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Noción de autoridad resumen


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2018  •  Resúmenes  •  3.392 Palabras (14 Páginas)  •  50 Visitas

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APUNTE DE CATEDRA: LA NOCION DE AUTORIDAD[1] 

1 - ¿Qué es la autoridad?

Una primera aproximación al concepto nos enseña que la autoridad no es una cosa, una sustancia, algo que uno puede acumular o atesorar. No se tiene autoridad como se tiene tos. Nadie conserva una dosis de autoridad en la alacena, en la escuela, en el trabajo, o en la calle. No hay individuos con autoridad y otros sin autoridad. No se compra ni se vende. No se consigue ni con dinero ni con armas. De ese modo, “tener autoridad”, “perderla” o “encontrarla” son expresiones que deben ser revisadas pacientemente en tanto remiten a la posibilidad de poseer algo que (como He-man el poder) por definición no puede ser poseido.

"El poder es una relación social e implica una manera de ver los procesos sociales y, por ende, la educación. No es una “sustancia”, no es la espada de He-Man, ni el sillón de Rivadavia, ni el boletín o el parte de amonestaciones. Es la relación que me permite a mí, educador, amonestar, dictar, tomar la lección, decidir un poquito sobre la vida del otro que tengo enfrente, enseñar estos contenidos y no otros. También es lo que al alumno le permite pararse, gritarme, resistir, aprender, fumar en el baño, opinar" (Caruso y Dussel, 1996: 63)

Más aún, como habremos de ver a medida que el curso avance, la pretensión de poseer autoridad pone al descubierto dos problemas comunes. En primer lugar, si pretendo obtenerla es porque no la tengo. De ese modo, cada vez que la pido --recordemos que la demanda de autoridad se ha vuelto recurrente e inofensiva en nuestras sociedades-- mi pedido no hace más que poner en evidencia su falta. Como si fuera necesario mantenerla como faltante. Por otra parte, el reclamo de autoridades señala la vanidad de los agentes que obsesivamente la buscan. Nada más vano que esforzarse por conseguirla. Nada menos autorizado que aquella legendaria maestra que al entrar por primera vez a la clase afirmaba: “A partir de ahora me van a respetar”. ¿A cuántos pasos del ridículo se puede estar?

Si esto es realmente así, probablemente deberíamos abandonar de una buena vez la búsqueda de algo que no sólo no cesa de ausentarse sino que mientras más se busca más se escabulle, al mismo tiempo que amplifica nuestra impotencia y debilidad. En segundo lugar porque –como también habremos de estudiar- la búsqueda misma de autoridad es lo que la impide, en tanto que para tener autoridad lo más indicado es “no hacer nada”.

"Sólo hay Autoridad allí donde hay movimiento, cambio, acción (real o al menos posible): sólo se tiene autoridad sobre lo que puede “reaccionar”, es decir, cambiar en función de lo que, o de quien, representa la Autoridad (la “encarne”, la realice, la ejerza) (…) Ejercer una autoridad no sólo no es lo mismo que emplear la fuerza (la violencia), sino que ambos fenómenos se excluyen mutuamente. De manera general, no hay que hacer nada para ejercer Autoridad" (Kojève, 2005: 35,38).

La comedia británica The Office (2001-2002) tuvo una importante acogida no solo en su país de origen, sino también en el resto del mundo donde se comercializó. La historia está ambientada en una oficina cuyo jefe, David Brent (Ricky Gervais) es constantemente ninguneado por sus empleados. Cada capítulo simula ser el envío de un documental filmado por la BBC para testimoniar cómo es la vida cotidiana en una oficina “tipo”. Al final de la segunda temporada, Brent es despedido, uno de sus antiguos empleados toma su lugar, y él se propone hacer realidad su sueño postergado de ser un músico famoso.

The Office constituye un buen ejemplo sobre cuan ridículo puede llegar a ser una persona que busca obsesivamente poseer autoridad y evidentemente (o, justamente por eso) no la tiene. Si Hannah Arendt señalaba que mientras más se busca la autoridad más se escabulle, y por ello ni la fuerza ni la argumentación la otorgan, Brendt no hace más que ir tozudamente en contra de esas premisas y, en el resultante circulo vicioso, despierta en el espectador tanto la risa como cierta compasión por sus accidentadas relaciones con el resto de los empleados.

Resumiendo, si la autoridad no es una cosa, afirmar que “Fulano tiene autoridad y mengano no”, es un error o una pérdida de tiempo.

2. La relación

La manera más común de sortear este obstáculo es afirmar que la autoridad es una “relación”. Eso mismo dice Richard Sennett , un autor de renombre con el que habremos de discutir a lo largo de todo el curso: “La autoridad es un vínculo entre personas desiguales” (Sennett, 1983: 18). Para Sennett un vínculo es algo más que ligazón. También es imposición.

Otro tanto sucede con Kojève que la define en términos similares:

“La Autoridad es, pues, necesariamente una relación (entre agente y paciente): es, entonces, un fenómeno esencialmente social (y no individual); es preciso que existan dos, por lo menos, para que haya Autoridad" (2005: 36).

Veamos un ejemplo en la literatura. Se trata de una de las formas más inquietantes de la autoridad: su rechazo.

El señor Haneda era el superior del señor Omochi, que era el superior del señor Saito, que era el superior de la señorita Mori, que era mi superiora. Y yo no era la superiora de nadie. Podríamos decirlo de otro modo. Yo estaba a las órdenes de la señorita Mori, que estaba a las órdenes del señor Saito, y así sucesivamente, con tal precisión que, siguiendo el escalafón, las órdenes podían ir saltando los niveles jerárquicos. Así pues, en la compañía Yuminoto yo estaba a las órdenes de todo el mundo (Nothomb, 2007: 7).

Como seguramente resultará visible, es esa misma la razón porque hemos escogido determinados fragmentos de películas en las que se pueden ver sin dificultad diferentes tipos de relaciones: Padres/hijos, Profesores/estudiantes, Jefes/súbditos.

“La palabra autorictas proviene del lenguaje jurídico: tiene vigencia en distintas esferas – derecho público y derecho privado –, donde toma diferentes significaciones. La autorictas – que deriva del verbo  augere, “aumentar”- aporta un “aumento” necesario  para la validez de un acto emanado de una persona  o un grupo que no pueden, por sí solos, validarlo plenamente. La autorictas es el valor que se asigna a un acto jurídico, a una ley, a una decisión judicial.”

Myriam Renault d’Allonnes, El poder de los comienzos. Ensayo sobre la autoridad, Buenos Aires, Amorrortu, 2006.

En la imagen
La autoridad de la Ley, una de las dos estatuas del escultor James Earle Fraser emplazadas en los escalones de la Suprema Corte de Justicia de Washington D.C.

¿Cuáles son las ventajas de oponer a la sustancialización del concepto el carácter relacional del mismo?

En primer lugar, si no es una “cosa” pero sí una “relación”, para que algo de la autoridad se vuelva posible deben existir al menos dos personas. Si bien yo me puedo autorizar a mí mismo, lo hago siempre pensando en “otros”. Casi todo lo que hacemos en nuestra vida tiene a los otros como espectadores o destinatarios. Como ha señalado con astucia sin par Ztevan Todorov, la socialización no tiene antónimos. ¿Qué quiere eso decir? Al menos dos cosas: 1- Siempre somos sociales, y 2- Estamos condenados a relacionarnos con los otros.

"La sociabilidad no es un accidente ni una contingencia; es la definición misma de la condición humana (…) tenemos una necesidad imperiosa, no para satisfacer nuestra vanidad sino porque, marcados por una incomplétude original, les debemos la existencia misma" (Todorov, 2008: 33).

En segundo lugar, existe una larga tradición intelectual que opone a la búsqueda de las esencias el carácter determinante de las relaciones (en tanto para estas perspectivas “identidad” es igual a “diferencia”). Entre sus miembros más entusiastas se destaca el trabajo de Richard Rorty (1) (para quién no hay nada fuera del mundo relacional) Veamos dos ejemplos:

Richard Rorty fue un filósofo notable que trabajó incansablemebte para mostrar que todos los objetos de este mundo sólo puede ser conocidos a través de una red de relaciones. No existen naturalezas intrínsecas. No hay una manera fiable de decir lo que las cosas son en sí mismas. Sólo tenemos relaciones. No hay nada fuera del mundo relacional. El ejemplo de Rorty son los números:

"Los números son un ejemplo admirable de algo que es difícil de describir en un lenguaje esencialista. Para captar lo que digo, preguntemos cuál es la esencia del número 17: qué es en sí mismo, aparte de sus relaciones con otros números. Lo que se busca es una descripción de 17 que sea de diferente tipo que las siguientes descripciones: menor de 23, mayor de 8, la suma de 6 y 11, la raíz cuadrada de 289, el cuadrado de 4,123105, la diferencia entre 1.678.922 y 1.678.905. Lo molesto de todas estas descripciones es que ninguna parece llevarnos más cerca del número 17 que cualquiera de las otras. Igualmente molesto es que se podría ofrecer, obviamente, un número infinito de otras descripciones de 17, todas las cuales serían igualmente “accidentales” y “extrínsecas”. Ninguna de estas descripciones nos da la clave respecto de la diecisietetividad intrínseca del diecisete, es decir, del rasgo singular que hace de él el número que es" (Rorty, 1997: 51).

Vamos a presentar otro ejemplo que introduce el psicoanalista Antonio Godino Cabas (2) quien se detiene en la famosa fórmula de Einsten para postular lo que llama “primacía de las relaciones”.

"Para demostarlo, vayamos a un ejemplo, y, para ello, tomemos un concepto que, por su resonancia en psicoanálisis resulta de vital importancia: “el concepto de energía”. Para la física del siglo XVIII (e inicios del XIX), la energía es un dato primo. En otras palabras, la energía existe, es una fuerza evidente de la que nadie duda. Se trata, en esta formulación de una pueril ingenuidad puesto que la –pretendida- formulación científica no hace más que recoger un ideologema, un casi mítico presupuesto de la alquimia: la fuerza, el soplo, el alma, o –por internarnos aún más en la terminología medieval-, el ánima, el flogisto (…) Einsten ejecutaría el golpe mortal. La energía es una relación a partir de su fórmula e = m. C 2. Fórmula que leeremos: “la energía es el resultado del producto de una masa por la velocidad de la luz al cuadrado”… La energía no es un dato primo ni mucho menos. Tampoco se trata de un flogisto, puesto que ella, consiste en una relación. Y no acaba ahí la cosa. Particularmente si pensamos que la masa es a su vez una relación (la relación existente entre el peso y el volumen de un cuerpo) y que ella es a su vez el compuesto de otra relación. ¿Cómo ignorar que el peso es la relación que establece un cuerpo en el contexto de la ley de gravedad? ¿Cómo ignorar que --por otro lado-- el volumen es una relación en la que intervienen las tras dimensiones: largo, ancho, alto? (…) ¿No es acaso la velocidad una ecuación: distancia-tiempo? ¿No es a su vez la distancia la dimensión (también relacional) existente entre dos puntos en el espacio…En suma, todo nos indica que, fuera de una concepción relacional (relativista) no existe posibilidad alguna de comprender científicamente (claro), la realidad de los objetos que nos compete estudiar (Godino Cabas, 1980: 24).

Entonces, si seguimos este tipo de perspectiva filosófica (3) (no estamos obligados) la autoridad no es un dato primo, es algo que se construye.

3 - ¿Una cosa que es una x?

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