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LA GRAN ILUSIÓN IV. LA FUSIÓN FRÍA


Enviado por   •  15 de Febrero de 2012  •  10.516 Palabras (43 Páginas)  •  3.067 Visitas

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I. UN EXPERIMENTO FRUSTRADO

UN JUEVES SANTO, el 23 de marzo de 1989, los titulares de muchos periódicos anunciaban un descubrimiento científico casi increíble: se había encontrado un método para producir la fusión nuclear a la temperatura ambiente. En contra de la costumbre, este fantástico resultado no había sido dado a conocer primero a la comunidad científica especializada. En vez de emplear los canales habituales —una revista de reconocido prestigio, con árbitros que sujetan todo artículo a censura previa—, los químicos Martin Fleischmann, de la Universidad de Southampton, y Stanley Pons, de la Universidad de Utah, citaron en Salt Lake City a una conferencia de prensa. Ahí dieron a conocer a los periodistas cómo lograban, en un simple frasco de vidrio, la fusión fría.

Controlar la fusión nuclear, y convertirla en un proceso útil para generar energía, ha sido una gran ilusión para muchos científicos e ingenieros de todo el mundo. Con este fin, en los países más desarrollados se han construido gigantescos reactores, que ocupan laboratorios enormes con los aparatos más complejos. El esfuerzo y costo requeridos son tan grandes que ningún país de Europa Occidental pudo, aislado, llevar a cabo un proyecto tal. Para echarlo a andar todos los países europeos tuvieron que unirse en un proyecto conjunto ubicado en Oxford, Inglaterra. Con todo, los resultados no son aún satisfactorios y la fusión nuclear controlada sigue eludiendo a los científicos.

No ha de extrañarnos, entonces, que el anuncio de Fleischmann y Pons, por poco ortodoxo que hubiera sido, generara de inmediato un interés inusitado. Ambos investigadores fueron requeridos al instante por la televisión. En sus primeras entrevistas describían cómo hacían su experimento y, un tanto nerviosos, mostraban con orgullo ante las cámaras un frasco de vidrio que pronto se volvió famoso. En este frasco, decían, sometemos una solución salina de agua pesada —agua que en lugar del hidrógeno común contiene uno de sus isótopos pesados, el deuterio— a un proceso de electrólisis, en el que empleamos un cierto metal, el paladio, capaz de absorber gran cantidad de hidrógeno. Por ello, continuaban, la densidad local del deuterio aumenta considerablemente, lo que propicia que los núcleos se acerquen y se fusionen, con la ganancia correspondiente de energía. Así se podría entender la enorme cantidad de calor observada y la presencia de radiaciones nucleares que, según ellos, habían encontrado de manera sistemática en sus experimentos. Al final de la entrevista, los investigadores siempre explicaban que los detalles técnicos habían sido enviados para su publicación a una revista científica y sugerían al público que no intentara repetir su experimento, porque a pesar de su simpleza, los riesgos inherentes a las reacciones nucleares no dejaban de estar presentes.

El mismo fenómeno que es responsable de la producción de energía en nuestro Sol, ¡se reproducía en la Tierra sin que fueran necesarias la gran densidad y las altísimas temperaturas de las estrellas! No se requerían los aparatos complicados ni las inversiones millonarias que habían mantenido ocupados a miles de científicos durante 30 años para producir la fusión caliente. De inmediato muchas personas, dentro y fuera del campo científico, fueron presa de admiración y los dos químicos se convirtieron en celebridades. Se inició una actividad científica sin precedentes que ocupó de lleno tanto a escépticos como a convencidos de todo el mundo. En los meses de investigación más importantes alteraron su rumbo normal e intentaron verificar, e incluso mejorar; el método de Fleischmann y Pons para producir la fusión fría.

Es factible que ningún otro descubrimiento científico reciente, ni siquiera el de los superconductores calientes, haya generado tantas expectativas ni un revuelo tal. Grupos enteros, incluidos físicos y químicos mexicanos, se lanzaron al análisis de la fusión fría. Los físicos aprendían la electrólisis, y los químicos se enteraban de las técnicas más refinadas para detectar neutrones. El Congreso de Estados Unidos llegó también a intervenir y pronto no sólo las universidades, sino muchos laboratorios industriales, se dedicaban a la búsqueda de la fusión en frío. El Secretario de Energía de EUA formó el 24 de abril de 1989 un Grupo de Estudio destinado a revisar experimentos y teorías en este campo, e identificar posibles líneas de acción, incluidas aquellas que pudieran conducir a las aplicaciones prácticas. Después de organizar reuniones y visitas a muchos laboratorios y revisar con cuidado todas las evidencias en pro y en contra, el Grupo de Estudio concluyó, en su informe del 26 de noviembre del mismo año, que "los resultados experimentales sobre el exceso de calor en las celdas calorimétricas no presentan evidencia convincente alguna de que los fenómenos atribuidos a la fusión fría puedan resultar en una fuente útil de energía". Además, el Grupo decidió que los resultados experimentales presentados hasta la fecha tampoco aportaban pruebas concluyentes que asociaran el calor anómalo, que se dice haber observado, con un proceso nuclear... "Por tanto; el Grupo de Estudio declara que la evidencia actual sobre el descubrimiento de un nuevo proceso nuclear, llamado fusión fría, no es concluyente."

No sólo en Estados Unidos se habían formado grupos semejantes. En México, varios miembros de las Sociedades Mexicanas de Física, de Ciencia de Superficies y Vacío, de Electroquímica y de la Sociedad Química de México, se reunieron entre el 24 de mayo y el 14 de Julio de 1989 en cuatro ocasiones y concluyeron: "Aún no se ha podido establecer o negar en forma confiable y reproducible la existencia de una actividad nuclear asociada a esta fenomenología; en todo caso, aun los niveles de radiación más altos registrados hasta ahora por algunos grupos no permiten contemplar su uso como fuente de energía en el corto o mediano plazos."

Todo ello echó por tierra la fusión fría y otra gran ilusión quedó en pie, aunque algunos meses después la polémica aparentaba estar viva todavía.

LA FÍSICA Y LA QUÍMICA DEL SIGLO XIX

SI DESEAMOS entender el experimento de Fleischmann y Pons, y determinar el lugar que ocupa en la ciencia actual, hemos de asomarnos a la historia del núcleo atómico y de los esfuerzos realizados para obtener su fusión. Así averiguaremos por qué se obtiene energía con la fusión, y cuáles son las posibles radiaciones que emanan del núcleo en este proceso. También deberemos ocuparnos de la electrólisis. Para situar estas historias en perspectiva, lo mejor es remontarnos al pasado y hacer un breve relato de la evolución de nuestras ideas sobre la estructura

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