Metodología E Investigacion Del Tráfico De Armas
migueeld10 de Febrero de 2013
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TRAFICO ILEGAL DE ARMAS EN MEXICO
En la última década, México pasó del lugar vigesimosegundo al quinto en tráfico de armas en el ámbito mundial. Se calcula que cada día ingresan al país unas 2 mil para abastecer a los cárteles de la droga, la delincuencia organizada y común, y a millones de civiles que ven en su posesión una vía de defensa ante la creciente inseguridad. Organizaciones internacionales estiman que unos 20 millones de armas ilegales circulan en territorio mexicano, más las 5 millones 500 mil autorizadas por la Sedena. Con sólo pulsar en el buscador de internet, Francisco Sánchez recibe múltiples opciones para el objeto de su interés: una escuadra Pietro Beretta 9 milímetros, ofertada en 10 mil 500 pesos. Sánchez pretende adquirir un arma semiautomática, de uso exclusivo del Ejército, sin pedir autorización a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), única instancia que en México otorga las licencias para portación de armas.
En pocas palabras, adquirirá un arma ilegal. Para comprarla no necesita ir a un barrio bravo, a un tianguis como El Salado en Iztapalapa, o el de la colonia San Felipe de Jesús, en la delegación Gustavo A Madero (el más grande de América Latina), dos puntos importantes del mercado negro de armas. Tampoco tiene que buscar un “contacto” o “al amigo del amigo” de un policía o militar.
Para adquirir una basta con sentarse frente a la computadora y, desde la intimidad de la casa, oficina o cualquier sitio hacer una rápida búsqueda para concertar la transacción. Las armas ligeras se ofrecen en centenares de páginas de internet, la compra-venta se pacta en chats, los precios se regatean en mensajes de computadora o vía celular.
Desde 2005, la Procuraduría General de la República (PGR) reconoció que a través de internet los grupos de la delincuencia organizada adquirían armamento. Pero hoy no son sólo los delincuentes, sino integrantes de la sociedad civil, como Sánchez, quienes, desesperados por la creciente inseguridad y criminalidad que atenaza al país, ven en la tenencia de armas una vía de defensa de su vida, su patrimonio y el de su familia.
El Distrito Federal y el Estado de México son importantes “plazas” en la proveeduría de armas ilegales. Los precios dependen no sólo del calibre y la antigüedad de las armas, sino de si están “frías” o “calientes”, éstas últimas utilizadas para algún ilícito.
Ante un Estado incapaz de garantizar la mínima seguridad, los mexicanos adquieren armas para defenderse en caso de un ataque, sin considerar que el tener una en casa incrementa el riesgo de sufrirlo, de acuerdo con diversos estudios de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Red Internacional de Acción contra el Tráfico de Armas Pequeñas y Ligeras (IANSA, por su sigla en inglés) y de universidades estadunidenses.
Los estudios aportan datos escalofriantes: en los hogares donde se guarda un arma se duplica la posibilidad de ser víctima de homicidio por arma de fuego; aumenta 16 veces la probabilidad de cometer un suicidio; es 43 veces más probable que se mate a algún familiar o conocido, que a un extraño en defensa propia.
Los tiempos violentos que vive el país superan cualquier posibilidad de raciocinio. “Ante la ausencia de seguridad pública, la ineficacia del Estado para contender la criminalidad y combatir la delincuencia y ante la impunidad de la que gozan los delincuentes, los mexicanos se sienten indefensos y buscan tener por lo menos un arma en casa, ensalzando modelos como el de don Alejo Garza, quien con sus armas se enfrentó a un comando en Tamaulipas para defender su rancho”, explica la socióloga Magda Coss Nogueda, quien colaboró en la campaña mundial Armas Bajo Control, como vocera para América Latina de la IANSA.
Aún cuando los ciudadanos adquieren armas con un interés de defensa personal, lo más grave es que al comprarlas en el mercado negro entran también al circuito de la ilegalidad y fortalecen las ganancias de la industria de la muerte, indica Edgardo Buscaglia, asesor de la ONU en temas de seguridad y crimen organizado.
Organizaciones internacionales calculan que unos 20 millones de armas ilegales circulan en territorio mexicano, más las 5 millones 500 mil autorizadas por la Sedena; es decir, por cada arma legal hay por lo menos cuatro ilegales. El mercado negro de armas en el país es cada vez más abierto, “casi sin freno”, como lo definió el secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza. Ha permeado en estructuras cada vez más amplias de la sociedad, no únicamente en la esfera criminal, y ello da otra idea de su expansión.
Los indicadores internacionales son ilustrativos: en la última década, México pasó del lugar vigésimosegundo al quinto en tráfico de armas a nivel mundial. Organizaciones como IANSA y el Comité Oxford para la Lucha contra el Hambre (Oxfam, por su sigla en inglés) calculan que cada día ingresan al país 2 mil armas, por las áreas fronterizas de éste, y a través de los puertos del Pacífico mexicano, en la ruta Asia-Pacífico.
La creciente disponibilidad de armas de fuego trae aparejada su cuota de sangre: a partir de 2010, México se ubicó como uno de los países con la tasa más alta de homicidios por arma de fuego, 20 casos por cada 100 mil habitantes, aunque entidades como Chihuahua, Tamaulipas, Michoacán, Sinaloa y Guerrero superan por mucho la tasa promedio, en Ciudad Juárez, por ejemplo, es de 171 homicidios por arma de fuego por cada 100 mil habitantes.
En su Estudio global de homicidios 2010, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por su sigla en inglés) registra que el 74 por ciento de los homicidios en la región (en la que ubica a México) son provocados por arma de fuego, tres veces más que lo que ocurre en Europa, donde la cifra equivale a 21 por ciento.
La Red Internacional de Acción contra el Tráfico de Armas Pequeñas y Ligeras registra a México en el lugar número decimocuarto a nivel mundial en el índice de homicidios con armas de fuego, incluso por debajo de Estados Unidos, donde la venta de armas es abierta y legal, ocupa el lugar decimoséptimo.
De acuerdo con la PGR, el tráfico de armas se ha convertido en el segundo delito en importancia del crimen organizado; y es que el tráfico y uso de armamento exclusivo del Ejército representa 15 por ciento (unos 1 mil 200) de los delitos federales cometidos en todo el país.
La fallida “guerra” oficial contra el narcotráfico y la delincuencia organizada dejará otro negro legado: un país en la ingobernabilidad y armado hasta los dientes, explican expertos consultados por Contralínea.
Asociado también a los homicidios y violencia que generan las armas de fuego, a partir de 2010, 13 ciudades mexicanas ingresaron al ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo. En 2011 podrían sumarse Monterrey, San Luis Potosí, Ciudad Victoria, Cancún, Morelia y Veracruz, explicó el presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, José Antonio Ortega Sánchez. Lo que significa que las ciudades mexicanas representarían el 38 por ciento de la muestra total mundial.
Las cifras ratifican las advertencias de la ONU de que la disponibilidad de las armas multiplica las probabilidades de homicidios por armas de fuego. O, como refiere la analista Magda Coss, “las armas de fuego fueron creadas para matar, y eso es lo que hacen”.
El negocio de la muerte
En el mundo hay 1 mil 249 empresas de manufactura, producción, comercialización, importación y exportación de armas ligeras, municiones y equipo, asentadas en 92 países, aunque los principales productores son Estados Unidos, Inglaterra, Rusia, Ucrania, China y Francia, según registros de la organización internacional Small Arms Survey. Un negocio cuyas ganancias se estiman en más de 30 mil millones de dólares al año.
Circulan en el mundo 875 millones de armas, lo que representa una por cada ocho personas; el 74 por ciento de las cuales está en manos de civiles. Aunque cada año se destruyen centenares de armas ilegales, el parque se repone rápidamente: la industria produce 8 millones de armas nuevas cada año y 16 mil millones de municiones.
De los civiles tenedores de armas, una parte considerable son mexicanos. Sobre el destino que tienen las que comercializa el mercado negro en el país, el 65 por ciento se utiliza para cometer delitos y 35 por ciento se adquiere de forma ilegal para protección personal, de acuerdo con el Consejo para la Ley y los Derechos Humanos, AC.
Aún con las ganancias que genera el mercado negro de armas, “el problema no debe verse en términos económicos, sino en el mal que genera”, señala Antonio Luigi Mazzitelli, representante regional de la UNODC.
“El mercado de las armas tiene una característica particular: no importa su valor, porque el daño de las armas es mucho más alto del valor comercial de las mismas. Una sola puede matar a cientos de personas. El mismo fusil automático puede tener una vida activa hasta de 40 años, un cuerno de chivo bien cuidado pueda matar durante 40 o 50 años a centenares de personas en manos diferentes y en países distintos.”
Las rutas
Desde hace dos décadas, la frontera sur ha sido la puerta de entrada a las armas que nutren el mercadonegro mexicano. Son 956 kilómetros entre México y Guatemala, donde basta llegar a municipios como Ciudad Hidalgo, Ciudad Cuauhtémoc, frontera Corozal, Talismán o Carmen Xhán, cruzar las garitas y recorrer Tecún Umán, La Mesilla, Petén, El Carmen y Gracias a Dios, para que vendedores instalados en casitas, chozas de adobe, o en plena calle, oferten
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