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Políticas Educativas De Equidad E Igualdad De Oportunidades


Enviado por   •  28 de Agosto de 2013  •  2.422 Palabras (10 Páginas)  •  457 Visitas

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III Seminario para Altos Directivos de las Administraciones Educativas de los países Iberoamericanos

La Habana, junio 1999

I. Globalización, pobreza y desempleo

Nuestro mundo está cada vez más interrelacionado, las personas y las mercancías se trasladan con mayor facilidad, la información circula con mayor rapidez y en múltiples direcciones. Acontecimientos de índole diversa y en cualquier parte del mundo pueden repercutir en los lugares más alejados. Se ha ingresado a la denominada era de la globalización.

Hay coincidencia en concebir a la globalización como un proceso vertiginoso de cambios que afectan las relaciones entre países como integrantes de una sociedad global y que su vigencia y expansión se expresa en tres dimensiones complementarias: una económica (mundialización del mercado de capitales, de 1a organización del trabajo y de las denominadas industrias de la inteligencia); una cultural (influida por los efectos del computador y avances insospechados en las comunicaciones) y una geopolítica (un nuevo balance del poder político en la esfera internacional, debilitamiento de los Estados nacionales y replanteamiento de la noción clásica de “soberanía nacional”). Lo económico es determinante en este proceso; al extremo de que algunos consideran a la globalización como “la parte económica del proceso de universalización y mundialización de la vida” (2).

La globalización, sin embargo, constituye un proceso disparejo y hasta contradictorio. Así, se advierte que la globalización económica implica una globalización cultural, predominando en ésta la universalización de formas de vida de los Estados Unidos de América, principal polo dominante en el mundo de hoy; dichas formas de vida están asociadas en gran medida al predominio de la tecnología. A pesar de esta influencia en materia de información y cultura, hay expresiones claras de que los nacionalismos resurgen de modo vigoroso hasta ser causa de conflictos armados. En lo geopolítico la vieja idea de “seguridad nacional” sigue dominando la política militar en cada país, el réquiem por el Estado nación sigue siendo considerado como algo prematuro (PNUD, 1998).

Fernando Henrique Cardoso, Presidente del Brasil, enfatiza la directa relación de los efectos de la globalización con la gobernabilidad en nuestros países: “Lo principal es que, efectivamente, al mismo tiempo que existe este proceso de globalización, no existe un proceso simultáneo en el plano político, de reglas legitimadoras e implementadoras de las decisiones en el ámbito mundial. Hay un déficit en la capacidad política de control sobre las decisiones que afectan la humanidad, que sea correspondiente a la globalización del sistema productivo. Este es un problema que tiene que ver con la gobernabilidad, con la renovación del pensamiento democrático que obliga a una reflexión que, en lo que respecta a la gobernabilidad, ya no puede restringirse únicamente al nivel nacional”.

Sin embargo de la complejidad de este fenómeno, la visión predominante con la que se suele presentar a la globalización en nuestra región es que se trata de un fenómeno inédito, imposible de ignorar por su fuerza incontenible y que el mundo está destinado a ser regido por un único gran mercado bajo el comando de actores transnacionales: las mega corporaciones y los mercados financieros globalizados. En consecuencia, serían estos mercados globales los que adoptarían las decisiones fuera de los espacios nacionales.

La globalización sería el resultado deseado del progreso científico y del liberalismo económico y se identifica, por tanto, con el progreso. Todo lo que favorece a la globalización debiera alentarse y todo lo que se le opone debiera combatirse. Se admite en estos sectores de opinión, que puede ser cierto que a veces la globalización produce desequilibrios, pero - se arguye a la vez - la economía dejada al libre arbitrio del mercado, encontrará por sí misma la situación de equilibrio más adecuada.

Este enfoque fundamentalista ha influido con gran eficacia en las estrategias y opciones económicas desarrolladas en buen número de países latinoamericanos. Se puede señalar que en ninguna otra región del mundo ha tenido tal impacto dicha forma de concebir la globalización. En la práctica, tal interpretación impediría toda capacidad nacional de decidir sobre su propio destino y representa una opción de modernidad asociada estrechamente al denominado “neoliberalismo”.

La tesis que comparten los rectores y propulsores de dicho modelo como única salida a las intermitentes crisis que han asolado a los países de nuestra región, es que la presencia del Estado ha sido exagerada y escasa la del mercado, tanto en el plano interno nacional como en el de las relaciones internacionales. Era, entonces, indispensable incrementar el papel de la competencia y competitividad así como reducir el papel reservado a las burocracias. Sus propuestas atacan directamente anteriores convicciones de que la eficiencia económica y la justicia social no solamente son compatibles, sino también condiciones mutuamente necesarias. De allí que se hayan convertido en lugar común en nuestros países la privatización y la desregulación y que el mercado se haya transformado, muchas veces, de instrumento en dogma intocado.

Las contradicciones del modelo en América Latina : avances macroeconómicos e impactos en materia de pobreza y desempleo

En 1997 América Latina y el Caribe lograron un crecimiento del 5%, superando marcadamente la tasa del 3,6% del año anterior, según estadísticas del BID. Este crecimiento económico regional llegó a ser equiparado con el alcanzado en 1994, el más elevado desde antes de la crisis de la deuda externa de los años 80. La inflación promedio bajó a un 12% con una tasa media de 9,5%, el nivel más bajo en décadas y un evidente contraste con las anteriores tasas regionales superiores al 100%. Dicho crecimiento representaría que en 1997 el ingreso per cápita aumentó en un 3%. Chile, México y Perú y algunas de las economías más pequeñas tuvieron tasas de crecimiento superiores al 6%. Brasil, país de especial gravitación en la región, con un 4% de crecimiento de su economía presentaba claras muestras de mejoría respecto a años anteriores. Dicho informe regional señalaba, asimismo, que la situación fiscal había mejorado considerablemente en la región; la mayoría de países tienen déficits fiscales inferiores al 3% del PIB, correspondiendo así a las condiciones de disciplina fiscal fijadas por la Unión

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