Imaginarios de la educación parvularia

Imaginarios de la educación parvularia.

Entendemos por imaginarios el conjunto de imágenes mentales que son acumuladas por un individuo a lo largo de su socialización (familia - escuela), también llamadas percepciones sobre el mundo en el que vivimos que quedan en el inconsciente colectivo.

Cuando nos referimos a los imaginarios de la educación parvularia, hablamos de aquellas imágenes sobre experiencias y creencias que poseemos sobre la educadora de párvulos y el rol que esta desempeña.

El tema que se desarrollará a continuación tiene estrecha relación con lo que nosotras como alumnas identificamos como la educación parvularia a través de la compilación de nuestras pre-concepciones y creencias, así también basándonos en los textos que han sido vistos en clases.

Las integrantes de este trabajo al iniciar su formación pedagógica no tenían total conocimiento de lo que significaba ser educadora de párvulos, teníamos percepciones que estaban relacionadas con sus propias vivencias escolares, nuestro paso por el jardín infantil y los imaginarios que se dan en la sociedad. Poseíamos algunas ideas erradas sobre lo que implica ser docente y las características que esta debía tener. Asumimos que era propicio e indispensable ser una persona cariñosa, maternal, tener una buena llegada con los niños, ser sociable, tener paciencia, etcétera... y no tomábamos en cuenta la responsabilidad social y ,sobre todo, la importancia de una buena relación y trabajo con la familia para así tener mejores resultados en cuanto a la educación del infante.

Los imaginarios finalmente dan paso a la construcción de nuestra identidad docente, ya que esto va modificando la percepción que tenemos de nosotros mismos y así contribuyendo a una imagen propia. Bajo esta conclusión entendemos que la identidad docente es todo aquello que nos caracteriza como educadores y por lo que nos convertimos en profesionales únicos, es la manera de transmitir conocimientos, relacionarnos con el entorno educativo. Es el modo de presentarnos ante la vida de una forma diferente al resto y nos distingue como profesores. “Si preguntamos por “quién es” un profesor determinado a sus compañeros, colegas o alumnos. Muy probablemente comprobaremos que, incluso los compañeros más cercanos, “que le conocen bien”, pueden tener creencias dispares “sobre lo que ese profesor es”. En cambio, no ocurre lo mismo si preguntamos al propio profesor “quien es”. Lo que el profesor responda tendrá como base las múltiples representaciones que puede haber construido de sí mismo, a menudo articuladas entre sí con un alto grado de coherencia”.(Los heterónimos del docente: Identidad, selfs y enseñanza, Carles Monereo y Antoni Badia).

Las concepciones que se poseen en la actualidad es que las educadoras de párvulo estamos catalogadas de cuidadoras, que nuestra labor es estar a cargo de los infantes para permitir que los padres trabajen tiempo completo. De esta manera el rol de enseñanza de la educadora finalmente no es considerada como tal, ya que no se le llama profesor, sino que se le trata de “tía”, otorgando un trato más familiar que profesional, no considerando importante los procesos de aprendizaje que se potencian por parte de la educadora en los primeros años del párvulo. También se puede observar cierto menosprecio hacia nuestra carrera ya que se piensa que es una profesión de poca exigencia a nivel profesional. ‘’...es una carrera buena, bonita, fácil y cómoda...’’ señala Claudia en su historia de vida.

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