EVALUACIÓN EDUCATIVA. EVALUACION POR COMPETENCIAS
LUCRAQUELEnsayo18 de Octubre de 2018
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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
DIDÁCTICA UNIVERSITARIA
EVALUACIÓN EDUCATIVA
EVALUACIÓN POR COMPETENCIA
Lucina Solis
Evanhy Vega
Leonidas Bareiro
Asunción, Paraguay
Año 2018
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, el sector educativo ha sido objeto de profundas transformaciones, particularmente el nivel superior en un intento por responder y adaptarse a las demandas actuales. Es así como, el enfoque curricular basado en competencias, surge como una propuesta a esas necesidades sociales, científicas y tecnológicas, de una sociedad, que hoy en día, es llamada la sociedad del conocimiento o de la información. Asociado a esto se encuentra, el cambio de paradigma: De una educación centrada en la enseñanza a una educación centrada en el aprendizaje. Al respecto, Salinas (2006), citado por Umaña (2008) declara que “las instituciones universitarias se encuentran en transición. Los cambios en el mundo productivo, la evolución tecnológica, la sociedad de la información, la tendencia a la comercialización del conocimiento, la demanda de sistemas de enseñanza-aprendizaje más flexibles y accesibles a los que pueda incorporarse cualquier ciudadano a lo largo de la vida”.
Uno de los factores de motivación más relevantes para el aprendizaje es la evaluación. Cada actividad ofrece a los estudiantes la oportunidad de conocer cuáles son sus resultados de aprendizaje en lo que se refiere al «qué» se ha aprendido y al «cómo» habría podido hacerse. Cualquier proceso de evaluación debería ser diseñado teniendo en cuenta este principio básico.
En un sistema de evaluación por competencias, los evaluadores hacen valoraciones según las evidencias obtenidas de diversas actividades de aprendizaje, que definen si un estudiante alcanza o no los requisitos recogidos por un conjunto de indicadores, en un determinado grado. Una evaluación por competencias asume que pueden establecerse indicadores posibles de alcanzar por los estudiantes, que diferentes actividades de evaluación pueden reflejar los mismos indicadores y que los evaluadores pueden elaborar juicios fiables y válidos sobre estos resultados de aprendizaje (McDonald y otros, 2000). Por otro lado, debe tenerse en cuenta, como mencionan Struyven y De Meyst (2010), que: Las competencias representan un potencial para el comportamiento y no el comportamiento en sí. Si en realidad las competencias se ponen en práctica o no, depende de las circunstancias. De la Orden (2011) expone dos formas de concebir y definir la competencia como objeto de evaluación: a) como el desempeño efectivo y eficiente de una función, de un papel o de una posición, y b) como la combinación y uso integrado de conjuntos de conocimientos, destrezas, habilidades y actitudes para realizar una determinada tarea. En cualquier caso, la competencia es de origen profesional y está vinculada a la idea de realizaciones en la «vida real». El uso de la evaluación por competencias necesariamente transforma muchas de las prácticas docentes en la educación superior, generalmente más centradas en el contenido que en la actividad de aprendizaje, y, además, cambia sustancialmente el concepto de evaluación que predomina en las aulas universitarias.
La evaluación por competencias ofrece nuevas oportunidades a los estudiantes al generar entornos significativos de aprendizaje que acercan sus experiencias académicas al mundo profesional, y donde pueden desarrollar una serie de capacidades integradas y orientadas a la acción, con el objetivo de ser capaces de resolver problemas prácticos o enfrentarse a situaciones «auténticas». Estas competencias están compuestas por un conjunto de estructuras de conocimiento, así como habilidades cognitivas, interactivas y afectivas, actitudes y valores, que son necesarias para la ejecución de tareas, la solución de problemas y un desempeño eficaz en una determinada profesión, organización, posición o rol (Wesselink y otros, 2003). La evaluación necesita ser considerada como un proceso de recogida de evidencias (a través de actividades de aprendizaje) y de formulación de valoraciones sobre la medida y la naturaleza del progreso del estudiante, según unos resultados de aprendizaje esperados.
DESARROLLO
La evaluación tradicional casi nunca refleja las denominadas competencias que como regularidades de transformaciones conductuales son la muestra de la adquisición de una determinada competencia. Los motivos son variados, pero en general ello se debe a que existe poca claridad con respecto a qué evaluar y cómo hacerlo, sin embargo, reiteradamente el mercado del trabajo o laboral, es cada vez más demandante a los centros formadores de profesionales de nivel superior de recursos humanos íntegros, con valores, de conductas proactivas, dispuestos a colaborar y trabajar en equipos, habilitados para asumir posiciones de liderazgo, asertivos, entre otros.
Nada de esto es evaluado en ningún proceso educativo, es evidente que de las instituciones formadoras, incluso, las de más alto nivel, egresan profesionales de los más disímiles niveles de conocimiento, aunque en el plano de las habilidades lo resultados pueden ser más mensurables, en el alcance de las dimensiones si es más reducido, por ser lo que está estrechamente relacionado con las competencias individuales y sociales para la vida y que son, en definitiva, las que más se necesitan en cualquier centro de trabajo de estos tiempos. Así, en los Estados Unidos se han hecho estudios dirigidos a tratar de equilibrar los diferentes tipos de competencias, de manera que las de carácter individual y social se incorporen en plenitud a los diseños educacionales, con el claro objetivo de formar a los estudiantes de una manera integral y apropiada a los requerimientos laborales de la diversidad y descentralización estatal de este país.
Por otra parte en Indonesia, se estudia con profundidad la necesidad de incorporar a la actividad laboral a la mayor parte de los sujetos aptos para este proceso de manera que puedan potenciar aún más el desarrollo de ese país. La comparación evidencia diferentes estrategias con propósitos y contextos también totalmente diferentes.
En el contexto latinoamericano existe consenso respecto a que la producción del conocimiento ocupa un lugar central en el desarrollo de los modelos económicos y sociales.
En este sentido el papel de la educación está dirigido a lograr mayores niveles de competencia que busca tanto el crecimiento económico como el desarrollo de una ciudadanía capaz de sostener un proyecto de vida progresista para cada país.
Por lo anteriormente expuesto, para producir transformaciones en el sector cuyo objetivo fundamental es logra un sistema educativo de calidad para todos, se necesita imperiosamente proponer modelos de evaluación que permitan cambiar la concepción en torno al desarrollo de las competencias, a los indicadores para su constatación y el adecuado procesamiento de la información obtenida liberada del lastre del subjetivismo para que nos oriente hacia un diagnóstico integral y acertado.
Desde la década de los ochenta del pasado siglo comienza a utilizarse con fuerza lo referente a la competencia profesional en el campo gerencial, estos trabajos se hacen con la intención de realizar predicciones e implementar acciones anticipatorias acerca de la ejecución del sujeto en su desempeño laboral, lo que ha estado muy vinculado a su caracterización psicológica para lograr niveles superiores de desempeño profesional. Algunos autores, siguiendo esta intención, definen la competencia laboral: “Conjunto de características de una persona que están relacionadas directamente con una buena ejecución en una determinada tarea o puesto de trabajo” (Boyatzis 1982, Revista Cubana de Educación Superior. Vol. XXII No 1. 2002, pp 45-53. “Una característica subyacente de un individuo que está casualmente relacionada con un rendimiento afectivo o superior en una situación de trabajo definido en términos de criterios. (Spencer y Spencer, 1993:9). Citado por González Maura, V. Vargas, J. (2001), señala que las competencias, desde una perspectiva psicológica se caracterizan por:
- Son características inherentes a la persona.
- Se ponen de manifiesto cuando se ejecuta una tarea o trabajo.
- Están relacionadas con la realización exitosa de una actividad.
- Tienen una relación causal con el rendimiento laboral, es decir no están asociadas con el éxito sino que se asume que realmente lo causan.
- Pueden ser generalizadas a más de una actividad.
- Combina lo afectivo, lo cognitivo, lo conductual.
El problema de la conceptualización de la competencia laboral desde la perspectiva empresarial es abordado por Martens, L. (1997, 2000) a partir de dos enfoques que los considera complementarios y que pueden ser combinados en su aplicación; ellos son el estructural y el dinámico. Lo estructural, requiere de la consideración de los atributos personales y/o cualidades tales como: conocimientos, habilidades, aptitudes, actitudes, que son necesarias para la adquisición de niveles de logros, o un desempeño efectivo según Martens; de esta forma la competencia deviene en capacidad real cuando las condiciones en las que se desarrolla el proceso de formación de una determinada habilidad, exigen al sujeto un resultado destacado en función de las necesidades de la empresa o centro de trabajo. El enfoque dinámico es la contextualización del proceso de formación de la competencia, que el ámbito de la evolución del mercado es más complejo, dinámico, exigente y diferenciado. Con respecto al contexto pedagógico, existe analogía en cuanto al enfoque estructural, sin embargo, lo dinámico está muy relacionado con los procesos de validación de planes de estudio de las diferentes carreras, las adecuaciones curriculares y el perfeccionamiento de los diferentes niveles de educación.
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