Sociologia de las organizaciones.
Emilia SalasTrabajo1 de Junio de 2016
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El estudio de las organizaciones en la nueva sociedad de la información
Antonio Lucas Marín
Profesor de Sociología
Universidad Complutense de Madrid
Durante la última década hemos asistido a cambios lo suficientemente
radicales como para hacernos pensar que estamos presenciando la aparición de
un nuevo tipo de sociedad, que podemos llamar sociedad de la información.
Este nuevo tipo de sociedad se caracteriza entre otras cosas por la importancia
que tiene en ella la existencia de organizaciones. Las organizaciones, que
empezaron a extenderse inusitadamente en el siglo XVIII, como consecuencia
del proceso de industrialización, primero como fábricas y después como
empresas, tienen ahora la forma de pura organización. Su estudio, iniciado a
principios del siglo XX, es uno de los grandes temas que hay que intensificar en
la actualidad en las ciencias sociales.
El propósito de este capítulo es ver el papel de las organizaciones en la nueva
sociedad de la información, para ello empezaremos haciendo una referencia a la
aparición reciente de este nuevo tipo de sociedad, que lógicamente no puede
entenderse con precisión más que en un proceso de evolución histórica iniciado
con la primera revolución industrial. Después veremos la necesidad de las
organizaciones en las nuevas sociedades y como se han ido transformando en
un objeto de estudio cada vez más relevante, y haremos una escueta referencia
a la importancia que ha tenido la aplicación del concepto de cultura a esta
forma de agruparse. Finalmente, se intentará ver lo importante que es la
comunicación en las organizaciones, como uno de sus elementos culturales
básicos, que nos lleva a la consideración de otros como la participación y la
integración, de más trascendencia en toda la sociedad.
0. La reciente aparición de un nuevo tipo de sociedad
Siguiendo el ritmo del proceso de modernización, desde las sociedades
industriales avanzadas hemos llegado a una situación actual diferente en los
países más desarrollados. Puede decirse que ha ido apareciendo e imponiéndose
un tipo de sociedad que se ha denominado de la información. Su nombre
procede de la relevancia que tienen en ella los procesos informativos, la
producción y el traslado de la información, que se han hecho cada vez más
importantes en la realidad económica y social. Esta nueva etapa de la evolución
de la sociedad se caracteriza por una extraordinaria valoración de la
innovación, alentada por el cambio tecnológico, que nos explica la reciente
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etapa de prosperidad que están experimentando los países más desarrollados,
con una especial valoración del conocimiento.
A finales del siglo XX, en la década de los noventa, la expresión “sociedad de la
información” empieza a ser de uso normal, también fuera de los ambientes
académicos. Incluso, recientemente se ha empezado a hablar con acierto de la
“sociedad informacional”, para insistir tanto en el carácter central que tiene la
creación y el manejo de información en las nuevas sociedades, como en su
capacidad generadora. El uso de la información es ahora un calificativo de toda
la sociedad. De la misma manera que en las sociedades industriales avanzadas,
en las que no sólo hay industrias sino que una parte dominante de las formas
de vivir son industriales (la comida, el vestido, la vivienda, la formación, el
estilo de vida en general… lo son), en las sociedades informacionales debe
considerarse que la información y el conocimiento están presentes en cualquier
sitio y tienen un carácter activo. Como indica Manuel Castells, el término
"informacional" nos viene a caracterizar “una forma específica de organización
social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la
información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y
el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas” (1997, p. 47).
Por tanto, puede decirse de manera rotunda e inequívoca que las sociedades
más avanzadas tienen en común una creciente valoración de la información.
Esto no es una moda, si no la consecuencia de la importancia cada vez mayor
de la gestión de la información para abordar de forma precisa multitud de
temas técnicos, económicos y sociales. En las sociedades modernas, tan
complejas, tanto la capacidad de poder acometer muchas dificultades técnicas
como algunos aspectos de la productividad económica o la eficacia en abordar la
solución de los problemas sociales, están unidos a la disposición, organización y
manejo de cantidades ingentes de información. La vieja idea de que la
información es poder se hace así realidad de una forma explícita.
Para estudiar la realidad de las nuevas sociedades informacionales es necesario
considerar la importancia que adquiere en ellas la innovación en los procesos
productivos y la aparición de un conjunto de nuevas tecnologías denominadas
de la información. Y merece la pena centrar la atención en ambos aspectos por
permitir unos comentarios muy ilustrativos de cara a la comprensión de las
nuevas situaciones.
Un informe monográfico sobre la innovación en la industria de Nicholas Valéry
ha mostrado que “la innovación se ha hecho la religión industrial de finales del
siglo XX” (1999, p. 5), de forma que en buena parte ha sustituido el lenguaje de
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la economía del bienestar de la post-guerra. A pesar del interés por estos
temas, insiste el mismo autor en que no es fácil saber cuando se está
exactamente ante procesos innovativos. Al intentar precisar en que consiste la
innovación se ha llevado a considerar que estamos ante temas tan diferentes
como: mejor producto, mejor proceso, materiales más baratos, mejor
distribución, y en general todo lo más conveniente aparece como innovación.
El concepto de innovación ha venido unido al de asumir riesgos y más
recientemente al de uso de nuevas tecnologías. En efecto, la introducción de
mejoras en los procesos productivos da lugar a incremento de productividad,
que de no alterarse la demanda podría producir a corto plazo un descenso de la
mano de obra empleada. Pero la experiencia muestra que la mejora y
abaratamiento de los bienes suele dar lugar a una expansión de la demanda,
que puede hacer más bien crecer el empleo. Los cambios tecnológicos son así los
que provocan la nueva situación, que se ha denominado de "destrucción
creativa", al dar lugar en segundo momento a una nueva creación de empleo
apoyándose en la ampliación de la demanda.
Desde el punto de vista teórico, desarrollando el planteamiento schumpeteriano
de la “destrucción creativa” a que da lugar siempre la introducción de las
nuevas tecnologías, sobre la base de los ciclos largos Kondratieff, que subyacen
en la evolución de la economía, se puede señalar que en la última década del
siglo XX es posible hablar del inicio de un nuevo ciclo, basado en las nuevas
tecnologías de la información. Por consiguiente se está ante la posibilidad de un
crecimiento del empleo y de la riqueza. Es el quinto gran ciclo desde el inicio de
la Primera Revolución Industrial, como podemos ver en el Cuadro 1:
Aceleración de los ciclos de innovación, donde se nos muestran las diferentes
tecnologías que han actuado como motores del cambio en cada uno de los
anteriores ciclos: la energía hidráulica, la industria textil y la del hierro en la
primera; la máquina de vapor, el ferrocarril y el acero en la segunda; la
electricidad, la industria química y los motores de combustión interna en la
tercera; la electrónica, la aviación y la petroquímica en la cuarta; y las redes de
comunicación, el software y los nuevos medios en la quinta.
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Cuadro 1: ACELERACIÓN DE LOS CICLOS DE INNOVACIÓN
Estos ciclos se han ido acortando, debido a la aceleración del cambio social, de
manera que si el primer ciclo iniciado al final del siglo XVIII duró unos sesenta
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