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El aislamiento internacional de Sudáfrica y sus efectos sobre la independencia de Namibia

Por Cuadrivio | julio 24, 2011 0 Comentarios

La independencia de Namibia en 1990 significó el fin de uno de los regímenes coloniales más violentos y degradantes de la historia: tras más de setenta años de dominar África del Sur, el apartheid se disolvió en la larga guerra independentista. César B. Martínez nos cuenta en este ensayo cómo fue que la batalla en la arena internacional inclinó la balanza a favor de los grupos rebeldes de un modo decisivo para el fin del dominio colonial en la región.

El Apartheid en crisis, 1960-1980

César B. Martínez Álvarez

Namibia, la última colonia en África del Sur, logró su independencia de la República Sudafricana en 1990, después de una larga lucha en foros diplomáticos, organizaciones internacionales y en el campo de batalla; se trató de un movimiento que, por desarrollarse de forma paralela a las contiendas de liberación de los pueblos sudafricano o angoleño, dos de los momentos más álgidos en la historia de la descolonización, ha carecido de la misma notoriedad.

No obstante, representó una de las guerras más sangrientas y devastadoras de África, que terminó con más de 70 años de un dominio colonial silencioso y agónico. Desde el comienzo, los contendientes tuvieron fuerzas muy desiguales, pues la SWAPO (South West Africa People’s Organization, que fue el principal grupo namibio independentista y el partido político en el poder desde hace más de dos décadas) no era más que un conjunto aislado de guerrilleros, mientras que el régimen del Apartheid sudafricano era el más consolidado, estable y poderoso del continente.

El gobierno de Pretoria se rehusó, durante medio siglo, a conceder la autonomía a África del Sudoeste (nombre oficial de Namibia durante el periodo colonial y hasta 1968); los líderes políticos del Apartheid estuvieron dispuestos a desplegar todos los medios a su disposición, incluso los militares, para mantener la posesión del territorio. Sería el efecto de factores externos al conflicto el elemento que inclinaría la balanza a favor de los rebeldes.

El argumento de este ensayo es que la independencia de Namibia fue posible, en buena medida, gracias a la crisis en las relaciones internacionales de la República Sudafricana entre 1960 y 1975. Las dificultades del Apartheid se manifestaron en dos ámbitos: el multilateral (que propició un aislamiento de Pretoria en las organizaciones mundiales y las capitales de Europa y América del Norte, debido a la ocupación ilegal de África del Sudoeste y el rechazo a la política de segregación racial) y el regional (que resultó de la descomposición de los regímenes de minoría blanca en los países vecinos y del auge del «panafricanismo militante» entre los Estados independientes del continente).

Es decir, las condiciones normativas internacionales y el entorno estratégico regional coincidieron con las demandas de los movimientos independentistas namibios; este contexto externo, que actuó como un elemento de presión al régimen de Pretoria, sólo tenía como objetivo parcial la independencia de la colonia, pues la demanda principal de la comunidad internacional se relacionaba con la abrogación de las leyes que constituían el Apartheid. No obstante, fue un elemento crucial en la decisión final de aceptar la independencia de Namibia.

texto para no leerse

I.

El caso de la independencia de Namibia muestra los efectos de cambios en el sistema internacional en las opciones y límites para las políticas estatales; el régimen sudafricano enfrentó tanto al rechazo normativo en el ámbito mundial (lo que fue evidente en organizaciones internacionales), como la hostilidad política y militar en el continente africano. A pesar de la relevancia de estos factores, cabe señalar que representan sólo una parte de la ecuación que finalizó con la autonomía y liberación de la última colonia en África; es decir, se trata de variables necesarias -mas no suficientes- para explicar el fenómeno de la independencia de Namibia.

Martha Finnemore analiza cómo las normas morales pueden representar variables sistémicas que afectan los estándares de acción aceptables de parte de organizaciones estatales o movimientos sociales[1]. Para la autora, los criterios humanitarios o éticos modelan los intereses de los actores, en tanto que esos intereses dan forma a la acción política. Sin embargo, resulta importante señalar que las consideraciones normativas sólo crean condiciones permisivas para la actividad estatal, pero no la determinan, pues siempre entran en juego otros intereses: orden político, económico o estratégico. A pesar de ello, son un elemento crucial.

Esta lógica puede aplicarse al caso del aislamiento internacional de la República Sudafricana. El entorno normativo internacional de la década de 1960 elogiaba y defendía los movimientos anticolonialistas, la autodeterminación de los pueblos y las luchas independentistas (destacan, por ejemplo, la Resolución 1514 de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre la concesión de independencia a los países y pueblos coloniales de 1960, así como el auge del movimiento de los no alineados a partir d 1954).

Al mismo tiempo, en los años siguientes, los derechos humanos comenzaron a adquirir vigor en la retórica de las potencias occidentales, particularmente durante la presidencia de James Carter en Estados Unidos (1977-1981). Es decir, la subyugación colonial de un pueblo y la aplicación de leyes de segregación racial, que databan en Namibia por lo menos durante las primeras décadas del siglo XX, comenzaron a hacerse cada vez menos tolerables para la comunidad internacional, debido a las transformaciones en el contexto normativo. A ello se debe que la posesión de África del Sudoeste se hiciera más onerosa para el régimen de Pretoria en términos políticos frente a la presión de las organizaciones internacionales y de países prioritarios para Sudáfrica, como Reino Unido, Estados Unidos o Suecia.

Las transformaciones en el entorno normativo internacional se sumaron a cambios geopolíticos en África, que incrementaron aún más el costo de mantener la colonia. Peter Gourevitch argumenta que las exigencias estratégicas del sistema internacional limitan, en buena medida, las opciones de política interna de un Estado, además de los efectos que tiene en su estrategia diplomática[2]. Como se verá más adelante, la independencia de un buen número de posesiones coloniales y el establecimiento de regímenes hostiles a Sudáfrica representó un incremento en la amenaza a Pretoria, que ahora enfrentaba un vecindario visiblemente más conflictivo que en las décadas anteriores. Buena parte del rechazo de los nuevos Estados africanos surgía de la posesión de Namibia, por lo que la aplicación de las leyes que habían regido a la colonia por años sólo incrementaba la tensión entre la República Sudafricana y sus vecinos.

De esta manera, los cambios sistémicos tienen efectos en el rango de opciones de política interna disponibles a los Estados. Como se ha podido notar, estas transformaciones pueden abarcar elementos normativos (auge del movimiento de descolonización y surgimiento de los derechos humanos) y geopolíticos (desmantelamiento de los regímenes dominados por las minorías blancas en el sur de África). A pesar de esto, es importante recalcar que sus efectos no son automáticos ni definitivos. Se trata, como se mencionó líneas arriba, de condiciones para la acción de Estados y movimientos sociales, mas no de causas únicas.

Ahora corresponde analizar cómo la ocupación colonial de África del Sudoeste, las leyes del Apartheid y el surgimiento del africanismo militante contribuyeron al aislamiento internacional de la República Sudafricana; finalmente, se verá cómo esta crisis del régimen de Pretoria contribuyó a la consumación de la independencia de Namibia.

1

II. Antecedentes de la ocupación sudafricana de Namibia: aspectos legales y políticos

Durante la Primera Guerra Mundial, la Unión Sudafricana apoyó a los aliados contra los Imperios Centrales y ocupó Windhoek, la capital de África Alemana del Sudoeste, el 12 de mayo de 1915[3]. En la Conferencia de Paz de París se decidió que el mandato sobre la colonia se concedería a la Unión, la cual inició su administración el 1 de enero de 1920[4]. Se esperaba que en virtud del mandato sudafricano el pueblo de África del Sudoeste alcanzara el bienestar y la preparación necesaria para ejercer el autogobierno[5]; la realidad fue que sólo se agudizaron los problemas de la administración alemana, es decir, la usurpación de tierras, la segregación racial y la explotación laboral[6].

Debido a la emigración de granjeros blancos afrikáners, la población blanca del territorio se duplicó de 1919 a1926, apesar del regreso de 6 mil alemanes a Europa[7]. Los colonos obtuvieron apoyo desde Pretoria para construir canales de riego, presas, viviendas y empresas. La otra parte de la política sudafricana en el mandato de África del Sudoeste fue la reclusión de los grupos étnicos indígenas en reservas, que eran lugares áridos, alejados de la costa y aislados; estas zonas servían también como dormitorio para los negros que trabajaban en negocios, minas, ferrocarriles y granjas de propietarios blancos[8].

El caso de África del Sudoeste no fue el único intento de

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