, está en el centro mismo de la sociedad, alterándolo todo, desde la producción social hasta la comunicación, la política, la reproducción humana, etcétera. Ciencia y tecnología se integran constantemente entre sí, y a su vez determinan la evolución de la sociedad, lo cual se manifiesta en varios procesos revolucionarios que determinaron en gran medida el estatus actual de la ciencia y la tecnología: la revolución científica que sentó las bases del método científico moderno y la evolución de las técnicas productivas precursoras de la Revolución Industrial y la Revolución Burguesa (Núñez Jover, 1999: 61)

En la evolución de la ciencia ha sido muy importante el proceso de industrialización. La Primera Revolución Industrial (siglo XVIII) se caracterizó por un auge en el desarrollo técnico, lo que produjo que los esfuerzos humanos fueran sustituidos por máquinas y fuente de energía mecánica; y por la capacidad de innovación de empresarios y obreros.

La Segunda Revolución Industrial (segunda mitad del siglo XIX), impulsada por el desarrollo de la ciencia y la educación, produce un notable crecimiento económico vinculado con el auge de varias ramas productivas, el desarrollo del ferrocarril, los avances en la energía eléctrica y de los motores, la química orgánica y los productos sintéticos, la máquina de combustión interna, la manufactura de precisión, la producción en cadena de montaje y la sustitución del hierro por el acero. Lo anterior, se fortaleció hacia 1870 con los laboratorios de I+D de la industria química alemana y en 1880 con los fundamentos de la organización científica del trabajo de Frederick Taylor, lo que permitió elevar la productividad y el control. Todo ello propició que la Segunda Revolución Industrial creará una fuerza permanente de innovación.

En la primera década del siglo XX los

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