Tragicomedia Mexicana I
Yuuki D. HyugaTarea28 de Octubre de 2016
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Ramírez Morales, Citlali Abigail
Tragicomedia Mexicana I
El primer tomo de tres de una “tragedia cómica mexicana”, ¿creerle o no? A juicio personal, es una narración de los acontecimientos tan entretenida, que el lector no se fastidia en la lectura, sino al contrario, ¿por qué? Porque no le resulta complicada, no contiene términos que desconozca; incluso el menos habilidoso en leer, el texto es mucho muy comprensible además de que lo maneja en un tono un tanto malicioso o sarcástico que, a fin de cuentas, la hace menos pesada, logrando que al lector no le pese llegar al final del librito. Está muy bien narrada desde el inicio hasta el término de la obra, esto respecto a los signos de puntuación y del orden cronológico de los hechos pues, más importantes que acontecieron a México desde el gobierno de Lázaro Cárdenas en 1940.
La obra, como ya se mencionó anteriormente, comienza con el término de la administración de Lázaro Cárdenas (1934-1940), pasando por las administraciones que le siguen: Manuel Ávila Camacho (1940-1946); Miguel Alemán (1946-1952); Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958); Adolfo López Mateos (1958-1964); y terminando con Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970). Esto, José Agustín lo hace con el propósito de decirle al lector de un modo crítico pero al mismo tiempo irónico, mordaz, los hechos más relevantes de nuestra historia contemporánea, el porqué vivimos como vivimos, porqué la delincuencia, la corrupción, las marchas campesinas, obreras, estudiantiles, etcétera (que no son nada nuevas) desde el punto de vista político, pues lo que el autor narra es prácticamente desde que el PRM (ahora PRI) gobernó México.
En un pensamiento oportuno, el acceso de la iniciativa privada (que inició con Ávila Camacho) en nuestro país fue muy necesario, pues anteriormente, en el gobierno de Lázaro Cárdenas no se destinaron casi nada de fondos para invertir en medios de producción que hicieran más eficaz el trabajo de los campesinos y los obreros, y que avanzaran en ciencia y tecnología, no pudo hacerlo; lo que ocurrió es que Cárdenas sólo se centró en construir ciudades, pueblos, comunidades, calles y carreteras, si bien creo varias instituciones que hoy son muy importantes como el IPN, el INAH o el Colegio de México, y además, muy trascendente, de haber expropiado Petróleos Mexicanos, aun así no fue suficiente, pues los empresarios le daban la espalda y hacían todo lo posible para crear inestabilidad al país cerrándole muchas puertas que impulsaría económicamente al país.
Ahora, lo que sucedió desde el inicio de Ávila Camacho como presidente del país, fue que él dio el auge a la iniciativa privada y al capital internacional, destruyendo mucho de lo que Cárdenas había logrado como quitarles sus tierras a los campesinos cediéndoselas a la iniciativa privada, siendo las consecuencias que en el país comenzaron a verse muchos más autos gringos y la apertura del cine hollywoodense en México, así como la gran miseria que reinaba en el campo al igual que en las ciudades, lo que propició que se produjeran diversas manifestaciones, a las cuales Camacho reprimía con el uso de la fuerza militar.
En este momento lo que destaca también son los artistas mexicanos del cine: “El Indio” Fernández, María Félix, Pedro Armendáriz, Jorge Negrete, Dolores del Río y “Cantinflas”; la música popular: Agustín Lara, Lucha Reyes y el gran Cri Cri o Gavilondo Soler; la pintura (con los muralistas) y la literatura con Octavio Paz y José Revueltas. Hubo un momento de esplendor de las artes mientras la miseria se comía a los obreros, (¡qué gran contradicción hubo desde entonces!).
Las administraciones que les siguieron lo único que lograron fue terminar de sepultar los logros que había dejado la Revolución Mexicana: se suprimió totalmente la educación socialista, se expropiaron las tierras de los campesinos para cederlas al capital privado, la riqueza que originalmente era para construir infraestructura para el pueblo y para cubrir todas las necesidades básicas de la población, empezó a concentrarse cada vez más y más en pocas manos, transformándose la presidencia como un objetivo para enriquecerse a sí mismo y a los “amigos”, para viajar y para tener lo que un hombre retorcido y absorbido por el puro interés desea.
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