La consecuencia de los PAE en Costa Rica
NORMONGE1976Ensayo7 de Marzo de 2020
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Las consecuencias de los PAE en costa Rica
En la década de los años 70´s, Costa Rica enfrentaba una crisis financiera y poseía una economía nacionalizada. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, buscan dinamizar las economías regionales a partir de programas de ajuste estructural, conocidos como PAE, con el fin de incorporar a las economías al mercado globalizado.
Dentro de estas reformas que deben realizar los Estados están:
- Liberación de la banca nacionalizada.
- Reformas en aranceles aduaneros para las importaciones y exportaciones.
- Bajar los aranceles de bienes de capital.
- Efectuar una reforma de Estado que le permita sanear el aparato financiero del país.
- Estimular la economía a través de la eliminación de subsidios y el proteccionismo.
- Incentivar las exportaciones de productos no tradicionales.
- Eliminar los subsidios del Consejo Nacional de la Producción.
- El Estado debe promover la movilidad laboral en sus instituciones.
- Se asume una política económica liberal.
- El Estado se debilitó como empresario impulsor de la economía.
El cambio en el papel del Estado.
El gobierno costarricense, pasó de ser un Estado paternalista, a ser un agente del desarrollo. Dentro de algunos cambios que podemos mencionar, tenemos la venta de activos del Estado como lo fueron Fertilizantes de Centroamérica, La Central Azucarera del Tempisque, Cementos del Pacífico, Aluminios Nacionales.
El Estado deja de lado su papel como impulsor de la economía y como el principal empleador, pierde protagonismo y se encamina al mercado liberal, dejando de lado los subsidios a los granos básicos y el proteccionismo a las empresas nacionales, abriendo mercados y bajando los aranceles aduaneros a las importaciones y exportaciones, pasando los aranceles de un 70% a un 40%, los que en la teoría beneficiaba al consumidor.
Cambios socioeconómicos.
El cambio más notorio fue el fortalecimiento de la actividad exportadora de productos no tradicionales, como industriales, agrícolas, maquila y de producción en zonas francas.
Anteriormente se exportaba únicamente productos tradicionales como el café, banano, azúcar y carne. Con los programas de ajuste estructural se empezaron a exportar productos agrícolas, como piña, yuca, plantas y flores, así como productos terminados.
Antes de la reforma se exportaba predominantemente en Centro América, posteriormente se empezó a exportar a Estados Unidos y Europa y así lo reflejan los siguientes datos.
También los años ochenta son testigo de una modificación en el destino de las exportaciones, especialmente de origen manufacturero. El mercado principal, Centroamérica, pierde relevancia y se ve reemplazado por los Estados Unidos y Europa. El mercado exportador sufre un vuelco que puede verse en los datos siguientes: en 1984 el 73,9% de los productos industriales se exportaba a Centroamérica, mientras que en 1989 sólo lo hace el 34,8%. Los Estados Unidos pasan de representar el 15% del mercado exportador de bienes manufacturados del país en 1984 a un 34,7% cinco años más tarde. Europa, en estas mismas fechas aumenta su importancia relativa del 1,5% al 3,9% en lo referente a este tipo de productos.
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Además se dio la apertura a la banca privada, recordemos que en 1948, el Estado costarricense había nacionalizado los bancos, por lo que todo el aparato bancario corría por cuenta del gobierno. Sin embargo con los programas de ajuste estructural, se da la apertura bancaria, dentro de los bancos que se incorporaron al sistema financiero están: Interfín, Banex, BCT, Cooperativo de San José de Fomento Agrícola, entre otros. Estos bancos permiten un crecimiento en la cartera crediticia de estas instituciones logra un aumento sostenido que le permite pasar de representar el 2% de la cartera del Sistema Bancario Nacional, en 1980, al 22% en 1988.
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Pero el significado de la actividad bancaria privada no es sólo económico, sino que también incumbe a lo social. En efecto, ya hacia 1988 podía señalarse como distintiva del sector la configuración de una cúpula bancaria compuesta por los siete bancos particulares más fuertes. Estos bancos manejaban ese año el 87 % de los activos de la banca privada. Además, colocaban alrededor del 70% de la cartera crediticia de la banca privada y recibieron el 90% de los recursos otorgados por el AID en sus líneas especiales de crédito.
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Los cambios económicos-sociales.
El empleo se incrementó con la creación de 173,000 nuevas plazas, de las cuales el 86% (149,000) tuvieron lugar en el sector privado y 23,000 de ellas en las exportaciones no-tradicionales. Sin embargo, el sector que generó más fuentes de trabajo fue el de no-comerciables o sea el de bienes y servicios no exportables como comercio, transporte, servicios financieros, seguridad y otros servicios a las empresas así como servicios comunales.
Este sector aumentó la participación relativa en el empleo total del sector privado en un 44% en 1987 y en un 50% en 1993. Le siguió en importancia el de exportaciones no-tradicionales que, por lo demás, como se mencionó, se caracteriza porque sus remuneraciones son menores que en el resto del sector privado, lo cual, puede pensarse, estaría facilitando ganancias extraordinarias. Otro rasgo característico de la sociedad costarricense ha sido la informalidad laboral que viven amplios grupos de población y que se incrementó durante la crisis de inicios de los años ochenta.
En los años del ajuste estructural, aunque es cierto que no se ha logrado revertir este proceso, al menos se logró detenerlo a la altura de 1993. La inserción laboral de la mujer crece sustancialmente durante la época, en especial en las zonas rurales y este es quizás una de los rasgos más notorios del período en lo que respecta a cambios en el mercado laboral. El empleo juvenil decrece y en general aumenta el nivel de escolaridad de la fuerza de trabajo.
Cambio en la estructura de clases
En diversos círculos políticos, académicos, periodísticos se ha arraigado la idea de que la clase media costarricense está desapareciendo como resultado de las políticas de ajuste estructural.
Sin embargo, los resultados con que se cuenta no parecen sustentar tal hipótesis. Pareciera, más bien, que los cambios en el Estado y en la vida socio-económica, no van a acompañados, por el momento, de cambios profundos en la estructura de clases del país, lo cual no excluye que existan tendencias que deban observarse en un período más largo.
Esta afirmación no debe sorprender puesto que la estructura de clases tiene un ritmo de transformación más lento que el de la economía o el Estado.
Lo primero que debe afirmarse y que se había evidenciado para el período anterior al del ajuste estructural, es que la sociedad costarricense se caracteriza por una estructura de clases desigual a pesar del importante incremento de la clase media a lo largo de la segunda mitad del siglo.
La preponderancia de la clase baja en la pirámide social, con una presencia del 72,1% en 1987 y un 65,8% en 1995, permite considerar que Costa Rica no es un país de clase media.
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Según los datos, la clase baja, presentó una disminución en la época en la que fueron aplicados los PAE en el país.
Ahora bien, la clase media compuesta por profesionales, técnicos, trabajadores de cuello blanco, así como medianos y pequeños empresarios, pero también comerciantes, que se había expandido sustancialmente ya en el período anterior al ajuste, continúa creciendo, como grupo ocupacional, en la época del cambio estructural.
Su presencia cuantitativa aumentó en 5,2 puntos porcentuales entre 1987 y 1995 y pasó de representar el 24,5% al 29,7% de la población ocupada. Este crecimiento de la clase media va aparejado de un descenso en el tamaño de la clase baja, que responde principalmente a una reducción en las ocupaciones agrícolas.
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Si bien el peso de las clases sociales en el conjunto de la jerarquía social no sufre variaciones drásticas durante el período, sí hay rasgos que evidencian un lento proceso de transformación, que habría que observar en un tiempo más extenso, que atañe particularmente a la clase media.
Este proceso no puede verse al margen de los cambios en el modelo de desarrollo y de las incertidumbres que genera, los cuales en buena medida podrían explicar la inclinación de este sector social a suscribir la idea de su desaparición. Primeramente, hay que señalar el hecho, mencionado anteriormente, de que el Estado ha ido perdiendo significado como empleador, en especial para el conjunto de esta clase.
Esto constituye un viraje para la clase media alta cuyo grupo principal -los profesionales y técnicos- habían sido mayoritariamente empleados por los aparatos estatales.
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