EL CONOCIMIENTO EN LA TRANSICION DEL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO MAS ALLA DEL CURRICULUM OCULTO
ESTRELLITA734 de Julio de 2013
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EL PERFIL DEL MAESTRO PARA EL SIGLO XXI (notas para una investigación)
DR. CARLOS ORNELAS Director General de Educación y Desarrollo, A.C., México
111 Simposio Internacional: Educación para el Siglo XXI, Durango, Dgo, 6 de Noviembre de 1997
Esta ponencia es producto de un proyecto de investigación en curso. Algunas de las ideas aquí expuestas son incipientes y por lo tanto sujetas a modificación. El autor apreciará críticas y comentarios. Fax (5) 328 1049 Correo electrónico: HIPERVÍNCULO mailto: ornelas@triptico.sep.gob.mx
Introducción
En contraste con el desarrollo de los conocimiento, los avances en las reformas de la educación nacional y las transformaciones en la política y la sociedad, parece que la profesión magisterial carga una inercia que en parte le impide ponerse a tono con las demandas del porvenir. Parece obvio que el siglo veintiuno demanda un sistema educativo dinámico, flexible, de calidad y equitativo, así como docentes que posean atributos morales superiores, conocimientos modernos, habilidades para conducir el aprendizaje de los alumnos, iniciativa personal, independencia de criterio y motivación para desplegar su imaginación y creatividad. Sin embargo, las instituciones capaces de llevar a cabo la tarea de formar a esos docentes y de actualizar y motivar a los cientos de miles de maestros en servicio atraviesan por una crisis de identidad que hace lenta su reforma y adaptación a las demandas del porvenir.
Uno de los dilemas de la transición del fin de siglo mexicano es cómo afrontar los desafíos de la globalización, que agudizan los problemas heredados del pasado, arman otros nuevos y, al mismo tiempo, lograr metas de crecimiento económico y prosperidad para todos los segmentos sociales y, por esa vía, incrementar la cohesión social. La solución a esa disyuntiva es la implantación de un modelo de desarrollo democrático y equitativo que sea sustentable en el plazo largo
Debido a la diferenciación interna de la profesión docente por niveles y modalidades: básica, media y superior, por ejemplo, así como a la diversificación por tipos de actividad; verbigracia: la labor en el aula, el apoyo técnico, la dirección y la supervisión, etcétera, es útil apuntar que en estas notas el análisis se restringe a la maestro tipo, al de banquillo, de la escuela primaria. Pido disculpas por usar el género masculino. No obstante que la mayoría de quienes requieren este trabajo son mujeres, la ideología del gremio singulariza en "el maestro" al conjunto de la profesión; además, la mayoría de los documentos que consulté son congruentes con ese uso.
2. En un trabajo anterior expuse la premisas y componentes esenciales de ese proyecto. Ver el capítulo IX, "Nacionalidad y modernización en la transición del sistema educativo Democracia y globalización 1
De los centros de poder mundiales emergió la teoría de que sólo por medio de la democracia y la economía de mercado, las sociedades del mundo serán capaces de resolver sus problemas y rezagos sociales. De ahí brotó la ideología que el papel del Estado debe reducirse y garantizar con su acción las condiciones para el crecimiento y la mano invisible del mercado se encargaría de repartir la riqueza social, ya que el llamado Estado benefactor y su mano bien perceptible fue incapaz de brindar progreso para todos y bienestar social. Estas tendencias, se nos dice, son universales y se manifiestan con claridad al despuntar el tercer milenio y que se identifica en una palabra que resume ambigüedades y perspectivas: globalización.
En el terreno de la política y la organización social, la democracia se consolida como el régimen de gobierno que ofrece las perspectivas más amplias de participación social. No obstante, la democracia por sí sola no garantiza mejores niveles de ingreso para la mayoría m' una distribución más equitativa de los recursos generados por la nación, tampoco lo hace el mercado automáticamente. Si bien es cierto que la reforma del Estado debe pasar por una disminución de su papel como propietario de empresas productivas y proveedoras de servicios, con excepción de aquellas estratégicas para el desarrollo soberano de la nación, como el petróleo y la electricidad, debe reforzar su intervención en las instituciones públicas y, por medio de la política fiscal, compensar a segmentos sociales y regiones que el desarrollo estabilizador y las crisis posteriores dejaron en el rezago, sino es que en el abandono. Esto dentro del contexto de una economía abierta que rebasa los límites que antes se conocían.
Lo que se denomina globalización cambia radical y rápidamente los atributos del planeta: es una economía basada en el conocimiento, su generación y aplicaciones para la producción, la prestación de servicios, la creación cultural y el esparcimiento. Economía que, como todo, tiene al menos dos rostros: por un lado, proporciona el potencial de crecimiento y prosperidad para toda la especie pero, en sentido contrario, acarrea consigo también la eventualidad de mayores disparidades sociales, tanto entre los países como al interior de ellos. Las transformaciones aceleradas del conocimiento tienen repercusiones en la división social del trabajo y en el comportamiento de las personas. Es más, es probable que en la transición de fin de siglo la humanidad esté en los albores de un cambio cultural sin precedentes en toda su historia anterior.
La división del trabajo evoluciona en concordancia con esa tendencia. En términos relativos (y en los países avanzados en números absolutos también, hay cada vez menos trabajadores en el sector primario y en la manufactura en tanto que crece el empleo en el denominado sector terciario a ritmos impresionantes. Es más, la vieja discusión entre trabajo productivo (de transformación) e improductivo.
Es factible que en las relaciones de producción emergentes, la acreditación de los conocimientos también dé saltos bruscos, provoque reformas institucionales trascendentes y se ponga más atención a la demostración de los saberes adoquinados que a los diplomas que certifican que se poseen ciertos conocimientos. La semilla de ese cambio ya está sembrada. En varios países la acreditación de la competencia laboral se hace más por medio de evaluaciones --que admiten la experiencia y la asimilación autodidacta de habilidades y destrezas-- que en el reconocimiento a grados escolares. Esto no significa la desaparición de las instituciones de enseñanza ni la cura
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de la fiebre de los diplomas, pero sí que habrá reformas profundas en las escuelas de todos tipos y niveles, así como en los métodos de certificación de conocimientos. Esto con dos propósitos concurrentes, aunque de valores opuestos. Por un lado, para incrementar la productividad del trabajo, lo que acentúa una visión economista (o neoliberal, como la calificarían algunos) y, por el otro, con el fin de acrecentar el valor social de los conocimientos adquiridos en la práctica, lo que contiene una dosis de equidad.
La globalización, el avance de los conocimientos y las mudar en la división del trabajo, así como otros factores sociales, como la disipación paulatina de la familia extensa, el incremento de los divorcios la falta de lazos comununes.
A este respecto se recomienda la obra pionera de Gilbert Jessup, Outcomes: NVQs and the Emerging Model of Education and Training, Londres, The Fabner Press, 199 l. NVQ significa nuevas calificaciones vocacionales. Pero la tendencia no se frena en la certificación de competencias para el trabajo vocacional o técnico sino que aspira a calificar a todas las profesiones. Por ejemplo, en México, el Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior, el Senegal, junto con las asociaciones respectivas, ya comenzó la evaluación de profesionales en Contaduría Pública y Odontología, con áras a establecer en el futuro estándares de acreditación de conocimientos. En otras palabras, la licencia para ejercer una profesión en el futuro en México ya no la brindará el gobierno federal sino que serán las asociaciones o colegios profesionales, como sucede ya en otros países. Y obtener esa licencia implicará evaluaciones cada vez más rigurosas.Pienso, engloban los atributos principales de los maestros, aunque no todos. La profesión magisterial se caracteriza por la adquisición de ciertos conocimientos específicos, de donde se derivan prácticas peculiares que identifican a quienes ejercen la profesión. Esos conocimientos y prácticas tienen cierto reconocimiento social, son certificados por una institución y reglamentados por el Estado. Finalmente, de esos rasgos, pero también de la historia y de las condiciones que emergen de las organizaciones que agrupan a los maestros, surgen modos de pensar que son distintivos del gremio, es decir, una ideología particular que en este país se sintetiza en tres palabras: el normalizo mexicano.
Debido a la expansión y diversificación de la educación pública, a la creación y consolidación de sindicatos y asociaciones, los maestros son considerados servidores públicos. Sin embargo, no obstante ser trabajadores al servicio del Estado, no son burócratas típicos, como diría Mas Beber, disfrutan de un amplio margen de autonomía para hacer sus tareas, tienen una materia de trabajo que les permiten divergir y, a menudo, contradecir a las verdades oficiales. 6 Esa misma noción de autonomía para el trabajo dentro del aula, paradójicamente, es también un freno para impulsar la formación de equipos y elaborar colectivamente métodos del quehacer docente con el fin de elevar la calidad de la enseñanza. Además, por su extracción
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