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Epicuro Y Su Noción De Bien


Enviado por   •  8 de Mayo de 2014  •  1.942 Palabras (8 Páginas)  •  291 Visitas

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Epicuro desarrolla su teoría en el siglo IV A.C. en plena época helenística. El sostiene que el placer constituye el bien supremo y la meta más importante de la vida. Para lograr un estado de placer y armonía, por un lado, hay que eliminar los temores e inquietudes que perturban al hombre y, por el otro lado, establecer un equilibrio entre los placeres y los dolores.

El pensamiento de Epicuro reivindica el hedonismo proponiendo la búsqueda del placer como medio para hallar la felicidad .El fin natural de la vida, tanto humana como animal, es la obtención de placer. La naturaleza misma nos ha hecho así, nos ha fijado el objetivo, los límites y es así como hay que seguirla para la búsqueda de placer.

Centrándose en la humanidad, Epicuro dice, que el placer constituye el principio, el fundamento, la culminación y el fin de la vida feliz. Epicuro reconoce que es “un bien primero y congénito, a partir del cual iniciamos cualquier elección o aversión y a él nos referimos al juzgar los bienes según la norma del placer y el dolor”[i]. Nuestras acciones se guían por las elecciones que hacemos en busca del placer y en rechazo de dolor, como su contrario. Sin embargo, el placer que nos propone Epicuro implica la administración de éste de una forma racional y moderada, con la finalidad de evitar el dolor. No se propone la libertad y el desenfreno de gozar sin limite ni distinción, sino al contrario, se considera la elección y la limitación de las necesidades, considerando la prudencia como la virtud más esencial que nos permite evaluar los placeres que buscamos para elegir los más apropiados.

Epicuro distingue diferentes categorías de placeres: los naturales y necesarios, por ejemplo, el hambre, la sed o el frío; los naturales y no necesarios, por ejemplo, el exceso de alimentos, o el placer sexual; y los placeres que no son necesarios ni naturales, se refiere al afán de obtener estatuas y coronas. Estos últimos, al estar referidos a la riqueza y honores, Epicuro, cree que hay que rechazarlos porque a la larga pueden producir un dolor mayor.

También, aclara, que el camino hacia el placer avanza satisfaciendo las necesidades mínimas materiales y corporales, para luego llegar satisfacer los placeres del alma. Por lo tanto, hay que conocer bien los diferentes placeres para una buena elección en vías de alcanzar la felicidad. Además no siempre hay que escoger lo que causa placer y a veces es bueno soportar algunos dolores, en post de recibir mas adelante un placer mas intenso: “Es mejor soportar algunos pesares a fin de gozar de placeres mayores. Y conviene privarse de determinados placeres a fin de no sufrir dolores mas penosos”[ii]. Además, entre los placeres más importantes se encuentra el placer cinético, que surge de actividades del organismo, pero se enaltece, distintivamente, el placer catastemático como fuente indispensable para la felicidad porque es el que produce ausencia de dolor en el cuerpo (aponía) y la ausencia de perturbaciones en el alma (ataraxia).

Como posibilidad de alcanzar la felicidad, en especial la felicidad del sabio o el filósofo, como ideal ético, Epicuro, promovía la filosofía como el cuidado de la salud del alma. Los dos lemas que van acompañados junto este ideal son: la ataraxia o serenidad del espíritu, que busca evitar las perturbaciones del alma, y la autarkeia o autosuficiencia, como una no dependencia de las actividades exteriores.

“El placer es la única finalidad (…) al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma”[iii]. Se persigue el placer, como objetivo último, sabiendo que va a ser un resultado de la eliminación del dolor y toda perturbación exterior. En la búsqueda, la moderación y el buen juzgar sobre las elecciones, juegan un papel base para encaminarse hacia la eudaimonía por una senda calculada.

La ataraxia es la ausencia de dolor en el alma, y se caracteriza por un estado de profunda paz interior, sosiego, equilibrio y tranquilidad. La serenidad del ánimo se alcanza siendo autosuficiente y con la práctica de la prudencia como virtud primordial. Esta última se basa en el calcular que placeres dan o no ausencia de dolor, cuales son considerados vanos o viciosos, y cuales son provechosos y cual es no lo son. El calculo se fundamenta por su nivel utilitario: “Según las ganancias o perjuicios hay que juzgar sobre el placer y el dolor, porque algunas veces el bien se torna en mal, y otras veces el mal es un bien”[iv].

La autarkeia individual se constituye como un requisito para la independencia del filósofo para lograr la tranquilidad del alma. El filósofo tiene que renunciar y desprenderse lo más posible de toda actividad y obligación con el exterior, principalmente con la sociedad. La autosuficiencia remite a la autarquía: al dominio de uno mismo y a la plena libertad de acción; pero con una fuerte moderación racional.

No obstante, el vivir aislado no implica vivir en soledad. “De cuantos bienes proporciona la sabiduría para la felicidad de toda una vida, el más importante es la amistad”[v]. Epicuro exhorta que la amistad sea una de las cosas que más placer nos proporciona. “En torno al sabio, la comunidad de amigos forma un mundo homogéneo penetrado del consenso en las mismas convicciones morales, que refuerza el íntimo sentimiento de seguridad al ser compartido por el entorno, y el placer del sabio aumenta por la representación del placer del amigo considerado como propio”[vi].

¿Por qué es necesario que el sabio se desprenda de toda actividad exterior?

Epicuro trata de salvaguardar el alma en su pureza de las cosas fortuitas e inestables y la insensatez de las masas. Hay una crítica que esta destinada a las vanas opiniones que la sociedad produce y conduce a los individuos a vivir una vida atormentada, angustiosa, temerosa y por lo tanto, desplacentera.

Las causas de infelicidad cotidiana y general de los hombres radican en las vanas opiniones

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