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Decolonialidad en la pedagogía precolombina.

cafebraheDocumentos de Investigación3 de Junio de 2016

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Universidad Pedagógica Nacional

Énfasis: Estudios Culturales I

Carlos Felipe Bravo

Proyecto Educativo Comunitario (PEC): Un acercamiento a la Pedagogía Decolonial a través del Proyecto Educativo Guambiano (PEG) en Silvia, Cauca.

Introducción

Este documento representa un estado del arte, resultado de la síntesis conceptual que abordan los marcos teóricos de algunos autores en torno a la temática de la Educación Comuniaria y la Pedagogía Decolonial en Latinoamérica. Se revisan distintas teorías que den cuenta del proceso histórico y cultural que han venido representando los pueblos indígenas latinoaméricanos, desde su surgimiento, su permanencia en el tiempo y los cambios que han venido apareciendo, transmormando las metodologías y estructuras educativas que definen en esencia la emancipación de un paradigma colonialista para contraponerse a las formas imperantes de la sociedad hispánica. Se relacionan a este marco teóricor eferentes vividos en el municipio de Silvia, a través de una experiencia de inmersión en la comunidad guambiana Misak, con el fin de confirmar y entender las propuestas pedagógicas y socio-culturales que definen las dinámicas de la decolonialidad.

Abordaremos postulados académicos que den cuenta del paradigma alternativo a la Colonialidad y qué propuestas han venido surgiendo en torno a la decolonización del poder, del ser y del saber en el campo de la pedagogía en latinoamérica, para así apuntar a una comparación más elaborada en la que podamos relacionar la experiencia in sito con las teorías revisadas y, finalmente, descubrir si el modelo guambiano se articula a las dinámicas de las pedgogías decoloniales, qué implicaciones tiene y qué aportes trae para la sociedad.

Fundamentos de la educación comunitaria

La educación desde una perpectiva comunitaria se vincula a las necesidades cognoscitivas y de transformación social del sujeto-pueblo. Este proceso conduce a un encuentro permanente con lo “otro” que la escuela formal no presenta y que el hombre-pueblo rescata ante la necesidad de actuar en la sociedad.

La vida se constituye en el escenario para aprender a resolver, en el cada día, la diversidad de dificultades que se presentan. La experiencia de lo colectivo es vínculo intersubjetivo que se transforma en fuerza para pensar la realidad. Apoyados en esta proposición, se debe acudir a Freire cuando afirma que la esperanza: “... es una necesidad ontológica”; para lo cual es indispensable volver al concepto de ser social, reflexionar sobre una visión ontológica del concepto de “ser en sí” y “ser para qué”; esto deberá explicar la relación del ser con la realidad.

En este orden de ideas, dicho planteamiento sigue siendo válido en una sociedad como la del presente, marcada por los mecanismos de dominación, la razón instrumental expresada a través de la ingeniería y las formas de sistematizar todo lo social, la cultura transformada en códigos representativos del universo de la violencia simbólica y el desarrollo de la agresión desde el espacio. Todas estas estrategias de la globalización de la economía de mercado, que llenan de desesperanza las perspectivas de desarrollo del hombre sobre la tierra. Para Freire: “(...) la desesperanza es esperanza que perdiendo su dirección se convierte en distorsión de la necesidad ontológica” (1993: 1) y los seres devienen en “seres inconclusos”, en productos de la enajenación cultural, para los cuales la esperanza posible es el reencuentro con su propia interioridad. Entonces son seres “inconclusos” tanto los opresores como los oprimidos, pues han perdido igualmente su autenticidad. La misión de la ontología es ir descubriendo el mundo poco a poco para captar cuál es la realidad. En el caso de la pedagogía, el proceso de educar tiene que ser una expresión de la autonomía, púes así se tendría acceso al mundo como una totalidad de pensamiento que puede explicar el desarrollo histórico. Así, la realidad se da como aprendizaje en el interior de cada sujeto-social, éste vive su propia experiencia y despliega una forma de conocer en su permanente interrelación cultural. Según esto cada quien se educaría de acuerdo con su conciencia, en un mundo que se abre en un sentido vivencial. De allí que, la respuesta pedagógica-comunitaria es esperanza porque, como lo establece el autor, deberá conducir a la dialectización de la conciencia- mundo. Desde el punto de vista ontológico, hay que resolver el obstáculo que impide el desarrollo de un episteme que vincule a la pedagogía con el conocimiento social-comunitario. Este intento ontológico debe reconocer el carácter transformativo del sujeto que se concientiza en su vinculación con la realidad.

En este sentido, la comprensión de una educación comunitaria radica en la pertinencia que esta tenga sobre cómo se reproduce la cultura y sus patrones en el sujeto-pueblo. Todo relacionado con qué paradigmas sociales y culturales se están reproduciendo. Si aquellos que obedecen a las necesidades utópicas de un sistema que propende a la individualización del sujeto en un ambiente competitivo, o a las necesidades de un sistema que asuma la situación y el entorno social real, es decir, las necesidades reales que vive una comunidad y por las cuales vale la pena apostar un proceso de construcción de conocimiento que favorezca las dinámicas comunitarias, esto es, favorecer a un grupo entendiéndolo como una estructura más solida y compuesta en la que todos son representación de uno, y como tal encaminan beneficios, aprendizajes y propuestas que aporten en el proyecto de conciencia-mundo. Entonces se habla de un modelo que supone esperanza, comunión de los saberes, poderes y formas de ser en la sociedad, a favor de las oportunidades de y para todos.

Por ende, la esperanza pedagógica al transformarse en discurso liberador, debe tomar en cuenta el espacio histórico y la práctica social que en éste se desarrolla, pues, el ser social no existe si no es a través de su acción consciente en el qué hacer de su comunidad y las prácticas en las que él y su comunidad están inscritas. Es por eso que el discurso pedagógico al hacerse posibilidad liberadora, pone al hombre en contacto con el mundo, así la relación con lo real se convierte en fundamento para conocer investigando y al develarse lo aparente, el conocimiento recobra su base epistemológica. Por esto Freire plantea que la concientización al permitir la llegada a una esfera crítica, hace que el hombre conozca y se reconozca en el mundo. Es la relación hombre- mundo, bien sea a través de la escuela con el trabajo intelectual, o mediante el contacto con la realidad.

Educación Comunitaria y Pedagogía Decolonial en Latinoamérica

Como bien se acaba de abordar el tema de la Educación Comunitaria, es ahora donde se debe ubicar el proceso y recorrido que ha tenido el modelo comunitario en la Educación latinoamericana y cómo ha venido influyendo a través de los años en diferentes cronotopos.

Hoy en día en Latinoamérica, luego de procesos de homogenización política, social y cultural; a través de los cuales la gran era del auge neoliberalista, en todos los aspectos estructurales de la sociedad,  logró dimensiones de alienación inconmensurables, se habla de comunidades indígenas como si se hablara de las mismas comunidades marginadas minoritarias. Esto anclado al imaginario exótico que se tiene de todo aquello que refiera “indígena”.

Y es que se existe todo un campo semántico alrededor de lo que signifique indígena, como si se tratase de algo peyorativo o, en el mejor de los casos, un exotismo ajeno a cualquier realidad local e incluso nacional. Todo esto gracias a  un recalcitrante modelo educativo que ha supuesto la colonización del ser latinoamericano en cada uno de sus lazos vernáculos con territorio, creencias y arraigos materiales e inmateriales. Se ha alejado cada vez más al sujeto latinoamericano de su identidad en tanto que se le ha educado bajo parámetros e ideales que en esencia están fuera de contexto. El paradigma educativo y social rinde culto a prácticas y ritos económicos que alienan al hombre y lo aíslan en sí mismo, logrando un estado de inconciencia entendido como la incapacidad de ver más allá de lo tangible y lo objetiva que, precariamente, resulta ser una sociedad con estructuras neoliberales, competitivas e individualistas. Se afianza cada vez con más fuerza una abulia cultural y una apatía hacia lo autóctono.

A pesar de ello, a finales de los años setenta comienzan a manifestarse oleadas ideológicas alimentadas por la sed de reivindicación de los derechos de la mujer, la emancipación moral del sexo y demás movimientos estudiantiles por todo el mundo,  dando cabida a un proyecto de liberación, valorización y restauración de los saberes y culturas indígenas de Latinoamérica. Se comienzan a reevaluar las formas y metodologías ideológicas con las que han venido siendo tratadas las comunidades indígenas bajo un colonialismo político descomunal.

Es así como poco a poco, países como Perú, Chile, Bolivia, México, Paraguay y Colombia han venido modificando paulatinamente su rigor político, aceptando y reconociendo las libertades que requieren los pueblos indígenas, entendiendo que las dinámicas y las formas de convivencia, aprendizaje, trabajo y educación son necesariamente diferentes, en términos de respetar integralmente lo que los constituye como cultura. Entonces hablamos de una Descolonización de la Política en la que se han ido permitiendo hitos que marquen el devenir de la dignidad de los pueblos indígenas en un mundo globalizado que poco respeta las diferencias o las discrepancias ideológicas cuando no obedecen al mismo ritmo de consumo y mediática.

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