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Cirue Du Soleil


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2014  •  2.087 Palabras (9 Páginas)  •  235 Visitas

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Prefacio

Por Guy Laliberté, fundador y Consejero Delegado

La magia no es sólo un intenso tour de las operaciones y

actividades del Cirque du Soleil. Es ante todo un encuentro

íntimo con sus colaboradores, que viven cada día de

forma creativa. Y aunque cuenta la historia del viaje de

autodescubrimiento de un hombre, La magia revela una

variedad de maneras sencillas que cualquiera puede utilizar

para ser más creativo, ver posibilidades más amplias y

crear su propia visión del futuro.

Con más de 3.000 empleados trabajando a tiempo

completo, artistas, artesanos, técnicos y gerentes en gira alrededor

del mundo, sería prácticamente imposible señalar

los méritos de todas y cada una de las contribuciones creativas

individuales. Por consiguiente, muchos de los personajes

singulares que aparecen en este libro son un mosaico

de los generosos, apasionados y talentosos hombres y mujeres

que han compartido la experiencia del Cirque du Soleil.

Sus historias, sin embargo, son reales. De sus grandes

expectativas y «sueños espléndidos» han surgido productos

creativos. Han aprendido a no ofrecer resistencia a sus

sentidos, confiar en sus instintos, asumir riesgos y enfrentarse

a los desafíos en un ambiente artístico y enriquecedor.

Trabajan tanto solos como en equipo, aprendiendo a

conectar con la gente y a llegar a ella de nuevas maneras,

9

La magia 7/7/06 09:52 Página 9esforzándose siempre en reinventarse a sí mismos. Y aspiran

a recompensar al mundo en el interminable proceso de

cambio, intercambio y renovación. Son catalizadores.

A partir de una chispa insignificante puede surgir una

gran hoguera…

10

LA MAGIA

La magia 7/7/06 09:52 Página 101

Cruzando las puertas blancas

Cuando no tienes idea

de lo que andas buscando...

Si alguien me pregunta cuándo empezó mi extraordinario

viaje, le digo que sucedió entre la primera y la séptima puerta.

Al menos allí fue donde me descubrí después de dejar

atrás la algarabía del casino, con sus parpadeantes luces, el

sonido de los dados y la excitación que había por doquier.

Por más que me fascinara la tierra de la suerte, necesitaba

dar a mis sentidos un breve respiro del giro de las ruedas de

la fortuna.

Estaba buscando algo, aunque no sabía exactamente

qué. Iba en busca de algo extraordinario. Algo más allá del

mundanal ambiente del marketing y del dinero que me había

llevado en primer lugar hasta Las Vegas. Más allá de la

rutina que se había instalado en mi vida. Pero, por supuesto,

cuando no tienes idea de lo que andas buscando, es muy

difícil encontrarlo.

Cuando estaba a punto de refugiarme en la habitación

de mi hotel para gozar de unos momentos de tranquilidad,

vi a dos hombres vestidos de negro alejándose de las máquinas

tragaperras y dirigiéndose hacia una parte más tranqui-

11

La magia 7/7/06 09:52 Página 11la del casino. Los seguí casi en un estado de ensueño. Desaparecieron

por una puerta blanca, quizá la única del casino

que no anunciaba lo que había detrás de ella. Intrigado, la

empujé y al abrirse, me condujo a un silencioso pasillo de

color blanco inmaculado, iluminado con tanta maestría que

casi parecía irradiar energía. A pocos metros vi otra puerta,

tan prístina y atractiva como la primera. También la abrí,

aunque esta vez con más tiento, porque podía decir que había

abierto una puerta por error, pero la segunda ya hubiera

parecido una indiscreción más seria.

Detrás de la segunda puerta había una tercera. ¿Quiénes

eran esos hombres y adónde iban? ¿Y qué haría yo cuando

me los encontrara? ¿En qué clase de aventura de Alicia-enel-País-de-las-Maravillas-cayendo-por-el-agujero-del-conejo

me estaba metiendo? Al atravesar la siguiente puerta, advertí

una cámara de seguridad colgando del techo y la mesa del

personal de seguridad a la izquierda, y sentí que se me tensaban

los hombros. ¿Qué era lo que estaban intentando

proteger? Como no se veía un alma, seguí adelante. Al llegar

a la sexta puerta, ya había aceptado que no tenía idea de

adónde me estaba llevando aquel pasillo, pero tenía la inconfundible

sensación de que a

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