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La Educación Y La Intervención Educativa

4 de Septiembre de 2013

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EL DOCENTE Y SU RESPONSABILIDAD EN LA INVESTIGACIÓN Y LA INTERVENCIÓN EDUCATIVA PARA LA MEJORA EN LA EDUCACIÓN MUNICIPAL

Estamos hoy en presencia de una época que dista mucho de ser una estructura plana en donde todos sus acontecimientos podríamos experimentarlos como algo lógico y natural. La verdad de las cosa es que estamos insertos en una sociedad dinámica, cambiante, compleja, que transforma nuestra vida a tal velocidad que no nos da tregua para asimilarla y hacerle frente. Los avatares económicos de los pueblos, la inestabilidad del poder de la iglesia, los grandes cambios culturales y morales, la irrupción de las tecnologías en nuestras vidas, son algunos de los ámbitos que ha generado esta vorágine de cambios en nuestras sociedades y que ha repercutido en la forma de concebir las organizaciones, las instituciones, las que han debido reformular y cambiar sus dinámicas de comportamientos desde sus bases mismas, inclusive las formas de relacionarse entre sus miembro ha debido de reestructurarse para poder sobrevivir. Estos continuos cambios que experimentan nuestras sociedades se ven expresados en el comportamiento de sus individuos y de todas sus redes.

Con estos nuevos escenarios sociales, la institución escolar posiblemente sea la más afectada por este dinamismo social, ya que ella absorbe y alberga toda la diversidad y complejidad del sistema social. Tenemos un sistema educativo que tiene la gran responsabilidad de rehacerse para hacer frente a esta vorágine de cambios y así dar respuesta a las nuevas demandas sociales y culturales que se nos presentan.

La educación municipal, hoy por hoy se encuentra entre las más cuestionadas en cuanto a la gestión de todos sus recursos, la calidad profesional de sus miembros y sobre todo por los resultados académicos alcanzados que no son los esperados por el ministerio, quien los mide a través de instrumentos estandarizados en la enseñanza básica y media (SIMCE). Los bajos resultados que ha arrojado esta mediación, se han mantenido casi inalterables año a año a pesar de las estrategias implementadas por los gobiernos de turno, como evaluar la calidad de los profesores a través de la “Evaluación Docente”, la implementación de la Ley SEP, que obliga a los establecimientos a ponerse metas, cumplirlas y mejorar sus resultados en un plazo de cuatro años. Junto con estas medidas, se encuentra en discusión parlamentaria un proyecto de ley que crea una superintendencia de educación (encargada de fiscalizar el cumplimiento de normas) y una agencia de calidad (cuya función será evaluar y monitorear la calidad del sistema educativo y sus agentes).

Pero aún así los puntajes obtenidos en el sistema municipal, que promedia los 240 puntos, en comparación con los obtenidos en el sector privado que promedian 270 puntos en el sector particular subvencionado y 335 puntos en el sector particular pagado, distan mucho de eliminar la brecha del nivel de la calidad de la educación que se ha mantenido casi por tradición entre ambos sectores, a tal punto que parece “misión imposible” de nivelar.

La labor docente se ha remitido a un trabajo regular y estático dentro del aula, en donde las dinámicas y estrategias pedagógicas se han mantenido inalterables por décadas, sin ser adecuadas a los tiempos y requerimientos de nuestra nueva sociedad. El trabajo pedagógico del profesor se caracteriza por ser una labor en solitario, sin sustento teórico que respalde su práctica, un trabajo que no posee una contextualización y una innovación de sus estrategias ya desgastadas, poco atractivas para los alumnos y alumnas y nada de motivadoras.

El informe Mckinsey, realizado por la compañía McKinsey&Compañy quien investigó un grupo importante de sistemas educativos alrededor del mundo, con el objeto de comprender cómo éstos habían alcanzado altos estándares de la calidad de los aprendizajes de sus alumnos, a pesar de sus diferencias sociales y culturales. Este informe apunta que, entre los tres factores identificados, el de mayor relevancia, para alcanzar resultados satisfactorios de desempeño, es el factor docente. Los sistemas educativos más eficaces tenían en común la implementación de medidas enfocadas a mejorar principalmente la calidad de sus docentes. Partían por la reclutación de los mejores estudiantes para la carrera de pedagogía; segundo, la formación de éstos estaba en total conexión entre la preparación que recibían en las universidades y lo que se iba a exigir de ellos en un aula; tercero, elevaban el estatus de la profesión en dos niveles, el social y el económico, y por último, la desvinculación del sistema del profesor si éste no cumple con las exigencias de buen desempeño profesional. Pero la más importante de todas estas medidas era la formación, y en segundo lugar de importancia para asegurar la calidad de la educación estaba en las competencias de liderazgo y gestión que tenían los equipos directivos.

Si bien en Chile se han estado implementando varias medidas en dirección a alcanzar mayores estándares de calidad de nuestra educación ( nombradas anteriormente), junto a otras, todavía en estudio, creo que la más importante, ha sido un aspecto débilmente abordado como política de educación, como es la formación docente que ofrecen las universidades e institutos. En nuestro país los docentes egresados, al ingresar a un aula se encuentran con que no solamente tienen que implementar estrategias para realizar una clase y enseñar ciertos contenidos a un grupo de estudiantes, sino que al poco andar cae en la cuenta de que cada uno de esos estudiantes tiene sus propia historia, su propia construcción sicológica, su propia verdad, que gatillarán en la adquisición de los aprendizajes. A partir de esto, los docentes deben entender rápidamente que cada uno de sus estudiantes es un pequeño mundo que debe descubrir e internarse en él. Para esta realidad es la que las universidades deben preparar los futuros profesionales de la educación, y por ello, creo que su formación debe tener un fuerte componente del desarrollo de habilidades investigativas, con lo cual se le estarían entregando al docente, potentes herramientas para conocer, entender e intervenir las distintas realidades que experimenta con su trabajo en aula y así transformarlas. Por lo tanto, creo que debemos pensar que la actividad investigativa es una estrategia importante para de resolver los problemas de calidad de la educación, porque se da solución inmediata a los problemas que se manifiestan en la formación de los estudiantes.

Las características de los estudiantes del siglo XXI que han nacido en una sociedad fluctuante, que exigen otras dinámicas pedagógicas, otros saberes, otras habilidades para enfrentar y responder a las exigencias sociales en las que están insertos, requieren necesariamente que éstas se innoven y que se adapten a sus particularidades. En este sentido la crítica de Jiménez es en los siguientes términos:

Las formas aisladas de realizar el trabajo, sin fundamentos claros, con formas arbitrarias de organización, realización y seguimiento, han ido creando un abismo entre los propósitos educativos y los alcances logrados cada vez más distantes de las expectativas de una educación de equidad, igualdad y calidad. Frente a esta realidad, es urgente e imperioso que el docente se empodere de su labor pedagógica, de su espacio, de las realidades de sus alumnos y alumnas generadas por esta sociedad que cambia constantemente, y se responsabilice además por las formas de las estrategias que implementa en el aula para estas trasciendan.

El docente debe poner su foco en la investigación de las dificultades con las que se encuentra en sus prácticas pedagógicas, de tal modo de conocer las situaciones de educación que obstaculizan lo que se propone conseguir, y con este conocimiento tomar las decisiones de cómo actuar y cómo mejorarlas. Cuando el docente asume su quehacer pedagógico como un objeto de reflexión y utiliza en este acto las herramientas propias de la investigación, le otorga a sus prácticas un nivel de calidad superior, que convertirá el aula en un espacio de aprendizaje real y no de tedio que solo genera infructuosidad, la institución educativa se verá beneficiada por estas decisiones de innovación y transformación de su labor pedagógica, lo que necesariamente repercutirán en la función educativa de nuestra sociedad.

Tal es la importancia que juegan los docentes en la obtención de una mayor calidad en educación a través de la investigación que es imperioso contar con profesores comprometidos con los procesos de cambio, los que se concretarán en el aula en donde se ven enfrentados a una diversidad de situaciones que deben resolver, como el qué y el cómo enseñar, hasta dificultades que tienen que ver con aspectos contextuales de los estudiantes, de la institución y del mismo profesor.

Normalmente el profesor intenta resolver situaciones problemática de acuerdo a la preparación recibida durante su paso por la universidad, o según recomendaciones de solución de algún colega, o a partir de lo hallado en alguna lectura, y muchas veces interviene apelando a sus instintos, omitiendo con estas decisiones toda referencia y justificaciones teóricas. Por otra parte, también, no se puede desconocer que existen realidades propias de los alumnos (as), como sus contextos familiares, muchas veces con experiencias de abandono, sus particularidades sicológicas, sus experiencias de vida, en muchos casos traumáticas, que generan situaciones que sobrepasan todos los recursos y herramientas de conocimiento de las que puede disponer el profesor para abordarlas, quedando así en un estado de incompetencia.

Observando este panorama vemos

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