LA EXPERIENCIA Y LA ANTICIPACION EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE

LA EXPERIENCIA Y LA ANTICIPACION EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE

El proceso de enseñanza-aprendizaje sin duda es uno de los primeros factores en los que debemos poner mucha atención y esfuerzo, pues de ahí surge en gran medida el conocimiento. Para lograr esto tomaremos en cuenta la experiencia y la anticipación. Ya es muy sabido que la experiencia trae a nosotros aprendizaje desde que somos niños y para toda la vida, lo cual se puede tomar como el solo proceso de vivir y aprender continuamente, según Dewey, el conocimiento es precisamente la acumulación de sabiduría que genera la resolución de problemas a lo largo de la vida. Sostenía una visión dinámica de la experiencia ya que constituía un asunto sobre el intercambio de un ser vivo con su medio ambiente físico y social y no solamente un asunto de conocimiento. Esto es claro en cualquier contexto en el que nos encontremos, pues cada situación y rose con los demás o el ambiente nos enseña algo.

Es de señalar que no todas las experiencias son positivas pero para eso debemos aprender a adaptarnos por medio de la interacción, tanto en la escuela como en la sociedad, tal como menciona Johann Herbart (1829), “el ser humano aprende en la interacción con su ambiente a partir de su capacidad de adaptación funcional, a través del ensayo y error. Ello le permite progresar en la lucha por adaptarse y dominar el ambiente en el que vive. Se aprende por experiencia, mediante la educación por acción”. Este autor señala al ensayo y error como un medio para llegar al aprendizaje, y en efecto, ¿cuántas veces hemos intentado algo y hemos fallado? Pero de nosotros depende volver a intentar y es en cada intento donde se adquiere la experiencia.

La calidad de la experiencia se asocia con diferentes factores, entre esos están la continuidad, la interacción y la reflexión. Los dos primeros ya se han mencionado en los primeros párrafos, ahora hablemos de la reflexión. Aquí debemos desarrollar la capacidad de analizar lo que hacemos, por qué lo hacemos y hacer consciencia de la complejidad de nuestra realidad, de conflictos o equis situación en la que nos encontremos, y asi poder anticiparnos para tomar decisiones que nos lleven al aprendizaje o bien, a la solución de posibles problemas. Para esto, debemos comprender que la capacidad de anticipar es la diferencia fundamental entre el adulto y el niño, e implica poder aprender y enseñar que cada palabra y acto en la vida tiene consecuencias, lo que nos permite por medio de la experiencia tomar acciones en las distintas situaciones que nos presenta la vida educativa.

Debemos aclarar que anticipar no tiene nada que ver con adivinar el futuro, implica reconocer las consecuencias de los actos y poder alejar las situaciones que nos afecten. Por ejemplo, cuando debemos presentar un examen y no estudiamos lo suficiente, sabemos por medio de la experiencia que posiblemente reprobaremos ese examen, entonces podemos anticipar el resultado y mejor estudiar para que sea positivo. Aunque anticipar no es una garantía,  pero es un primer paso.

Sin duda, la posibilidad de anticipar requiere un cierto grado de conocimiento de uno mismo, de los demás y ese aprendizaje se adquiere con el tiempo y nuevamente lo llamamos experiencia, para poder prever una situación negativa en los alumnos y asi poder hacer algo que sea en beneficio de ellos. Debemos tener en cuenta lo que se ve en el alumno y la interacción con los demás, y asi tener claro el objetivo que se va a elegir y las actitudes que debemos asumir: por ejemplo saber si el objetivo es la confrontación del problema o no.

Es muy importante la posibilidad de elección que se abre cuando se puede anticipar una situación y que se termina cuando la anticipación no existe. Es por eso que el resultado de la acción realizada al anticiparse depende en gran medida de la eficacia que tenga, como dice Díaz Barriga (1996), “para que se establezca una garantía de los logros en los resultados de la educación, la eficacia es un elemento estructurante". Esta situación la encontramos en el quehacer diario de enseñar y aprender, pues una acción que no es eficaz al momento de enseñar, difícilmente deja aprendizaje al alumno.

Además, la anticipación para intervenir en este proceso se logra preguntándonos a nosotros mismos sobre lo que nos sucede en cada caso y aprendiendo de los errores que cometemos, pero buscando analizar qué fue lo que pasó, por qué y para qué ocurrió eso que pasó, para no repetir el mal momento, porque si no surgen estas preguntas, se llega a la repetición. De esta manera, poder anticipar momentos negativos en la educación puede permitir tomar decisiones que vayan en otra dirección y modificar la acción, así mejorar las situaciones que parecen no tener otra salida más que repetirse hasta el infinito.

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